¿Está perdiendo el flamenco su sabor?. Es una cuestión de fácil respuesta. Muchos creen que sí, pero pocos son los que intentan poner remedio a una situación que cada vez es más evidente. Unos hablan de crisis de la danza en general, otros del flamenco en particular. Algunos lo achacan a la excesiva narratividad de las producciones actuales, otros abogan por la falta de emotividad y el remate rebuscado. Ya lo veníamos anunciando en el balance de la pasada Bienal de Sevilla. ¿Qué está pasando en el flamenco?. Está claro que se está avanzando mucho en algunos aspectos, ¿pero esto es positivo para este arte?. La verdad es que resulta tarea ardua complicada poder ofrecer un juicio cierto sobre estas cuestiones. Es bueno que el flamenco beba de otras formas artísticas, de otros lenguajes; siempre y cuando no se atragante. Estamos ante el momento de esas producciones grandilocuentes. ¿Hacia dónde nos lleva esto?. El tiempo lo dirá. Lo que está claro es que hoy día se apuesta por las grandes puestas en escena donde la danza teatral cobra especial relevancia. ¿Tienen que contarnos necesariamente una historia?. El artista manda. Muchas de estas cuestiones se han ido planteando a lo largo de las casi dos semanas del Festival de Jerez. Opiniones de todos los gustos y todos los colores. Pero esto no quiere decir que no se hayan visto cosas interesantes. Más bien debemos hablar de momentos interesantes, de esos instantes de genialidad que sólo el artista nos puede ofrecer. Eso es, de duende. Aunque algunos digan que nunca han visto ninguno por ahí. Esos momentos de catarsis existen. Otra cosa es que algunos no lo sientan. Trece días de Festival son más que suficientes para observar y valorar lo que está ocurriendo. El próximo año el Festival de Jerez cumplirá su primer decenio. Motivo suficiente para que se lleven a cabo los cambios anunciados por las instancias que comandan el Festival. Esperemos que no sea un calco de las Bodas de Plata de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Todo es mejorable, y no cabe duda que el Festival de Jerez avanza. Pero quedan muchas cosas por hacer. Hay que ser más cuidadosos y saber en qué emplazamiento debe colocarse un determinado espectáculo. Las propuestas deben pasar por un filtro para saber dónde deben ser ubicadas. También hay que mantener un cierto nivel en la programación conjunta. Una semana buena, y otra menos buena.
El Ballet Nacional fue el encargado de abrir el telón del 9° Festival de Jerez con ‘El Loco', una obra basada en la historia de Félix Fernández García, bailador sevillano que formó parte de los ballets rusos de Sergei Diaghilev y que terminó recluido en el asilo psiquiátrico de Epsom (Inglaterra), donde murió en la más triste soledad. Bajo la dirección coreográfica de Latorre, el Ballet Nacional presentó una propuesta bañada en ambientes minimalistas. Música envolvente para recrear la historia. Composiciones del maestro Manuel de Falla. El cante brilló por su ausencia. Tan sólo unos pequeños apuntes. Clasicismo y danza. Cuidada escenografía y vestuario. Prestando especial atención al espacio invadido, en ocasiones, por veinte bailarines. Destacada actuación de Christian Lozano.
Sin apenas haber digerido la propuesta de José Antonio, en la Bodega Los Apóstoles entonaba los primeros acordes Gerardo Núñez. El guitarrista jerezano vino a su tierra a presentar su último trabajo discográfico, ‘Andando el tiempo'. Aunque también quiso deleitar al respetable con algunas nuevas variaciones. Un lugar inapropiado para un guitarrista de tanta categoría.
La segunda jornada comenzó en la Sala La Compañía, otro de los espacios en los que transcurre el Festival y destinado a "otras" propuestas, consideradas no tan relevantes como las del Teatro Villamarta. Israel Galván ofreció su visión particular. Bailaor herético. Quiso confrontar la tradición con la vanguardia a través de retazos de su último espectáculo, ‘Arena'. El artista sevillano tiró de la garganta de Fernando Terremoto y de la excelente sonanta de Alfredo Lagos. Una puesta en escena al servicio del artista. Un repaso por algunos palos del flamenco. Cante, toque y baile. Tres visiones, tres vertientes, tres artistas.
