Alfredo Lagos. El pájaro blanco echó a volar
Web Revista La Flamenca. Pedro Madroñal. Sevilla / Espacio Santa Clara – Dormitorio alto- / 3/10/2014 Fotos: @ la bienal Antonio Acedo
Ayer tarde al lago fui con la intención de conocer algo nuevo tal como cantara Jesús de La Rosa del mítico grupo Triana. Y así fue, nuevo por el concepto sutil, culto y elegante expuesto por Alfredo Lagos. Y nuevo por viejo, por componer una música reconocible, respetuosa y brillante.
Sin un programa de mano que llevarnos a la boca supimos en todo momento qué espíritu poseía la sonanta del jerezano que se presentó con una delicada rondeña de la mano. Desde el comienzo se intuye la pasión del pulgar por el bordón, el ansia por acariciarlo despacio, bajito...jugando con los volúmenes impregnando de una sonoridad sensual el dormitorio alto de Santa Clara.
Con la soleá, seduce, nos presenta un acto de amor donde la falseta de inicio que mira a Granada sirve de preliminar para la construcción de toda una obra, que complace a contratiempo y posee todos los elementos propios de una historia real con un desenlace delicado y preciso.
Ayer tarde al lago fui con la intención de conocer algo nuevo tal como cantara Jesús de La Rosa del mítico grupo Triana. Y así fue, nuevo por el concepto sutil, culto y elegante expuesto por Alfredo Lagos. Y nuevo por viejo, por componer una música reconocible, respetuosa y brillante.
Sin un programa de mano que llevarnos a la boca supimos en todo momento qué espíritu poseía la sonanta del jerezano que se presentó con una delicada rondeña de la mano. Desde el comienzo se intuye la pasión del pulgar por el bordón, el ansia por acariciarlo despacio, bajito...jugando con los volúmenes impregnando de una sonoridad sensual el dormitorio alto de Santa Clara.
Con la soleá, seduce, nos presenta un acto de amor donde la falseta de inicio que mira a Granada sirve de preliminar para la construcción de toda una obra, que complace a contratiempo y posee todos los elementos propios de una historia real con un desenlace delicado y preciso.
La tragedia seguiriyera se calma y convierte en serenidad, sólo el rajeo entre falsetas se presenta como elemento fetiche, recurrente, que vuelve a la tierra caliente de la que emana. Un último susurro al oído ahora por tarantas, deliciosas y sugerentes, donde la mano izquierda se asoma a la boca de la guitarra y juega con el abismo.
Alfredo Lagos propone un concepto de la belleza clásico donde el equilibrio de la armonía es protagonista, sin exhibicionismos ni demostraciones gratuitas de técnica ni velocidad. Cuando sube al escenario Agustín Diasera para la percusión cambia el aire del recital y en tangos-rumbas o fandangos empieza a subir la temperatura, la mano derecha empieza a picar en algunos adornos y cierra siempre de manera original tanto rítmica como armónicamente.
Un acalorado Alfredo se despide recordando a su tierra y a su gente presente, y es que salvo en algunos movimientos de la soleá o la seguiriya el tocaor jerezano ha sido pulcro, cuidadoso y gentil con sus orígenes sin demostrar sus querencias vitales pero por bulerías se le agita el pecho y enloquece el índice al compás sordo que marca el cajón. Sentimos la cadencia en la entrega flamenca mientras en silencio vamos a caer junto al gran monte aquel, en el lago.
Ficha artística.
Espectáculo: Alfredo Lagos. / Espacio Santa Clara – Dormitorio alto- / día 2/9/2014
Guitarra: Alfredo Lagos.
Percusión: Agustín Diasera.