Desde hacía casi dos años esta cantaora norteamericana se encontraba encerrada en una residencia para enfermos de alzhéimer, sin padecer esta enfermedad y en contra de voluntad.
Web revista La Flamenca 11/2/2016 Foto. Enrique Villarino
¿El llevar una vida bohemia es motivo para privar la libertad a una persona? Finalmente el Tribunal Constitucional ha dicho rotundamente, NO, acabando así con el calvario de la cantaora Moreen Silver, “La Marrurra”. Ver video.
Moreen es una ciudadana norteamericana que lleva casi medio siglo viviendo en España. Quizás ya más española que americana, entre otros motivos por sus años en nuestro país, pero sobre todo por su más que afición a nuestro arte, nuestra cultura,… el flamenco.
Esta mujer que supera los 70 años comenzó a sentir el “gusanillo” del arte jondo al conocer al que fuera o es su marido, el guitarrista flamenco Chris Carnes. Ambos estudiaban en la Universidad de Las Américas en México y allí, Carnes, además de entregarle su corazón, le inyectó su pasión, el Flamenco, siendo desde entonces el alma y vida de Moreen.
Juntos aprendieron más sobre nuestro arte de mano de la compañía de Carmen Amaya, para llegar a España, concretamente a Morón de la Frontera (Sevilla) en el 1968. Desde allí, ambos artistas tuvieron la oportunidad de pisar varios escenarios, haciendo muestra de su flamenco. Sin embargo, fue en Utrera donde Moreen encontró su empuje artístico lugar que incluso supo buscarle su propio nombre para que tuviera más presencia sobre las tablas. En esta localidad sevillana, cuna de grandes flamencos, la norteamericana interpretó unas seguidillas de Diego el Marrurro en un festival que organizaban los gitanos de Utrera, ellos conscientes de que una persona que venía de EE.UU. difícilmente llamaría la atención en el mundo del flamenco, decidieron bautizarla como María La Marrurra, momento histórico y que le dio el nombre por el que hoy en día se conoce a esta artista.
Sin embargo la vida de La Marrura no ha sido siempre un camino de rosas, sino que también se ha encontrado sus espinas, la última ha sido una, que gracias a Dios, hoy ya podemos contarlo como algo pasado con final feliz.
La cantaora, finalmente, fijó su residencia en Madrid, concretamente en el barrio de Chamberí, donde ha vivido sola desde que su marido regresó a América hace más de 20 años. Un 14 de febrero de 2014 recibió la visita del Samur Social alertado por vecinos que informaron a esta instancia que la artista acumulaba cosas (lo cual se ha podido comprobar que era un inabarcable y caótico archivo de libros, fotografías y discos).
Durante la visita, los servicios sociales se percataron de enchufes descolados, cajas y objetos en medio del pasillo y a ella sin arreglar. Motivos, sin juzgar nosotros si eran suficientes o no, para emitir un informe que concluía que la vivienda ofrecía condiciones de insalubridad recomendando el traslado de su propietaria a una residencia.
Y así, tras una orden del Juzgado número 30 de Madrid, la artista acabó encerrada en un centro especializado en el tratamiento de enfermos de alzhéimer, sin curiosamente, padecer, ni presentar indicios fundamentados médicamente de tener esta enfermedad.
Pero La Marrurra, finalmente ha encontrado el fin a este calvario y ya goza de nuevo de su tan ansiada libertad.