Revista La Flamenca: Revista nº 5 /año 2004 Julio Agosto. David Montes
Larga se está haciendo la lista. Demasiado larga. El último en abandonarnos ha sido Santiago Donday. No hace mucho, en el pasado mes de mayo, se ha unido a la lista que comenzara el insigne Juan Valderrama, que ha continuado Francisca Méndez Garrido "La Paquera de Jerez" y esperemos que, por un largo tiempo, cierre este bohemio del cante flamenco que fue Santiago ‘Donday'.
El cantaor arrastraba una enfermedad que desembocó en un cáncer de próstata, que le fue diagnosticado en el pasado mes de febrero, y que le llevó al reino de los cielos el pasado día trece del mes de mayo del año de dos mil cuatro.
Fernando Quiñones le definió su voz como "bronca, quemada y notablemente hermosa para los cantes mayores" y, en los mismos términos se expresaba Antonio Benítez (organizador de los Jueves Flamencos de Cádiz y Presidente de la P.F. Enrique "El Mellizo") "La suya era una voz irrepetible y afillá, como nadie en el cante al golpe. Era uno de los cantaores más significativos y más puros del territorio flamenco. Se nos va otro gran artista".
Mucha ha sido su aportación al mundo del cante, si bien no fue un artista que se enrolara fácilmente en los circuitos profesionales del mismo. Era una persona de un carácter, como antes decíamos, totalmente bohemio, que presumía de tener la única fragua que existía en Cádiz, y que heredó por medio de su padre, el cantaor "Seis Reales" y su madre, la cantaora María "La Sabina".
El eco ‘afillao' que poseía hacía de su voz una personal forma de concebir el cante, conservando su pureza y ortodoxia. Hasta el final de sus días fue completamente fiel a sus formas, dando cuenta de ello en la única obra discográfica que posee "Morrongo" donde, acompañado de Paco Cepero, saca jugo a su cante y deja para la historia del flamenco su aportación. Descanse en Paz.