La bailaora lidera la lucha unida de los artistas profesionales por la regulación laboral y salarial y contra la economía sumergida que afecta al colectivo flamenco.
Revista La Flamenca. Xavier Grau. 7/ 5/2020
Mensaje twitter uno, de Eva Yerbabuena, bailaora y coreógrafa, el pasado 13 de marzo: “Gracias, gracias y gracias. Mantener la calma y ser conscientes de nuestra responsabilidad. Los actos individuales tienen repercusiones en la colectividad. Por eso depende de todos cómo y cuándo salgamos de esta. Yo lo tengo claro”.
Mensaje twitter dos, de Eva Yerbabuena, presidenta de Unión Flamenca, este Primero de Mayo: “Llena de ganas de luchar por unos derechos que como trabajadores nos corresponden. Nos hemos dado la mano y empezado a trabajar desde la unión, desde lo colectivo”.
Son estos dos ítems, estos dos pronunciamientos públicos los que resumen cómo ha canalizado su energía y su rabia el colectivo flamenco durante este estado de Alarma. Nos cuentan cómo el parón por la pandemia del covid-19 ha espoleado la reacción y un nuevo papel de los artistas en el sector. Entró Yerbabuena en el confinamiento proyectada como bailaora, como coreógrafa, como empresaria. Sale de él como organizadora de una reivindicación de largo recorrido que muestra cómo una nueva generación de artistas quiere ejercer sus derechos laborales ante empresarios, representantes, programadores y administraciones.
La bailaora encabeza la nueva asociación de profesionales flamencos que ha nacido con rapidez inusitada en estos días de apagón y confinamiento. El combustible de la inquietud sindicalizante prendió con las declaraciones del ministro de Cultura amagando con las ayudas a artistas y creadores.
“TRAS LAS DECLARACIONES DEL MINISTRO URIBES NOS VIMOS CON TODAS LAS PUERTAS CERRADAS”
“Sentimos una necesidad histórica de unirnos y reivindicar nuestra dignidad y al escuchar las palabras de Rodríguez Uribes nos vimos con todas las puertas cerradas”, exclama Eva Yerbabuena confinada en su casa de Sevilla.
Tirando de indignación, superando el cansancio. Recorriendo el duro camino por el que transita su profesión y uniendo cabos y amistades, decidió organizarse para alzar la voz.
En el origen de Unión Flamenca, que ha reunido en estas semanas de confinamiento a los más florido del flamenco reconocido y mediático del país, está una videollamada del Instituto Andaluz del Flamenco tanteando el estado de opinión de algunos artistas al inicio de toda esta pesadilla.
De la videoconferencia a la acción. Eva contactó primero con el abogado José Cepero. Había que dar arquitectura jurídica a la plataforma de lucha. Tanteó luego a otros compañeros como Andrés Marín. “Y decidí -explica- que estaba cansada de escuchar el deseo y la necesidad de apoyo, harta de tantas quejas y de tanta falta de unidad, así que apostamos por eso, por unirnos para dar una voz única a nuestro colectivo tan acostumbrado a trabajar por lo individual”.
“LOS ARTISTAS SOMOS TRABAJADORES QUE PAGAMOS NUESTROS IMPUESTOS Y POR ESO EXIGIMOS UN MARCO REGULATORIO JUSTO”
Eva Yerbabuena y su pareja Paco Jarana ya iniciaron cierto camino distinto arrancando en 1997 la autogestión de su incipiente compañía. Ella y él, guitarrista y director musical de los espectáculos, y un par de personas en la oficina para gestión y representación supieron del entramado complicado para el desarrollo profesional de su arte.
“Los artistas somos trabajadores que pagamos nuestros impuestos y por eso vamos a exigir un marco regulatorio justo para los profesionales flamencos y que se implique el ministerio de Cultura pero también el de Hacienda y el de Economía”, cuenta Eva a la espera que Uribes atienda su petición para reunirse con la junta de Unión Flamenca.
Arcángel, Marina Heredia, Dorantes, Andrés Marín, Rocío Molina y Rocío Márquez acompañan a Eva en la dirección de esta nueva organización que abre su escudo ante las críticas. ¿Los más mediáticos? ¿Los que más ingresan? ¿Los mimados de la prensa?.
“No es así” -responde esta mujer nacida en Alemania, criada por sus abuelos en Ogíjares y que fue la primera pregonera de Granada-. “Las figuras mediáticas también estamos sufriendo muchísimo: yo soy bailaora, soy coreógrafa y soy empresaria y como yo, cada artista, tiene cinco, seis o hasta una veintena de puestos de trabajo a su alrededor”, cuenta.
Junto a los argumentos más conocidos del flamenco como industria, como seña de identidad de un país; con la lacra de la economía sumergida y en negro que atenaza a artistas inmensos; con el desencanto por la desatención permanente que acusan de las Instituciones, Eva y sus compañeros buscan y muestran cartas nuevas.
“¿QUÉ PASA CON ESTE OFICIO QUE SE DESVALORA MÁ QUE LA DE LOS ABOGADOS, LOS PINTORES O LOS MÉDICOS?”
