Segundo espectáculo del Ciclo de Flamenco
Web revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla /Teatro de la Maestranza/ 9/2/2015
Tras la inauguración el pasado 17 de enero de su Ciclo de Flamenco para esta temporada, con el espectáculo “Memoria”, dedicado a los artistas más veteranos del panorama jondo, el Teatro de la Maestranza de Sevilla, ofreció anoche el contrapunto necesario, dirigiendo esta vez la atención hacia el futuro, con una oferta variada de jóvenes artistas menores de treinta años.
No estaban todos los que son, pero sí son todos los que estaban. Jóvenes flamencos con un trabajo y una trayectoria ya encaminada, muchos de ellos con importantes premios a sus espaldas; todos sobradamente preparados y sabedores de lo que se jugaban.
Y uno tras otro fueron sucediéndose los cuadros, las escenas, los cantaores de “alante” pasaban a “jerirle” las espaldas a las bailaoras, arropados por guitarras, cajones o instrumentos de viento que minutos más tarde se convertirían en virtuosos concertistas. Uno tras otro, ofrecían su particular tributo a un maestro, o a un artista antiguo considerado por él o por ella como su referente; con mayor o menor acierto, pero todos ellos con entrega y profesionalidad.
Juventud, divino tesoro, que diría el gran poeta Rubén Darío en su primer verso del poema Canción de otoño en primavera. Pero, sin entrar en lo acertado o no del título del espectáculo, la noche de ayer en Sevilla, como corresponde a esta época del año, no fue ni de otoño ni de primavera, sino una noche de invierno, de las más frías que se recuerdan en la ciudad. Como frío fue el comienzo del espectáculo.
Comenzó la serie More Carrasco con una intro de percusión sin mucho sentido. Menos mal que a lo largo de la velada, demostró que es un percusionista de primerísima fila, porque el público, que ocupaba al menos tres cuartas partes del aforo, respondió algo contagiado por el frío de noche. La rondeña que Ramón Amador hijo dedicó a Ramón Montoya, virtuosista y aseada, no ayudó demasiado y, mucho más, cuando el Niño de Elche salió al escenario con una de sus propuestas provocadoras de corte vanguardista que, sinceramente, no merece mayor atención.
Menos mal que, por alguna razón, se cambió el orden del programa y la guitarra de Ramón Amador y el ritmo de More Carrasco caldearon el ambiente por tientos con las gargantas jóvenes pero sabias de Jesús Corbacho y Bernardo Miranda, tientos que se convirtieron en tangos que la bailaora Ana Pastrana ejecutó con gran fuerza y muchísimo desparpajo, en honor de Trinidad Santiago, muy flamenca y, por momentos, con regusto de vieja trianera.
La soleá en la guitarra solista de David Carmona alcanzó momentos excepcionales por parte de este discípulo aventajado de Manolo Sanlúcar, y dio paso a la Zambra dedicada a Enrique Morente por Bernardo Miranda, que estaría luego muchísimo más acertado en los fandangos de Huelva y en las alegrías de la segunda parte del espectáculo, así como en los tangos antes mencionados. Estupendas las guitarras de David Caro y Yago Santos, la percusión de More Carrasco y la colección de viento de Diego Villegas.
Llega uno de los momentos grandes de la noche. Saray de los Reyes sentada ofrece su perfil gitano al público, ataviada como mandan los cánones, con una preciosa bata blanca y negra de lunares y su mantón grana. Está embarazada de no poco tiempo. La foto de Manuela Carrasco anuncia lo que se avecina. Elegancia y fuerza, misterio y embrujo. Acaba con las peinas por el suelo. Su marido, Jesús Corbacho, inconmensurable en el cante para bailar, encadena soleares de Joaquín el de la Paula, de la Andonda y, conforme Saray se vuelve más y más gitana, la guitarra de Ramón Amador y el ritmo de More nos llevan para Utrera, para la parte de Lebrija, y ya son bulerías romanceadas, romances por bulerías al estilo de la Perrata.
Llega el momento de David Caro, que dedica unas alegrías muy personales y con una técnica impecable a su paisano y referente Tomatito, que hubieran sonado mejor sin cajón y con unas buenas palmas sordas.
María José Pérez no tiene que demostrar ya nada. La cantante almeriense ha ganado ya todos los premios habidos y por haber. Atreverse con una granaína y media de Manuel Vallejo con ese pedazo de foto del genio sevillano observándola desde atrás es de valientes.
La propuesta de Alberto Sellés, biznieto del gran Aurelio de Cádiz, de bailar una farruca sin acompañamiento de guitarra, dedicada a Javier Barón, ganó enteros con el acompañamiento del saxo del sanluqueño Diego Villegas, que encandiló al público sevillano durante toda la noche.
A partir de aquí la velada se caldeó y el público se lo pasó en grande. El bilbaíno Yago Santos, discípulo de Rafael Riqueni, nos dejó con ganas de más en una soleá por bulerías llena de clasicismo, armonía y velocidad. Y Jesús Corbacho, grande toda la noche, quiso homenajear a sus dos Pepes, el de Marchena y el Pinto, con guajira, pregón y fandango.
Y quedaban dos grandes sensaciones. La irrupción de Cádiz en el Maestranza, de la mano de un Diego Villegas que levantó literalmente el teatro de sus asientos, tanto en esta ocasión como en el final de fiesta, con sus cuplés por bulerías, dedicadas a Jorge Pardo, y bulerías de Cádiz, respectivamente.
Y la guinda de la primera parte le correspondió a la gaditana María Moreno, que dedicó sus alegrías a la gran Matilde Coral, manejando la bata de cola con una habilidad impropia de su edad, bailándole a Cádiz por la Escuela Sevillana y acabando con el mantón colocado reverencialmente en la silla, como está mandado.
Para la segunda parte del espectáculo ya estaba todo dicho. El público se lo pasaba estupendamente, aunque eso no sea noticia últimamente. Todos los artistas sentados en tres hileras: de adelante a atrás, bailaores, músicos y cantaores, como en un coro propio de estas fechas. Ronda de tangos, de bulerías jerezanas, fandangos de Huelva y Alegrías. El futuro se había personado en el Maestranza.
Ficha artística
Espectáculo: Divino Tesoro / Teatro de la Maestranza /8/2/2015
Cante: Bernardo Miranda, Jesús Corbacho, María José Pérez y el Niño de Elche.
Baile: Alberto Sellés, Ana Pastrana, María Moreno y Saray de los Reyes.
Guitarras: David Carmona, David Caro, Ramón Amador hijo y Yago Santos.
Percusión: More Carrasco.
Saxo, armónica y flauta: Diego Villegas.
Idea y dirección artística: José Luis Ortiz Nuevo