Revista La Flamenca: Revista nº23 /año 2008 Enero Febrero/ José Luis Navarro García Fotos: Archivo José Blas Vega (Diccionario enciclopédico ilustrado del flamenco)
No fue así como lo bautizaron pero sí como lo conocían. Cantaor y bailaor , sobre todo "festero", aunque no era esta la etiqueta que más le gustaba que le colgasen. Sin embargo, su derroche de buen humor sobre las tablas hablaba por sí solo y José Vargas no pudo ocultar haberse convertido en uno de los mejores festeros de la actualidad. La fusión del cante, el baile y la interpretación lo subieron al podium de esta subdivisión flamenca.
Dicen que los artistas tocan muchas veces el cielo, cuando entregan el corazón al público y éste se lo devuelve en aplausos. Y eso fue lo que hizo el 13 de octubre cuando se marchó con 60 años. Dejó atrás los escenarios pero se llevó el respeto de todos los que le han conocido. Lo bajó de los tablaos una enfermedad corta pero fulminante, con la que no pudo. Fueron muchas las caras conocidas que asistieron a su último adiós a la Iglesia Cristo Resucitado del tanatorio de Jerez. El poeta Antonio Gallardo Molina; los guitarristas Manuel Morao, Fernando Moreno y los hermanos Jero; y algunos cantaores que compartieron con él penas y glorias como Antonio Malena o la Macanita. También se unió al luto la peña Tío José de Paula, que suspendió la segunda parte de la inauguración del ciclo "Otoño Flamenco".
De su amplio repertorio destacan los fandangos, las soleares y, sobre todo, las bulerías de sello jerezano con las que se ganó el respeto popular. Y es que con este palo tenía facilidad para seducir al público -como hizo en el Fórum Barcelona 2004-, aliñando su cante con las formas de juglar que estilaba desde su adolescencia, cuando ya se ganaba la fama de bailaor simpático. Trabajó como era habitual entonces en el campo pero, disgustado con el oficio, se embarcó desde muy joven en otra vida igual de dura y sacrificada, el arte.
No llegó a ser un bailaor ni cantaor destacado, sino que en la combinación y el desparpajo estaba su mayor encanto. Un poquito de compás y una pizca de gracia eran ingredientes suficientes para crear una receta que conquistó al público de fiestas, casetas, festivales e incluso alguna obra de teatro. Sus vivencias e improvisaciones estaban también acompañadas del cante por derecho y eran las seguiriyas que a menudo desataban la vena más emotiva del artista. Precisamente este fue el palo estrella de su última grabación.
Pero su carrera discográfica se remonta a 1970, cuando grabó "Noche de Cante Gitano" junto a las voces de Romerito de Jerez, Agujeta o Terremoto y las guitarras de Manolo Sanlúcar y Manuel Morao. Ese año participó además en "Fiesta de Bulería" y un año después hizo su primera creación en solitario con "El Mono de Jerez". Así comenzó una discografía que se extiende a lo largo de 30 años. También se atrevió en dos ocasiones con la pequeña pantalla. En 1980 interpretó unas bulerías para TVE y dos años después repitió cadena cantando por seguiriyas en Musical Express.