Su lamento es grande, como de fin de toda paciencia por los artistas actuales y por los pasados con esas fatigas que parecieran necesarias para crear. Lo expresa Eva en crudo: “Si ya es muy triste que cuando un chico o una chica cuentan en su casa que quieren ser cantaores o guitarristas, lo primero que les dicen es... muy bien, pero sácate antes una carrera”. Y con mucha indignación: “¿Qué pasa con este oficio, con esta carrera artística, que se desvalora más que la de los abogados, los pintores, los médicos?”
“¡Basta ya! de resignación -clama- vamos a seguir todos los protocolos que hagan falta, nos vamos a presentar con educación, pero vamos a dar guerra pero no a pedir limosna ni a mendigar”, avanza Eva María Garrido esa misma mujer firme y trabajadora que está en el armazón más íntimo de la figura de la Yerbabuena.
De su mano, los profesionales del flamenco se ponen a trabajar en el análisis de un sector sin datos ni registros oficiales de fiar, para dar visibilidad a su ocupación, para proteger a los más alejados de los focos y para lograr una regulación legal que sanee contratos, condiciones laborales y límites salariales que protejan de la intemperie que luce rampante bajo los pliegues de la pandemia.
Le duele que la protección a los artistas sea más “digna y decente” en Francia o en Alemania y “ahora en España necesitamos un halo de esperanza y dignidad para descubrir qué significa el Flamenco como realidad económica y social”.
“HASTA AHORA HEMOS PODIDO TIRAR DE LOS AHORROS, PERO EN LOS PRÓXIMOS MESES PUEDE QUE NO NOS ENTRE NADA”
Confinada en su casa, junto a Paco, y pensando cómo la situación afecta también a sus dos hijas, Manuela y Marietta, de 25 y 8 años, cree que la situación se complicará en los próximos meses. De momento, mantiene la fe en algunos de sus espectáculos en diferentes ciudades que están aplazados, todavía no anulados. Una nueva obra ya empieza a ver la luz por los rincones de su estudio. Por lo menos ya lo ha bautizado. Se titulará Al igual que tú.
“Entrenar y ensayar en casa estos días, lejos del estudio, es como cuando empezaba en la cochera de casa de mis padres”, donde se inició bajo el aliento primero de su tía Encarnita, la primera en apostar por su ángel artístico.
Volver a la normalidad del trabajo, detalla, “será muy duro y no sé con certeza qué pasará porque el panorama es desolador pero tenemos que seguir”. Claro está cómo pesa cargar por la responsabilidad de la compañía. Que el aplazamiento de actuaciones en Holanda, en Francia, en Granada, en Madrid o en Melilla suponen un mazazo.
Si no se levanta el telón, si no se encienden las luces del escenario sobre ella, la bailaora sufre, la coreógrafa también. Y la empresaria se rompe con este parón que deja sin trabajo a diseñadores de vestuario, fabricantes de tela, zapaterías y talleres.
Por todo ello, el convencimiento es máximo a la hora de priorizar el empeño de Unión Flamenca. “Hay que aprovechar toda esta fuerza, seguir el rumbo con el que hemos empezado para ponernos en contacto con las administraciones y asumir todos los riesgos porque la situación que se nos viene encima es desconocida para todos y si hasta ahora hemos podido tirar de los ahorros, en los próximos meses puede que no nos entre nada”, asume.
“SOMOS CULTURA, ENTRETENIMIENTO Y FIESTA PERO TAMBIÉN PAGADORES DE IVA, PÓLIZAS Y CRÉDITOS ICO”
“Estando parados, si no te mueves... te mueven y cada uno manda en cada uno y cada cual en su dignidad”, razona con el aval de sus estanterías repletas de premios. Entre ellos: Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Premio Nacional de Danza, Medalla de Andalucía, Medalla de Oro de Granada. También, el premio Pata Negra de Turismo de Granada, el primero que consta en su currículum oficial.
Es mucho lo que profesionalmente ha logrado Eva Yerbabuena y no teme apostar ahora todo este prestigio al nuevo combate para la dignificación profesional del colectivo -reléanse de nuevo los mensajes uno y dos en la invitación a la lectura de esta entrevista-.
Suspira: “Yo sólo pido ser feliz con mi trabajo y con mi vida y eso lleva a que ahora estamos sin vivir, buscando fórmulas para un análisis muy profundo en que se valore nuestra labor como actividad económica y se nos reconozca nuestra dignidad como artistas”.
“Somos cultura, entretenimiento, fiesta y a la vez pagadores de IVA, de pólizas bancarias y de créditos ICO con los que levantamos nuestros espectáculos”, resume la creadora de Cuentos de Azúcar.
El devastador vacío pandémico azuza la reflexión del mundo cultural y esta introspección colectiva ha de permitir, pide Eva, saber más “sobre quienes somos, donde estamos, cómo hemos llegado hasta aquí y hacia dónde vamos...” En este momento complejo, Eva Yerbabuena reclama para los artistas y los creadores un papel principal: “Hacer memoria, recordarnos que somos parte de un pasado y que no podemos ni debemos olvidarlo”.