Mario Maya - Palacio de Carlos V, Granada - 21 julio al 27 de agosto
Mario Maya no dispuso de mucho tiempo para montar su "Diálogo del Amargo", pero fue suficiente para lograr una propuesta con altas cotas de dignidad. En realidad, el programa tiene dos partes, una más convencional construida con números independientes a modo de preludio y el "Diálogo del Amargo" propiamente dicho, una pieza completa, con unidad dramática, que es el plato fuerte de la noche. La primera parte también es lorquiana y granadina desde los primeros compases por fandangos del Albaycín. A destacar la coreografía de "Oliva y Naranja" (unas cantiñas de Diego Carrasco con letra de Salvador de Madariaga) la "Soleá de Adán" (protagonizada brillantemente por Anabel Moreno) y la siguiriya (bailada por Juan Andrés Maya con su garra habitual), que cierra el primer programa.
El Amargo es un viejo conocido de Mario Maya y en este "Diálogo" profundiza sobre el encuentro que aquél tiene con la muerte en forma de jinete. La historia, que comienza con la Muerte (un espléndido y sobrecogedor Diego Llori) sentenciando al Amargo (Juan Andrés Maya) nada más nacer, progresa con equilibrio y con ritmo. El recurso dramático de la "cuenta atrás" logra imprimir ya una tensión al relato desde el inicio y hace que la historia comience "en alto", de tal forma que puede volverse en contra si no se logra mantener el interés en el transcurso de la obra. Mario Maya no sólo lo mantiene, sino que lo incrementa.
El destino, la fatalidad en la plenitud o la lucha entre el amor y la muerte son conceptos del universo lorquiano que se encuentran subrayados por Mario Maya en este "Diálogo del Amargo". El autor construye esas ideas con los cuerpos de los bailarines, manejando los demás elementos con discreción intencionada: la escenografía es austera, casi neutra (ajustada también a la sobriedad clásica del Palacio de Carlos V), la música va creando clima aportando belleza pero sin afán de protagonismo, la iluminación sugiere sin molestar, e incluso las coreografías buscan la economía de recursos. Mario Maya sabe que todo lo que no suma, resta.
Muy interesantes, por otro lado, resultan los paso a dos y a tres entre los personajes principales. En estos lances es donde más se aprecia la mano creativa del coreógrafo y la calidad de los intérpretes. Los cincuenta minutos del "Diálogo del Amargo" pasan más rápidos que los treinta y pico que duran los seis números de la primera parte. El truco del mago está en su capacidad para contar historias. Y esta es una historia que debería contarse por más escenarios.
Texto: Manuel Moraga