Al Teatro Villamarta llegaría ‘Jerez Puro, esencia' de María del Mar Moreno, único estreno de la presente edición del Festival. La artista jerezana quiso rendir tributo a su tierra con un elenco de artistas que representaba a la mayoría de las familias flamencas que conforman la idiosincrasia de este pueblo. Moreno bailó por cantiñas, soleá, malagueña y seguiriyas. Unas dos horas de espectáculo en la que se pudo vivir momentos tan especiales como la seguiriya de Antonio Malena y Moraíto con tan sólo unos quince años de edad. Ambos artistas quisieron rememorar ese momento para el deleite del respetable. La noche la cerraría el piano de Chano Domínguez.
Tercera jornada. Juan de Juan se emancipa de su mentor. Deja su etapa con Canales para enfrentarse en solitario a los designios del flamenco. Comenzó acelerado en la seguiriya. Una vez matado el primer toro, templó un poco más en la faena de la soleá. El bailaor sevillano tiene un futuro prometedor. Baila con gusto, pero abusa de los contratiempos. Sabemos que está sobrado de técnica. Cuando el sevillano se pare, otro gallo cantará.
Manolo Sanlúcar y Javier Barón compartieron noche en el primer auditorio jerezano. Después de lo visto, la organización debería haberle dedicado un día a cada uno. Pero bueno, menos da una piedra. ‘Tres momentos para un concierto' sintetiza la carrera artística del guitarrista sanluqueño. Tres bloques, tres épocas, tres propuestas. Sanlúcar se encontró a gusto en todo momento. En cada tema se paraba para explicar su procedencia. Segunda guitarra prometedora, Santiago Lara. De regalo, una composición inspirada de ‘La danza de los Pavos', obra del pintor Baldomero Romero Ressendi. La segunda parte estaría protagonizada por Javier Barón e Isabel Bayón. Uno de los mejores espectáculos del Festival. Pese a que ‘Notas al pie' ya tiene unos cuantos años de edad, Barón le dio un enfoque distinto incluyendo la presencia de la bailaora Isabel Bayón. Para enmarcar, el paso a dos de ambos artistas por tangos. Sencillez, sentido, naturalidad, elegancia, aplomo,... El violín de Lefevre sonó a las mil maravillas. Los bailaores estuvieron arropados por las guitarras de Javier Patino y Juan Diego Mateos. El Pele rubricó la noche en la Bodega Los Apóstoles con un completo recital en el que dio muestras de encontrarse en buen momento. Ese enclave jerezano es propicio para conciliar los duendes.
Diego del Morao y Laura Vital inauguraron ‘Los Conciertos de Palacio' En acústico, en minoría y para unos cuantos escogidos. Mucha percusión para la guitarra de Diego. Pese a ello, el guitarrista jerezano tocó con el sabor y el soniquete de la tierra. Compás no le faltaba. Laura Vital completó la segunda parte. La cuarta jornada nos trajo un tiempo infernal. Pero actuaba la Compañía María Pagés con ‘Canciones, antes de una guerra'. Espectáculo premiado en la pasada Bienal de Flamenco. Por tanto, mucha expectación. A la postre, una propuesta divertida, efectista y superficial. Pagés tira de elementos no flamencos para darle consistencia al espectáculo. Baile hubo, y mucho. Hasta la canción del cola-cao. Humor, ternura, en fin, un cóctel preparado para encandilar al público. Excelente voz de Tsidii Le Loka. Pagés hace y complace. La noche finalizaría en la Sala La Compañía. María José Franco o Luis Moneo. Todavía algunos se siguen preguntando si asistimos a un recital de cante o de baile. La gaditana bailó por seguiriyas, apostó por el taranto -remachándolo por tangos- y finalizó por alegrías. Finura en el porte. Entre medio, un compás de espera. Hay que evitar los baches.
