Revista La Flamenca: Revista nº23 /año 2008 Enero Febrero/ Foto: Juan Manuel Díaz Burgos
Cuando la mayoría de los españoles gozan de sus vacaciones estivales, una pequeña localidad murciana que se escoden del mar Mediterráneo entre castilletes y pozos mineros celebra su anual Festival Internacional del Cante de la Minas. Nos referimos a La Unión, lugar donde vio la luz Fulgencio Cros Aguirre allá por febrero de 1.925 cuando la comarca había perdido el esplendor de su actividad minera de finales del siglo XIX. Tiempos en los que abundaban los cafés cantantes y el flamenco si iba convirtiendo en la banda sonora de la comarca con voces como la del ilustre Rojo el Apalgatero. Pero Pencho tuvo una infancia difícil, como cualquier chico de la zona, y tuvo que buscarse la vida aprendiendo primeramente el oficio de alpargatero, para si más remedio verse abocado a labores mineras, lo que le supuso pasar esa fatigas necesarias para convertirse en la voz de la mina.
Aunque nunca quiso dedicarse profesionalmente al cante, empujado por sus amistades más cercanas, se presentó por primera vez al concurso en 1.965 y resultó ganador, pues ya lo dice la letra que el continuamente cantiñeaba cuando ejercía de mecánico de buques en la cercana Cartagena: "Vi un minero en la cantina/Con muchos conocimientos/Que el que trabaja en la mina/Conoce el mundo por dentro /Y lo demás, lo adivina". Ese conocimiento que le sirvió para volver a ganar en 1.972 y 1.976 el concurso que se creó por iniciativa de Juanito Valderrama.
Tuvo la oportunidad de irse a Madrid en la época de los sesenta, y formar parte de la compañía de Rafael Farina, pero prefirió quedarse en su tierra y criar diez hijos, así como amenizar las veladas de sus amigos junto a su compadre Antonio Fernández a al guitarras. Madrugás, que auspiciadas por el vino y bajo el cielo estrellado de estas merindades, se hacían frescas y amenas entre sus fandangos y mineras. Este cante ha quedado fijado bajo su impronta, y la de su rival pero compañero, Antonio Piñana, y de esta manera las generaciones posteriores que se enfrentan a los tribunales mineros de este concurso saben bien donde deben fijarse si quieren alzarse con la Lámpara Minera, incluso Pencho fue pregonero del festival en 1.992.
A una temprana edad, rondando los cincuenta su corazón comenzó a fallar y lo sumió en un continuo ir y venir a médicos y hospitales, pero según palabras de Antonio Arco: "Ni en los peores momentos, ni siquiera por recomendación médica, dejó de cantar: a sus afortunados amigos, a sus seguidores, a sus vecinos. Y cuando cantaba, Pencho Cros renacía de las cenizas y era un puro canto de rebeldía, un puro misterio, un alarde de poder por encima de cualquier miseria humana". El Ayuntamiento de la Unión le declararía hijo predilecto de la localidad en 2.001.
Estos y otros muchos detalles de su personalidad se pueden conocer en la obra biográfica que María Jesús Villar Martínez, bajo el título de "Pencho Cros. El regalo de una voz" escribió el año pasado, porque ya no podemos disfrutar de su compañía en las noches de agosto en La Unión, porque el gran Pencho Cros nos dejó el pasado 26 de octubre de 2.007.