La Alboreá
El nombre procede de "alborada", amanecer, blancura. También se conoce como arbolá o arbolá. Es el cante de boda de los gitanos andaluces, aunque está constatado que costumbres como la prueba del pañuelo, para comprobar la virginidad, son de tradición castellana, pues la misma reina Isabel la Católica se sometió a ella.
Consisten sus letras en elogios a la belleza y, sobre todo, a la virginidad de la novia, de forma simbólica:
"En un prao verde
tendí mi pañuelo,
salieron tres rosas
como tres luceros."
También son frecuentes las alusiones a la alegría de los familiares, pues no en vano en la virginidad de la novia está la base de la honra, no sólo de ella, sino de toda la familia:
"Jesucristo bendice
a tan bonita novia
y a toa su familia
le das la honra."
"¡Que viva el padre de la novia!
¡Qué bien ha quedao
Por eso a su hija
La han coronado."
Es posible que el origen de estas letras esté en fragmentos de romances antiguos que los gitanos han seleccionado y aflamencado, con lo que la alboreá y el romance se unen en la génesis misma del cante flamenco como tal.
Hay diversos tipos de alboreá: la de Granada, realizada por los gitanos del Sacromonte, que junto con la cachucha, la roá y la mosca, forman parten de las zambras; en Andalucía occidental, está la alboreá de Cádiz y Los Puertos (con aire de soleá bailable romanceada), junto a la de Jerez, Lebrija y Utrera (soleá o soleá por bulerías con acentos de romance) y las de Écija, citadas por Manuel Martín Martín (conocidas como bulerías de estuche) y de las que, según este crítico, no hay grabaciones.
Está marcado este estilo, como la petenera, por el halo de mal fario (mala suerte) que le han dado los gitanos, que consideran que da mala suerte su ejecución fuera del contexto íntimo de la boda. Sin embargo, existen grabaciones, de gitanos incluso, que nos acercan a este estilo: María la Perrata y Lebrijano, los Agujetas, Rafael Romero el Gallina -su divulgador-, La Piriñaca, etc.
Caracoles
Uno de los estilos más interesantes dentro del ámbito de los cantes de Cádiz.
Proceden de una antigua cantiña titulada "La caracolera", a modo de pregón. Quizá fue Tío José el Granaíno el creador de este cante, hasta que el maestro don Antonio Chacón lo propagó definitivamente. Musicalmente, está emparentado con las alegrías y el mirabrás, con el compás de las primeras y el barroquismo y dificultad del segundo.
Veamos alguna letra, quizá la más popular:
"Cómo reluce / la gran calle de Alcalá / cuando suben y bajan / los andaluces. / Vámonos, vámonos / al café de la Unión, / donde para Curro Cúchares, / el Tato y Juan León. / Eres bonita. / El conocimiento / la pasión no quita; / te quiero yo / como a la mare / que me
parió ..".
Un excelso cultivador de nuestros días fue el recientemente fallecido Naranjito de Triana. Para él nuestro homenaje, a través de esta semblanza de los caracoles.
Texto: José Cenizo Jiménez