Quinta jornada. Toque y cante. Javier Patino y Rocio Bazán. Más conciertos en el Palacio Villavicencio. Preámbulo de ‘Carmen, Carmela', último trabajo de Antonio Canales. El mito ya nos lo conocemos. El bailaor sevillano acude al clasicismo de Lola Greco. Pasión y refinamiento. Gran dosis de teatralidad. Incomprensible decorado. La música de Bizet se intercala con los acordes del joven guitarrista de Morón, Daniel Méndez. Greco no falla. Canales se vació en los tangos. ¡Olé!. Con eso basta. Diego Llori, demasiada farruca. Reseñar las voces, el torrente de José Valencia y el eco rajado de Herminia Borja. El mito sigue latiendo. De nuevo a la Sala Compañía. Era turno de una joven malagueña de la que se está hablando mucho. Rocio Molina. No dejó indiferente a nadie. Con personalidad. Buscando su sello. Aporta savia nueva en cada escorzo. Desafía al equilibrio. Indaga en el braceo. Sabe sacar partido a sus condiciones físicas. Diferente.
Estamos llegando al meridiano. Aterriza la guitarra de Córdoba. José Antonio Rodríguez. Dos horas más tarde, Rafaela Carrasco debuta con su Compañía en el Festival de Jerez. ‘Una mirada del flamenco' es el enfoque artístico que la bailaora sevillana pretende dar a sus composiciones coreográficas. Bulería vertiginosa para empezar. Malagueña ensoñadora. Farruca arriesgada. Tres bailarines con bata de cola. Masculinidad a una prenda femenina. Taranto tradicional. Martinete y soleá. Un amplio recorrido por el que ahonda en conceptos distintivos. Utiliza un lenguaje más allá del flamenco. Apela a las emociones más que a los remates estructurados. Esas son sus cartas. Un pero, el cante.
Ecuador. Séptima jornada. Un único espectáculo. Un jerezano universal, José Mercé. El cantaor vino a la tierra donde le vio nacer a presentar su último -y controvertido- trabajo discográfico, ‘Confí de fuá'. Consciente de la plaza donde toreaba, comenzó con un repertorio de lo más tradicional. Tonás, malagueña, seguiriya, soleá,... con tres banderilleros de lujo. Moraíto, Diego del Morao y Juan Diego. Hasta aquí, todo bien. Pero el cantaor jerezano cambió de tercio, era momento del ‘Confí'. El cante a ‘mercé' del sistema de economía de mercado. ‘Clandestino' de Manu Chao, ‘Saliva curativa',... las luces del Villamarta convirtieron al auditorio en una sala de fiestas. Mercé, tú vales más que todo esto.
Segundo fin de semana del Festival. Por el ciclo ‘Los Novísimos' ya han pasado Israel Galván y Juan de Juan. Juan Ogalla toma el testigo. Bailó despacito. En el sitio. Reposando. Con elegancia. Sin ornamentos y con entereza. Sin descoyuntarse. Seguiriya, soleá y tangos. Un plato fuerte. Eva Yerbabuena con su ‘A cuatro voces'. Espectáculo estrenado en la pasada Bienal de Flamenco. En Jerez se presentó con cambios bastantes significativos. Voces nuevas, Rafael de Utrera y Jeromo Segura. Un final diferente. Cambió alegrías por soleá. Un baile que le ha dado numerosas satisfacciones. Ese final de la ‘Voz del silencio'... Yerbabuena baila para rabiar. Su calidad es incuestionable. El espectáculo todavía tiene que rodar. Entonces ya hablaremos. Momentos de mucho arte se vivieron en el ciclo ‘Café cantante'. Matilde Coral y Chano Lobato. Ese arte que ya hace historia. Una época, una escuela, una gracia, una vida dedicada de pleno al flamenco. Con gracia y salero. Un poco de compás y Matilde pone los pies en el suelo. Chano cantó y le cantó. Ellos siguen contando sus historias por todo el mundo. Fuerza y ganas no le faltan. Momento especial, se levanta Rafael ‘El Negro' y se pone a bailar. Para guardarlo en la retina de los grandes aficionados. No es de extrañar que la crítica del Festival le haya concedido una mención honorífica.
