Con el anhelo de ser Capital Cultural de Europa en 2016, Córdoba celebró el pasado 18 de junio la cuarta edición de la Noche Blanca del Flamenco. Más de 250.000 espectadores se repartieron entre los diversos espectáculos y actividades programadas. Un éxito de afluencia y también de convivencia en calles y plazas de la ciudad, que alcanzó una alta ocupación hostelera.
En la céntrica Plaza de las Tendillas y a las 22.30 Eva Yerbabuena dio inició a una noche/madrugada en la que el flamenco y otras músicas afines volvieron a convertir a Córdoba en el lugar soñado por Ziryab, el gran músico del Al-Andalus. La excepcional bailaora granadina eligió la seguiriya para dar el aldabonazo de la Noche Blanca del Flamenco; baile solemne, desde la sobriedad de una belleza interior que se explicíta en seductora y gozosa estética que atrapa y engulle. La Yerbabuena junto a los suyos invitando al público a disfrutar del mejor flamenco, ese que relampaguea y hace despertar adormecidas emociones.
A partir del espectáculo presentado por Eva Yerbabuena la noche se sucedió en continuo trasiego de público que de un lugar a otro no quiso perderse la mayoría de los espectáculos ofertados, porque hubo que decidir y priorizar dado que las horas de las actuaciones se solapaban o coincidian. Bastantes optaron por la alternativa de ir picoteando de un sitio a otro; de esta manera y tras ver a la Yerbabuena el reclamo fue Niña Pastori e India Martínez, en la Avenida República Argentina, a las 23.00. Unas 40.000 personas pudieron escuchar el directo de las últimas grabaciones de estas dos artistas que supieron contentar a un animoso público. El alegre bullicio de este concierto contrastaba a la misma hora con el relax provocado por la luz de la velas que alumbraron el castizo barrio del Alcázar Viejo, con José Manuel Hierro y su orquesta de guitarras.
Un lúdico pasacalles iba animando la noche y provocando la sana risotada a los caminantes que se dirigian a las diversas citas, como la de José Antonio Rodríguez en el Patio de los Naranjos en la Mezquita-Catedral, a las 00.30. El concertista cordobés volvió a dar muestras de su talento y capacidad creativa con un repertorio ajustado a la ocasión. Composiciones vivaces en ritmo como tangos, bulerías, rumba, sin que faltase el punto de inflexión de la soleá. A la misma hora que José Antonio Rodríguez iniciaba su concierto en el Compás de San Francisco el éxtasis de la fiesta jerezana estaba servido con Diego Carrasco y Tomasito. La originalidad y personalidad de estos dos artistas se hizo patente en el escenario, ante un público deseoso de vibrar con los temas de estos dos peculiares artistas.
El cantaor David Pino junto al guitarrista Gabriel Expósito, la bailaora Lola Pérez y el percusionista Patxi Cámara presentaron en la Plaza del Potro Jonda Soledad, a las 1.30. Una propuesta dedicada a Luis de Góngora con motivo del 450 aniversario de su nacimiento coordinada y dirigida por Juan Carlos Villanueva que también participó como actor. Fue momento de recogimiento, de prestar atención a la palabra, al cante, el toque y el baile porque el contenido y mensaje era resultado de una lograda depuración artística.
Y sin apenas descanso y solo habiendo esbozado algunos espectáculos un abundante caudal de gente marchó hacia el Teatro de la Axerquía donde Miguel Poveda y la Orquesta de Córdoba presentaba Historias de viva voz, a las 2.00; la misma hora en que Los Evangelitas –miembros de Lagartija Nick y Los Planetas- comenzaban a rendir tributo a Enrique Morente en la Plaza de las Corredera.
El espectáculo de Miguel Poveda había levantado una enorme interés por lo que la organización decidió controlar la entrada al recinto previa retirada de invitaciones. En pocas horas y en la mañana del mismo día las invitaciones se agotaron, dándose cita en el Teatro de la Axerquía 3.500 personas. El cantaor, acompañado de sus habituales, derrochó todo su talento en estado de gracia. Conocimiento, técnica y arte se conjugaron de manera armoniosa, sin desmayo durante cerca de dos horas y media en el escenario. Poveda hizo un extenso recorrido por cantes y escuelas pero siempre desde una perspectiva personal y polifacética cuando fue acompañado por la Orquesta de Córdoba, dirigida por Joan Albert Amargos, que también le acompañó al piano. El cantaor estuvo en todo momento seguro de sus facultades y registros, sacando el máximo provecho a su innata capacidad para conectar con un público que quedó colmado de arte.
Mientras Miguel Poveda daba lo mejor de sí en el Teatro de la Axerquía la Noche Blanca continuaba convocando a numerosos espectadores en otros lugares, como la Plaza Abades donde a las 2.30 se pudo presenciar el espectáculo Voces del quinteto Ali Khattab, una producción de la Casa Árabe. En otra acogedora plaza, la de Jerónimo Páez y bien adentrada la madrugada, 3.30 el cantautor Jaiver Ruibal compartía sus temas pigmentados de sentir flamenco. A las 4.30 en Cardenal Salazar y con el cante de Miguel Ortega y Rosi Navarro La Divi se presentó a Tacompás, con el guitarrista José Luis Medina, el percusionista Juanfra González y la participación de Ana María García.
Aún con fuerzas para continuar a buen son flamenco y recibir el alba a la orilla derecha del río Guadalquivir junto al arco del Triunfo, a las 5.30 un nutrido grupo de artistas cordobeses, con el cante de Antonio Plantón El Güeñi presentaba Vámonos pa Cuba, espectáculo coordinado por Juan Carlos Villanueva. Al principio tangos para continuar sucediéndose sin interrupción cantes y bailes como despedida –a las 7.00- de una Noche Blanca del Flamenco que hizo posible que numerosas calles de Córdoba fueran literalmente tomadas por decenas de miles de personas, muchas de ellas procedentes de la pronvicia y otras ciudades.
Hasta que llegó la hora de los jeringos con chocolate en la Plaza del Triunfo, hubo numerosas tabernas y bares de guardia durante toda la madrugada que ayudaron a hacer más llevadera la intensa jornada, destacando como referencia la degustación de gastronomía y flamenco en la Sala Victoria con el reclamo de Flamenco a pedir de boca. Una Noche Blanca del Flamenco que comenzó a caldearse desde el primer día de junio con performance, exposiciones y muestras gastronómicas con Luna creciente o los recitales del Café Cantante en el espacio cultural Rey Heredia.
Amaneció y grupos de jóvenes aún continuaban improvisando cantes y bailes en el Triunfo. La noche dio paso al día y aún resonaban cajones, guitarras y cantes como queriendo perpetuar los momentos vividos en una intensa madrugada.