Se cumplía este año el centenario de la muerte del mítico cantaor gaditano Enrique el Mellizo. Su peña no se dejó contagiar por la indiferencia que de forma generalizada han mostrado las distintas administraciones ante tal efemérides y confeccionó un cartel de lujo para la vigésimo quinta edición de estos Jueves Flamencos. Siete jornadas de intensa y variada expresividad jonda, donde tuvieron cabida desde los artistas más populares y con mayor tirón mediático a aquellas jóvenes promesas que luchan por conquistar su sitio dentro de este competitivo contexto artístico. El recinto, el Baluarte de la Candelaria, se convirtió un verano más -del 20 de julio al 31 de agosto- en un bastión del arte jondo donde aficionados y curiosos acudieron en masa para aliviarse de los rigores estivales con buen cante, pescaíto frito, manzanilla y la brisa caletera.
Paradójicamente algunos de los intérpretes que aparecían como cabezas de cartel no colmaron las expectativas y se vieron superados por sus compañeros de terna. Tal fue el caso de Remedios Amaya que, acompañada por Manuel Jero, se mostró parca y cicatera en su actuación dejando al respetable insatisfecho y bastante contrariado. Se limitó a la interpretación de tres cantes ya clásicos en su repertorio de ascendencia extremeña -jaleos, tangos y bulerías-, se salió de micro en exceso e hizo caso omiso a la petición de bis que le hizo el público. En resumidas cuentas, no estuvo ni por asomo a la altura. Le había precedido un joven cantaor local, David Palomar, que, sin poseer la experiencia de la sevillana, logró mejor conexión con los asistentes. Su amplio conocimiento del patrimonio cantaor gaditano y sus buenas maneras interpretativas le auguran un prometedor futuro profesional.
Mucho más voluntariosa y entregada estuvo la Macanita en la segunda sesión. Brilló sobre todo en la soleá a la que imprimió aires alcalareños, trianeros y utreranos para rematar con la soleá por bulería. Estuvo arropada a la perfección por la guitarra de Diego del Morao y las palmas y jaleos de Gregorio, Chicharito y su sobrino Macano. El Nano de Jerez y la sanluqueña Laura Vital fueron, con la guitarra de Eduardo Rebollar, los otros dos cantaores en liza. El primero cantó por derecho -soleá por bulería, tangos, soleá y bulerías- aunque fueron sus chuflillas del bombero lo que más llegó al público. Laura agradó por malagueñas y cantiñas.
El tercer jueves le tocó cerrar a Marina Heredia que, aunque puso empeño y corazón, evidenció ciertas dificultades para llegar en los altos. Arriesgó por soleá donde introdujo estilos apolaos, luego hizo alegrías, cantes de levante, bulerías y sus característicos tangos de corte granaíno. Le acompañó Luís Mariano, que expresó una estética guitarrística contemporánea con claro predominio de lo melódico sobre lo rítmico. Antes se habían subido a las tablas Terremoto hijo y Antonio Higuero. Ambos dieron un recital -soleá por bulerías, siguiriya, malagueña, fandangos y bulerías- de tal enjundia flamenca que habría sido mucho más lógico que ellos hubiesen puesto el epílogo a esta tercera cita. La joven portuense Nazaret Cala puso de manifiesto su ascendente calidad artística con la apuesta seria y sólida de su cante. El toque preciso y ajustado de Fernando Moreno la llevó en volandas.
El que sí se hizo justo valedor de su condición de cabeza de cartel fue Juan Villar que cuajó una excepcional actuación el jueves diez de Agosto. En perfecta sincronización con su habitual guitarrista, Niño Jero, el de la saga de los Jinetos cantó por soleá con recuerdos a Alcalá, continuó por siguiriyas tras una efectista introducción "molinista" de Periquín, luego unos fandangos de gran emotividad y sus personales tangos y bulerías en las que desplegó letras habituales en su discurso cantaor. Un feliz reencuentro entre Juan y sus paisanos que se consumó en el bis que puso fin a este cuarto encuentro. También estuvo presente esa noche Luís Heredia "El Polaco" que venía acompañado de Paco Cortés. Aunque no estuvo muy acertado en las alegrías de salida supo enmendarse y alcanzó su verdadero potencial con los tangos de Granada, la milonga de Juan Simón que dedicó a las madres y los fandangos de cierre. Laura Fernández derrochó potencia en su intervención -martinetes, malagueñas, alegrías y bulerías-, le faltó quizás una mejor administración de la misma.
La quinta sesión fue suspendida por amenaza de lluvia y, sin la debida difusión, se celebró al miércoles siguiente. Al igual que muchos aficionados y compañeros de otros medios nos perdimos el recital.
La penúltima cita estuvo marcada por el fallecimiento de Fernanda de Utrera, los tributos a la diosa de la soleá fueron constantes. El primero en salir a escena fue el jerezano Antonio Malena con el acompañamiento guitarrístico de Santiago Moreno. Se inició por cantiñas para proseguir con malagueñas, bulería para escuchar y unas soberbias siguiriyas jerezanas. Argumentos de peso que atestiguan la indiscutible categoría de este cantaor. Le siguió el chiclanero Antonio Reyes que con un muestrario de cantes similar al que interpretara días antes en Jerez volvió a erigirse en el gran triunfador de la noche. La artista invitada, la Susi, no dio de sí todo lo que se esperaba y su actuación resultó algo deslucida. En su favor habría que destacar el rescate que hizo de la vidalita, estilo poco usual en este tipo de certámenes.
Carmen Linares puso el broche de oro a la edición de este año. La guitarra de Miguel Ángel Cortés sirvió de sólido soporte musical para que la cantaora desarrollara todo un catálogo de su saber interpretativo: cantiñas, tientos-tangos, soleares trianeras y apolás, taranta, cartagenera, siguiriya y bulería. Felipe Scapachini había hecho gala de toda la herencia gaditana que rebosan sus cantes. En esta sesión de clausura tuvimos también la oportunidad de disfrutar del mejor baile visto en todo el ciclo. La joven bailaora jerezana Mercedes Ruiz llegó acompañada de un magnífico cuadro y, aliándose con el levante que soplaba esa noche, hizo un baile por soleá que pasó como un verdadero vendaval por el Baluarte de la Candelaria. En sesiones anteriores tan solo Juan Carlos Carbonell y Edu Guerrero supieron estar con sus bailes al nivel que ha caracterizado a esta convocatoria.
Texto y Foto: Julio de Vega López