Título: "Clásicos" - Cante: Rancapino - Guitarra: Fernando Moreno Baile: Angelita Vargas - Cante: El Varilla, José Anillo - Guitarra: Eugenio Iglesias - Palmas: Eléctrico Cante: Antonio Núñez ‘Chocolate' - Guitarra: Eduardo Rebollar
Puro y Rancio
En tan sólo unos horas se agotaron todas las localidades de la Sala Joaquín Turina. Era una noche de clásicos. Un cartel de lujo: Chocolate, Rancapino y Angelita Vargas. Jerez, Cádiz y Sevilla. Tres artistas, tres lugares, tres formas de entender el arte. El público supo responder a la llamada del flamenco más ortodoxo y arropó a los artistas con su presencia. Parece ser que la entrada de año ha servido de revulsivo para retomar el compromiso de la ciudad con el flamenco
Alonso Núñez ‘Rancapino' fue el encargado de abrir una noche muy completa. Principió con la malagueña de El Mellizo. El cantaor gaditano dio muestras de que no se encontraba en plenitud de facultades. Su cante, rancio y áspero, estaba muy resentido. Cada uno de los tercios se convertían en un auténtico desafío para el artista chiclanero. Con más entrega que otra cosa pudo salir del atolladero para adentrarse en la soleá. Poco a poco fue sofocando el incendio. Se lastima. Cada letra es una auténtica lucha. Un poco mejor. Cambia de tercio y busca el ambiente festero. Por alegrías. Aquí pudo jugar con los tiempos con esas paradas tan peculiares. Se da un respiro. Pero la lucha perdura. Tensiona su cuerpo y se retuerce. La guitarra de Fernando Moreno lo lleva, lo empuja. El tocaor jerezano tira del carro en las bulerías. Rancapino hizo lo que pudo.
Llegó el turno del baile. Angelita Vargas apuesta por la soleá. Su porte, su empaque, su figura nos trasladan en el tiempo. Volvemos a ese baile ancestral, primigenio y ejecutado a la antigua usanza. Es el baile reposado y cadencioso que poco a poco la técnica ha ido supliendo. Sin prisa pero sin pausa. Andado y contado. Visceral y con corazón. Para ello, el cante de José Anillo hace que la bailaora se rebusque y crezca por momentos. El cantaor gaditano enjundia la soleá de Triana.
Tras el baile, volvió el cante de la mano de Antonio Núñez ‘Chocolate'. Para no comenzar como Rancapino, el cantaor jerezano principió con aires de levante. Por taranto. Su cante refleja las vicisitudes del tiempo que le ha tocado vivir. Su rostro muestra el paso de la vida. Su voz es como su piel, bronce puro. Por soleá. Permanece fiel a sus esquemas con ese deje tan particular y significativo. Conoce el cante. La jondura sigue latiendo en la seguiriya de Cagancho. Revive la casa de los Pavón. El artista bebe del manantial de Tomás. Llegan esos fandangos ‘chocolateros'. Casi una decena. Uno detrás de otro, sin apenas pausa. El cantaor jerezano liga los tercios con maestría. No respira el cante. Como debe ser. Para finalizar, malagueña de El Mellizo. Hondura.
El baile de Angelita Vargas puso punto y final a una velada dedicada a los ‘clásicos'.Unos tientos rematados por tangos con los que la bailaora rubricó una actuación plagada de sentimiento e inspiración. Los ‘clásicos' siguen vivos