Revista La Flamenca: Revista nº 10 / año 2005 Mayo Junio Foto: Paco Martín
`Busco sencillez en mi forma de bailar´
Humilde y sencillo. De Alcalá de Guadaira (Sevilla). Giraldillo del Baile en 1988. Javier Barón dibuja y da notas al pie en lo que hace. No busca las florituras ni el efectismo. Rehuye de artificios retóricos. No aboga por el replante esperado o el desplante deseado. Ahonda en el clasicismo marcando una línea definida desde sus inicios. Su baile es engendrado a base de esfuerzo y sacrificio. Es su vida, lo que le gusta. El público es su vitamina. Su arte, el bálsamo de muchos. Con ‘Dime' triunfó en la Bienal de 2002. Ahora son ‘Notas al pie', un espectáculo que ha ido redondeando a lo largo de estos dos últimos años y que recientemente ha triunfado en plazas tan importantes como Jerez y Sevilla.
¿Qué es ser flamenco?
Para mí es mi vida. No sabría hacer otras cosas. Es lo que día a día te mantiene. Es lo que te gusta hacer. Es todo. Es una lucha constante.
¿Se nace o se hace?
Por una parte mi familia es la que me ha inculcado esto. No han sido profesionales pero sí han llevado un gusanillo dentro. La pintura, la guitarra, .... un poco de todo. La verdad es que te va saliendo. En mi casa han sido muy folclóricos. Mi tío ha sido novillero. Quieras que no, todo esto influye.
El flamenco es su vida, ¿y el baile?
El baile es ya una forma de ser, un concepto que tienes en tu cabeza. Partes de conseguir metas en el día a día, de superarte, de estar ahí con sacrificio, con dureza. Pero también tiene su parte de alegría y de satisfacciones. Haces lo que te gusta. El baile es una fuente inyección, de vitaminas, que te empuja a luchar y a pensar muchas cosas. Siempre estoy apuntando cosas porque se me vienen muchas ideas a la cabeza. Que después las desarrolle o no es otra cosa. Por esos somos artistas.
¿Cuándo supo que quería ser bailaor?
La verdad es que yo no lo tenía muy claro. Cuando uno tiene siete u ocho años es un problema para la familia. En esa etapa hace gracia lo que haces y a la gente le gusta. Pero después la cosa es bien distinta. Me di cuenta que quería ser bailaor en un fin de curso de octavo de EGB. Tenía un maestro mairenero que fue el que me sacó a bailar sevillanas. La verdad es que yo no sabía bailar. A partir de ahí ya la gente le iba diciendo a mis padres que yo tenía algo. Entonces fue cuando me metí a aprender con Pepe Ríos. Allí aprendí el compás. Me acuerdo que era en la calle Castelar. Luego me ponía a ensayar lo que me enseñaban en el patio de mi casa. Ahí surgió el irme a Madrid a través de un tío mío. Tendría yo unos diez u once años. Con doce años me instalé allí y empecé a aprender con maestros como el Pelao, Faíco, Rafael de Córdoba, Manolete,... Me llevé en Madrid diecisiete o dieciocho años más o menos. Allí es donde me di a conocer. Fue mi etapa en el Ballet Nacional. También me presenté a algunos concursos. Estuve en la Compañía de Ciro. Fue un no parar con muchas compañías, muchas colaboraciones. Posteriormente regresé a Sevilla y me presenté a la Bienal. Lo hice para darme un poco más a conocer y que la gente de mi tierra supiera que yo estaba ahí. No vine con pretensiones de ganar el premio.
¿Qué intenta expresar cuando baila?
Muchas cosas. Cantidad de cosas. Llega un momento en que algunas se ven muy pequeñas y otras muy grandes. Siempre intentas expresar tu estado anímico. También lo que tú quieres hacer. Escucho mucho la guitarra y el cante. Yo me realizo mucho escuchando. Busco sencillez en mi forma de bailar. También influyen tus gustos. A mí me gusta mucho el toreo y eso se me puede apreciar en algún gesto. Son cosas que llevas dentro.
¿Es usted un bailaor puro o técnico?
Ni puro ni técnico. Yo soy el clásico de siempre. Siempre me he mantenido y he seguido una línea. A partir de la base te vas enriqueciendo. He tenido la oportunidad de estar cuatro años en el Ballet Nacional. Ahí aprendes mucho las grandes coreografías, la disciplina, la forma de comportante, cómo maquillarte o cómo vestirte. Es una riqueza que vas adquiriendo. Pero yo sigo en mi línea. Últimamente la gente está muy preparada. Hay mucha técnica, y bien utilizada. Vamos avanzando y eso es bueno. Las cosas van cambiando a mejor. El flamenco está en un gran momento.
Lo que usted hace, ¿es sencillo o parece sencillo?
Parece sencillo. Tiene más mareos de cabeza...(se ríe). Esto es un rompecabezas. Esto es muy complicado. Lo bueno es que luego el público te lo sabe apreciar y valorar. Así vale la pena todo el esfuerzo. Pero de sencillo no tiene nada. Esto tiene muchas horas, mucho sufrimiento. Cuando tienes que preparar cosas, enfocarlas y darles un punto escénico no podemos hablar de sencillez.
