Web revista La Flamenca. Rubén Gutiérrez 19/4/2012 Fotos: Flamenco Viene del Sur
El Ballet Flamenco de Andalucía acudía nuevamente a la ciudad de Almería dentro de la ya consolidada programación de Flamenco Viene del Sur. Un buen ejemplo de que la cultura acorta la distancia entre los partidos políticos. Pero se presentaba de la mano de su nuevo director, Rubén Olmo, y de un plantel totalmente renovado, así como la propuesta que se exhibió en las tablas. A lo largo de la historia del arte jondo las compañías de baile flamenco han tenido una gran importancia, pero es más cierto que en el siglo pasado también existió ese tipo de agrupación dancística que recibió el nombre de Ballet Flamenco, principalmente motivadas por la pronta internacionalización de este arte. Sin duda alguna el mecenas ruso Sergei Diaghilev tuvo mucha culpa en ello. Pues Rubén Olmo ha tirado de la historia para configurar un ballet flamenco al uso de la centuria pasada.
La velada estuvo estructurada en dos partes muy diferenciadas, la primera de ellas, de lo que llamaríamos flamenco de corte convencional, basada en coreografías grupales, donde toda las compañía muestra sus horas de estudio con unas ejecuciones muy sincronizadas, sin que nadie destaque por encima de las demás. Lo que podemos alabar como una gran labor de equipo. Principalmente por lo hombres con una fantasía flamenca que denota la virilidad del baile masculino, asentada en el decálogo de Vicente Escudero, para proseguir con las féminas con un delicioso baile por alegrías en honor a la escuela sevillana. Por tanto los mantones y las larguísimas batas de cola fueron las protagonistas, hasta que salió al escenario Pastora Galván, sin duda alguna la reina de la noche. No solo en este número, si no en los posteriores bailes por romances utreranos y tangos de Triana. La bailaora sevillana demostró su maestría sobre el proscenio, dejando al público obnubilado con sus movimientos de caderas, su dominio de la punta y el tacón y demás mudanzas flamencas, sin olvidar su sensual braceo. También tuvieron su sito los primeros bailarines Patricia Guerrero y Eduardo Leal, en un paso a dos por aires de levantes, pero no el típico taranto a compás, sino una versión más libre por tarantas. Sin duda un número original, pero que tampoco nos dijo mucho.
Tras el descanso vino una segunda parte que hacía honor al tipo de compañía que había en la escena, pues hubo más de ballet que flamenco. Llegaría Rubén Olmo para demostrar porque es el actual director de la misma, exhibiendo sus cualidades técnicas y estéticas para danzar, ya fuera ballet, clásico español y guiños a lo jondo. Lo que menos nos gustó fue sin dudad que la música fuese enlatada. Es cierto que no corren tiempos para el derroche, y que no era posible contar con la Orquesta de Córdoba, que si estuviera en el estreno de la obra en el festival de Jerez, pero si es más cierto que en nuestra ciudad hay varias orquestas sinfónicas, que gustosamente hubieran interpretado la partitura de tintes nacionalistas de Jesús Cayuela, lo que indudablemente hubiese enriquecido el espectáculo.
Esta continuación tendría otros dos momentos grupales más, bajo las mismas premisas que el anterior, el demostrar que toda la compañía presenta una solida formación en las diversas disciplinas de danza que se estudian en nuestro país, aparte del flamenco. Por supuesto que es una alegría el contemplar un grupo de jóvenes y cualificados bailarines deleitándonos bajo el repicar de las castañuelas y los pasos de la escuela bolera, pero también es más cierto de que nos quedamos con las ganas de ver bailar a Rocío Molina, que hasta el último momento fue una incógnita si tomaría parte en la función, como así dejaba de entrever el programa. Su ausencia fue suplida por Rubén Olmo, y desconocemos si la coreografía fue la propia de Rocío o si la modificó para su baile masculino. La puesta en escena de toda la obra fue correcta, sin grandes alardes, pero sí que no hubo recortes en cuanto al vestuario se refiere, pues contabilizados más de media docena de trajes diferentes en cada bailarín. La interpretación musical nos pareció igualmente correcta, destacando al guitarrista David Carmona, que firmaba las composiciones de la primera parte, en la cuales se veía su atento aprendizaje bajo las órdenes de Manolo Sanlucar. Un buen espectáculo que pudimos disfrutar el pasado sábado, pero como tantos otros muchos que tuvieron lugar el siglo pasado a lo largo y ancho de la geografía jonda.
Ficha artística.
Dirección y coreografía: Rubén Olmo. Solistas: Eduardo Leal. Patricia Guerrero. Bailarines: Sara Vázquez. Ana Agraz. Marta Arias. Mónica Iglesias. Maise Márquez. Juan Carlos Cardoso. Ángel Fariña. Fernando Jiménez. Álvaro Paños. Cante: Fabiola. El Zambullo. Guitarras: David Carmona. Manuel de la Luz. Percusión: David Chupete. Artista invitada: Pastora Galván.