Luto en el flamenco por la muerte de Manuel Molina, el artista falleció anoche en su domicilio de San Juan de Aznalfarache, víctima de una cruel enfermedad.
Web revista La Flamenca. Luis M. Pérez. 19/5/2015 Foto: Cristóbal Peña
Nos lo acaban de comunicar y la noticia nos ha dejado paralizados. Desde hace poco menos de un mes sabíamos que Manuel estaba muy malito y todavía no nos habíamos hecho a la idea de la gravedad de su enfermedad. Tenía sesenta y seis años.
Tan rápido, Manuel, como viviste. Porque dicen los que te conocen, qué difícil va a ser hablar de ti en pasado, que te has bebido la vida como si no hubiera un mañana detrás de cada noche. Que vivías cada día como si fuera el último de la cesta no es ningún secreto. Que traspirabas una humildad tan clara como tu grandeza, tampoco.
Manuel Molina Jiménez vino muy jovencito a Triana con su familia, desde Ceuta, donde había nacido en 1948. El hijo de El Encajero, guitarrista de Algeciras, destacó pronto con la sonanta en la barriada de El Tardón, donde habitaban familias tan artísticas como los Pantoja, los Montoya o los Rodríguez Moreno. Aquí conoció a su primera mujer Dolores Montoya, con quien formó el famoso dúo Lole y Manuel. Antes de eso formó equipo con su amigo y vecino Chiquetete y El Rubio en Los Gitanillos del Tardón. Manuel fue un revolucionario del flamenco, precursor de las fusiones y uno de los que le abrieron la senda a Camarón de la Isla.
Hubo en el siglo XIX en Jerez de la Frontera un rico tratante, magnífico cantaor y creador de seguiriyas y cabales, que se hacía llamar Curro Molina, aun siendo su nombre Manuel y Ortega Vargas sus apellidos. Los gitanos de la calle Honsario, en el barrio de la Albarizuela le trataban de “señó Manuel Molina”, en señal de respeto, lo mismo que hacían en la Cava Nueva de tu querida Triana para referirse a Manuel Cagancho. Hace unos meses, y esto que voy a contar le puede pasar a cualquiera, un crítico de flamenco quiso ahorrarse media horita con un corta y pega, y le encalomó una foto tuya al susodicho Manuel Molina, el del siglo XIX, con un moderno pie de micro y una preciosa guitarra de Francisco Barba. Yo te digo, Manuel, que el flamenco, a partir de hoy, tiene otro señor Manuel Molina, el auténtico, para su historia.
Quienes quieran dar su último adiós a este grande entre los grandes pueden hacerlo hoy, a partir de las doce del mediodía, en el Teatro Romero San Juan de San Juan de Aznalfarache, Sevilla.