Aquí podemos hablar de su faceta de coreógrafo
La verdad es que sí. Estamos pendientes de las cosas. Hoy día se cuida mucho este aspecto. Es lo que estamos hablando antes de la preparación. Pero yo cada día aprendo. Siempre hay algo que se puede aprender. La labor de coreógrafo llega en su momento, al igual que el ser maestro. No hace falta correr tanto. Yo siempre intento darle sentido a lo que hago. Es una cosa que insisto con mis alumnos. Prefiero que aprendan dos cosas, pero con sentido.
¿Qué supuso para usted ganar el Giraldillo del Baile en la Bienal de 1988?
Me di a conocer. Esa era la pretensión con la que venía. Me dio la posibilidad de que la gente me conociera y hablara de mi. Máxime, con la gente que concursaba como El Mimbre, Isabel Bayón, Mistela, ... gente importante.
Casi diez años después crea su Compañía, ¿qué tal le ha ido en estos ocho años?
La verdad es que empiezas con un poco de miedo. Mantener a mucha gente día a día es muy complicado. Comencé con ‘El pájaro negro' con coreografía de Ramón Oller. Conecté muy bien con este artista contemporáneo. Hicimos cosas con Morente, con Belén Maya. Fue algo muy experimental, pero salió muy bien. En la siguiente Bienal hice ‘Sólo por arte'. Me lo pidió Manuel Herrera a última hora. Y ya te imaginas, siempre andan con que está la cosa corta de dinero. De ahí el título. Aquí colaboraron José Antonio e Isabel Bayón. Fue un éxito. Cada Bienal ha sido una experiencia. En el 2000 hicimos ‘Baile de Hierro, Baile de Bronce', dedicado a Vicente Escudero. Lo estrenamos en el Maestranza. Fue la primera vez que me dirigía un director de escena. Aparte de tu coreografía, te iban marcando otras pautas.
"Yo siempre intento darle sentido a lo que hago"
Llegamos a septiembre de 2002 y estrena ‘Dime'. ¿Ha sido este espectáculo un punto de inflexión en su carrera artística?
Aquí he tenido la oportunidad de trabajar con grandes artistas. Me encargaron la obra de Lorca. La familia del poeta organiza todos los veranos un festival en la Huerta de San Vicente. A partir de eso empecé a trabajar con dos grandes directoras como Pepa Gamboa y Belén Candil. La verdad es que le dimos un punto de vista acorde con mi forma de bailar, mi forma de hacer las cosas. Había que buscarle a Lorca un punto alegre, no siempre trágico. Él hacía sus fiestas allí con sus amigos. Intentamos plasmar las diversiones de Lorca. Estrenamos unos cuarenta minutos de espectáculo en la Huerta de San Vicente. Estuvo Enrique Morente. Aquello fue genial. Y a partir de ahí lo planteamos para hacerlo en la Bienal. Entonces ya incluimos a artistas como Diego Carrasco, José Luis Ortiz Nuevo o Manolo Soler. En la Bienal fue un éxito. Éramos poco pero grandes. Me quedé sorprendido con la respuesta de todo el mundo.
Nos ubicamos en el 2004 y Javier Barón no aparece en el cartel de la Bienal, ¿por qué?
Año sabático (se ríe). Aparte de lo económico, yo no me encontraba para hacer algo grande. Si no tienes recursos y medio, ¿qué vas a hacer?. Me lo he tomado relajado. He podido ver algunas cosas, a los compañeros. Siempre está el gusanillo, pero bueno. Es un poco de envidia sana. Pero también te digo que me gustaría que más gente joven estuviera en la Bienal. No tanta lucha y rivalidad. No sé por qué hay tantas historietas con lo bonito que es esto. Yo reduciría el formato de la Bienal. No hay unión ni organización. Cada uno va por un sitio. Mi política es el baile. Hoy hay cantidad de recursos para poder hacer grandes cosas, pero nada. Es triste ver esto.
Ahora está con ‘Notas al pie', un espectáculo que estrenó en 2003. ¿Qué novedades o cambios presenta en la actualidad?
Al principio de desarrollar el tema buscaba algo tradicional. Pero no lo de siempre. Sino darle otro sentido. Cante, baile y un punto musical con la presencia de un violín. Mis pies se equipararían a las voces, dando notas altas y bajas. Todo con sencillez y grandeza. Y buscando estilos diferentes. Alexis Lefevre le ha dado un punto muy bonito al espectáculo que se adapta a mi forma de bailar. Es un espectáculo que ha ido evolucionando poco a poco. Ahora contamos con la presencia de Isabel Bayón, con la que bailo un par de números. Con ella hay una magia especial. Con el tiempo se pierde el bailar en pareja, pero con ella hay una comunicación muy buena y con mucho gusto. Bailo una caña y unos tangos con ella. Otra cosa que he intentado hacer son bailes cortos, no excesivamente largos. Busco la fluidez. También tenemos un diseño nuevo de luces y de vestuario. He hecho un espectáculo en un formato pequeño para que pueda rodar por muchos sitios.
Suerte
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