Revista La Flamenca: Revista nº 14 / año 2006 Marzo Abril Fotos: Paco Sánchez
La bautizaron en Chapina, y a los 16 años se fue a trabajar con un permiso "camuflao" de una prima, que sí tenía los 18. Oírla hablar de baile es recibir toda una titulación en historia y formas del arte del movimiento. Nos recibió en su casa de Triana, rodeada de trofeos y recuerdos (Premios Nacionales, la única Llave de Oro del Baile, Medalla de Andalucía...). Matilde Corrales González (Sevilla, 1935), "Matilde Coral", mantiene la dinámica diaria de una persona joven, aunque admite que sus 71 años ya le van pesando. Tiene dos ilusiones para el presente más inmediato. La primera celebrar la bodas de oro con su marido Rafael García "El Negro" (Sevilla, 1935). La segunda, llevar adelante el proyecto de homologación de una titulación superior de baile...
¡Qué bonito es el baile bien hecho...!
Lo más bonito que puedas ver. La satisfacción realizada. Cuando terminas de bailar y no te sientes satisfecha, estas molesta, te cuesta trabajo que se acerquen a ti... te sientes sucia.
¿Cuáles son los ingredientes necesarios para bailar bien?
Saber estar. Tener una dedicación plena, enamorarse del ritmo, aprender los toques, los cantes, los estilos... No un baile y exponer toda la fuerza. Usted tiene que saber la raíz. Si no, apaga y vete.
El otro día en Jerez, Belmonte y Juanjo Linares se quejaban de que nadie hace los bailes completos.
Los jóvenes han mezclado de tal forma... Yo creo que son épocas y espero que esto no arraigue. Pero empiezan con el taranto y rápidamente se van a los tangos. Cuando se debe hacer el taranto entero, y el tango debe ser sólo la guinda.
¿No cree que esto responde a razones comerciales?
Claro. Pero son tan ignorantes que no saben que los palos más difíciles son los tangos y las bulerías.
¿Qué es lo más importante que ha aportado la escuela sevillana al baile?
Que mires por donde mires, es maravillosa. Ese cuello, esa cabeza colocada, ese desparpajo al mirar, ese encuadre de hombros, esas caderas redondas, esos cuadriceps provocando sin llegar a la grosería, ese toque de falda enseñando la parte más bonita de tu pierna... La escuela sevillana es un portento de pinceladas de pintores costumbristas. Algo inenarrable. Y eso no me lo pueden quitar. Eso me lo llevo yo. Aunque yo no digo que lo he parido todo. Yo no he creado nada. He aprendido de mis mayores. Sólo le he dado nombre a los pasos. Habré aportado uno o dos... pero yo no he parido nada.
Imagine que baila usted en el Lope de Vega, y un invitado suyo va a verla. ¿En qué elementos de su baile le recomendaría que se fijara?
Que alegría. Le diría... "Fíjate con tan poco, como se llena una escena. Fíjate que, con sólo alzar los brazos, en una expresión del cante o de la guitarra, te metes a un auditorio en el bolsillo". Que capte esos pocos segundos maravilloso... Ese es el baile sevillano, que con tres toques de cadera y dos tiempos de la guitarra, pones a un auditorio en pie. Y la culpa la tiene esa razón incorpórea de la que hablaba Antonio Mairena.
¿Recuerda su primera clase con Adelita Domingo?
Recuerdo que me tocó repetir la lección tres veces. Y yo le dije... "Voy a hacerla una vez y me voy a sentar. Prefiero mirar al que sabe". Y me dijo... "Tu vas a dar mucho que hablar". Yo reivindico para Adela la Medalla de Andalucía. Es necesaria. De ella fueron los primeros recortables de figuras buenas que regalaban antes... esas que se vestían con unos vestiditos y unas cositas... Debería ser Ilustrísima Señora. Yo me siento mal de serlo, cuando la veo a ella.
¿De quién se siente orgullosa en el baile de su época?