Novena jornada. ‘Fuera de los límites'. Belén Maya y Rafaela Carrasco en acción. Sin ataduras ni obstáculos. Van más allá de lo establecido. Rompen con la tradición. Libertas, diálogo, compenetración y complicidad. En cada paso, en cada movimiento, en cada escena. Con música del mundo y para el mundo. Improvisación, entrega y frenesí. Se divirtieron. Vuelta al Teatro Villamarta. Puesta de largo de la bailaora jerezana Mercedes Ruiz con su nuevo espectáculo, ‘Gestos de Mujer'. El público está predispuesto. Bailar en casa es un handicap, pero también una responsabilidad. Se trajo a un arcense, Marco Flores. La jerezana quiso dejar claro que no es una promesa, sino una realidad. Rondeña y verdiales. Sin complicarse la vida. Alegrías. Busca el equilibrio. Estiliza en los tarantos. Bata de cola inmaculada. Abrocha por tangos. Funciona la conexión Ruiz-Lara. Pulcritud en el zapateado. Le cede el protagonista la bailaor invitado. Flores lo aprovecha y se marca un martinete de los que a la gente le gusta. Con un público entregado desde el principio, la joven bailaora finaliza su espectáculo por romance.
Décima jornada. Cada vez queda menos. Pero menos de todo. Trasierra y Zarzuela. Tocaor y bailaor. Dos jóvenes intérpretes que poco a poco van gestando su sitio. Nadie sabía a ciencia cierta qué es lo que nos esperaba en el Villamarta, aunque se olía. Ballet Flamenco de José Porcel, bajo la dirección artística de José Granero. Sin comentarios.
Corriendo para la Sala La Compañía. Dos bailaoras. Soraya Clavijo y Alicia Márquez. Jerez y Sevilla. Dos estilos, dos esquemas diferentes. Fuerza y tronío por un lado, elegancia y parsimonia por otro. Comparten tablas en la seguiriya. Clavijo se emancipa en la soleá y Márquez toma el testigo por alegrías. La noche se prolongó más de la cuenta.
Entramos en la recta final. Undécima jornada. Juan Diego y La Tremendita. El guitarrista jerezano tiene la oportunidad de presentar parte de su primer trabajo discográfico, ‘Luminaria'. Un disco con sabor, con personalidad. Justo premio para el tocaor. La Tremendita completó la tarde. Hizo suyo el cante por media granaína y granaína. En el Villamarta aguardaba la Compañía de Javier Latorre. Homenaje a Jesús de la Rosa, componente del mítico grupo ‘Triana', que se estrenó en el Gran Teatro de Córdoba y que rodó por la pasada Bienal. Fuensanta La Moneta engrandeció la seguiriya. Daniel Navarro le replicó en los jaleos. Una noche de amor...que completó María Bermúdez en la Sala La Compañía.
Cañizares cerró el ciclo ‘Bordón y cuenta nueva'. Una guitarra de altura. De técnica envidiable. Y con sentido. Vibrante e intenso. Penúltimo día. Antonio Márquez tiñó de clásico español el proscenio del Villamarta. ‘El sombrero de tres picos, Zapateado y Bolero'. Colorido tanto en el vestuario como en la escenografía. Las castañuelas cobran protagonismo. Márquez defiende a capa y espada la escuela del Ballet Nacional. Y eso gusta a los nostálgicos. Premio de la Crítica del 9° Festival de Jerez.
Todo tiene un final. Milagros Mengíbar, El Lebrijano y Paco Cepero. Tres horas de espectáculo. La sevillana lidió con bata de cola por petenera y alegrías. Escuela sevillana. El Lebrijano, que acudía en sustitución de Bernarda de Utrera, no estuvo fino. Apostó por el compás ternario y selló su actuación sin más pena que gloria. Como cierre, homenaje a un artista de la tierra, Paco Cepero. Variado recorrido por los palos del flamenco. Con Elu de Jerez al cante y Juan Antonio Tejero e Irene Carrasco al baile. Se cierra el telón. ¿Qué sorpresa nos deparará el futuro?.
Fotos: Jorge Arroyo