Rocío Márquez trajo al Festival de Jerez su último trabajo El Niño, dedicado a Pepe Marchena
Web revista La Flamenca. Luis M. Pérez. /Jerez/ Sala Paúl 22/2/2015 Fotos: Javier Fergo / Festival de Jerez
El segundo día del Festival de Jerez ofrecía a los aficionados, que este fin de semana se dejan ver por la ciudad, dos platos fuertes entre los que a priori había que elegir. A las siete de la tarde, la juventud y actualidad de Rocío Márquez, que se encuentra en la cima de su carrera. Y a las nueve, en el lado opuesto de la ciudad, la veteranía y el clasicismo de Manuela Carrasco en el Teatro Villamarta.
Afortunadamente, como decía Rafael el Gallo, en este mundo “hay gente pa to”, y ambos escenarios se llenaron hasta la bandera. El público de Rocío Márquez es variopinto, aunque predominan los jóvenes y una legión de seguidores que la siguen a donde quiera que ella vaya. Entre los extranjeros, que eran mayoría en la sala, predominaban curiosamente los europeos y norteamericanos sobre los orientales.
La Sala Paúl es una sala moderna, pensada para conciertos de rock, jazz o música amplificada en general, y permite al espectador una visión privilegiada del escenario desde cualquier punto, lo cual es de agradecer. Tal vez por ello Rocío eligió este enclave para presentar en Jerez la gira que ya inició en Sevilla durante la pasada Bienal de Flamenco, titulada El Niño. Andando por los campos marcheneros, que generó mucha controversia en los medios y en los mentideros por su decidida apuesta por mezclar el flamenco clásico con el rock alternativo o experimental.
El recital está dedicado a uno de los cantaores más importantes de la historia, don José Tejada Martín, para el flamenco Pepe Marchena o el Niño Marchena, cuya obra discográfica al completo ha sido recientemente restaurada y digitalizada gracias al esfuerzo de la Federación Provincial de Peñas Flamencas de Sevilla.
Comenzó Rocío Márquez su actuación cantando la colombiana, palo creado por el maestro homenajeado. Lo hizo vestida de calle, con toda su banda de músicos, lo que restó protagonismo a su voz prodigiosa en favor de aligerar un palo que por naturaleza no lo necesita.
A esto le siguió una canción-recitado “Te deshojé como una rosa”, en la que “Los Mellis” tuvieron su buena dosis de protagonismo, con sus voces jugando entre la armonía y su contrario, para terminar con un eco lejano del juguetillo de la cantiña de la Rosa.
La guitarra de Manuel Herrera, con un sonido limpio y rebosante de flamenquería, nos recordó a todos por qué estábamos allí y, tras una canción que fue alarde de técnica, afinación y velocidad, el compás de los Melli nos transportó al otro lado del charco. Fue entonces cuando el Niño Marchena se hizo presente en los melismas de Rocío que, con la miel pastosa de su garganta, abordó la guajira “Al despuntar la mañana”.
Y tras recoger el aplauso sincero del respetable, se echó sobre el hombro izquierdo un precioso mantón blanco que se recogió a la cintura con su mano derecha, a modo de capote torero de paseo. Señal de respeto hacia lo que habría de venir, mientras ejercía la pedagogía explicando los cantes que acaba de interpretar.
Unos fandangos naturales del marchenero, en los que la cantaora imitaba a veces hasta su acento peculiar, “Y en aquella cruz de piedra donde rezamos los dos luego rezaste con otra y la cruz se estremeció, yo deseo volverme loca” dieron buena muestra de todos sus registros, sobre todo los graves, donde sonó bien profunda. Y cerró con uno de Huelva, “El trece dónde estará, el once le dijo al doce”, arrancando una ovación atronadora.
“Voy a cantar ahora el “Romance a Córdoba”, que él hacía de una manera tan especial, con un texto de Pastor Poeta.” Lo que hizo Rocío es de una ejecución extraordinariamente difícil, por lo extenso de la letra, y el compás que hay que tener para que entren bien las transiciones entre cante y recitado, y viceversa.
Un llamada jonda de la guitarra, y comienza la taranta “Dime el hombre por qué muere y los astros por qué se mueven”. Rocío lo explica todo, con su vocación didáctica: “Esos cantes del campo de Argar, aquellos trovos, los fotografió y los convirtió en su taranta.” Y ahora unos cantes de ida y vuelta, la milonga “Allá en el cincuenta y siete”, en la que la cantaora tuvo una especial complicidad con el público, y en la que abusó tal vez un poco de los adornos, aunque, como decía aquél, quien pueda hacerlo así, que se atreva.
Lo que siguió a continuación no pertenece a la crónica flamenca. Rocío se despojó de su mantón blanco y puro y la banda de rock psicodélico andaluz tomó posesión del escenario. Minutos después el cante grande volvió a la Sala Paúl, pues la artista volvió a ceñirse su mantón y se sentó para arañarnos los sentidos con unas seguiriyas de Paco la Luz, Frasco el Colorao y la cabal de Manuel Molina, Tras la ovación, y ya sin micrófono, pareja de fandangos naturales de Julián Estrada y de Manuel Vallejo. Y Rocío Márquez la cantaora se marchó dejándonos con la miel en los labios.
Ficha artística
Espectáculo: El Niño. Andando por los campos marcheneros /Sala Paúl/ Jerez de la Frontera 21/2/2015
Cante: Rocío Márquez.
Guitarra flamenca: Manuel Herrera
Voces y palmas: Manuel y Antonio Montes “Los Mellis” y Niño de Elche
Guitarra eléctrica: Raúl Cantizano
Batería y percusión: Antonio Montiel