De mucha gente. Después de Adela, me fui con Eloísa Albéniz, una señora que bailaba con una armonía en todo su cuerpo... Y su hija Eloisita. Eran dos señoras bailando que no te lo puedes imaginar. Y me fijaba mucho en Arturo Pavón, que tenía unas cadencias bailando muy bonitas. Luego, mi guía, mi musa, fue Pastora Imperio. Y mi admiración hasta que me muera por la Casa López. Doña Pilar. Me gustaba Rosita Durán, que era maravillosa. Movía su cuepercito y tocaba las castañuelas... muy linda bailando. Malena Loreto, la madre de Julio Aparicio. Esos ojos verdes, alta y guapa como una escultura, con esas caderas que las movía como nadie. Intenté plagiar aquellas caderas y no lo conseguí, pero he creado mi propio movimiento, porque como ella... imposible. Me encantaba Trini España, que siempre estábamos a ver quien bailaba mejor. Y me llevaba los premios yo, pero te prometo que no por ser mejor, sino por más inteligente. Ella era mejor que yo. Más barroca... un Zuloaga.
¿Es consciente de la cantidad de alumnos que ha tenido?
No sé, es imposible numéricamente... En casa tenemos confirmación de todos. A mi me gustaría tener sus direcciones para escribirles una carta... como una despedida
Y la cantidad de academias que parten de la suya... Cientos de sucursales.
Eso debieran preguntarse los políticos. Y empezando como yo empecé, de cero. En el comedorcito de mi madre dando las clases, sin cobrar nada. Después, con el primer dinero, compré cincuenta metros en Fray Isidoro... De ahí han salido muchas figuras.
Imagino que cuando entra alguien nuevo por su academia ... ya sabe si hay madera.
Nunca se sabe. Son melones por calar. Pero yo sí, viéndolas caminar. En la primera clase, como me hayan marcado, no les he perdido el rastro. Isabel Bayón acabó con Matricula de Honor en Córdoba. María Pagés, es hoy una gran figura, y aunque yo sólo le diera el apartado flamenco... ya le di bastante. Gente muy preparada. No hay gente de nivel que no haya pasado por mis manos. Aunque todas ponen en sus curriculums que estuvieron conmigo cuando eran pequeñas... y de aquí salían con los estudios superiores de danza. O sea, que ya sabían lo que hacían.
Si hay algo que admiro en usted es su fuerza para seguir dando guerra.
Hoy me ha pasado un detalle muy bonito en la calle Sierpes: Me dice una señora... "Matilde, usted no debe de venir andando, debe de venir bailando, porque es una gloria nacional". ¿Qué he hecho yo para que me digan eso?. Además de mi familia... esa es mi satisfacción más grande. Voy por Sevilla muy derecha, aunque me duelan los huesos, y me señalan con el dedo... ¡Si para que te señalen en Sevilla tienes que ser una mal nacida o algo hermoso!. Sevilla no tiene términos medios. Y como creo no haber hecho daño a nadie, pos que alegría tener el reconocimiento de los míos. No de los políticos, a mi eso me resbala. Palabrita. El reconocimiento del pueblo andaluz. Ese es el Oscar a mi trabajo. Si supieran el daño que le están haciendo a la danza con ignorarme...
¿Cree que la ignoran?
Total. En este momento he sido ignorada por todos. Por el pueblo no. Ese es el que mueve montañas. Por eso me voy a la calle y me dicen: "¡Está usted igual!". Pero no estoy igual. Me peino igual, me visto igual... para que usted me reconozca igual. Pero ya tengo 71 años. Llevo tres años que todo lo que me hacen me duele más. Ahora he presentado un proyecto a la Universidad. Te prometo que buenos proyectos habrá muchos, pero mejor que el mío no. Porque resume toda una vida de docencia. Lo he presentado a la Pablo Olavide, a la Hispalense, La Internacional... y todos me han dado la espalda. O sea, no puedo dar ninguna titulación avalada por ellos
Pero usted es profesora titulada por el Conservatorio de Córdoba... ¿No vale eso?
Tenía el Superior y el Profesional. Pero cuando entro la Logse, me bajaron a soldado raso. A grado medio. Y todo porque no tengo mil metros de academia. Cuando de doscientos he sacado primeras figuras del Nacional, del Andaluz... Promociones y promociones. Este proyecto me lo quiere sellar la Cátedra de Flamencología de Jerez. Si no, van a pasar por el ridículo de que me lo avalen en cualquier comunidad antes que en Andalucía. Sólo me frena que quiero que sea aquí, pero ya me estoy cansando y voy a aceptar fuera. Porque si yo no tengo merito y rangos académicos para tener la homologación... Es más fácil dejarme de soldado raso y dársela a la de turno.
Después, cuando falte usted, llegaran los honores.
No. Yo lo tengo muy claro. En mi casa no entrarán honores después de muerta. Ni una corona de flores. Con toda honestidad te lo digo.