Cerca de 9.000 personas presenciaron el evento en el coso taurino de la ciudad de Jerez. Ante tal multitud con ganas de diversión principalmente cabe preguntarse por la naturaleza de un festival que desdibuja su historia en cada convocatoria. Primero, porque hay un público variopinto que opaca al cabal aficionado de Jerez, que con sus neveras en ristre demanda la parte del flamenco más lúdica sin tener el menor reparo en solicitar de los artistas la veleidad artística frente a la legitimidad de los sones propios de la tierra de la bulería. Segundo, porque el artista lo sabe y quiere rentabilizar un éxito cuyas claves están más cercanas a ese pseudo flamenco de usar y tirar que en recordar las grandes figuras jerezanas que hicieron de esta tierra una plaza principal.
Dicho lo cual, adentrémonos en el contenido de la XXXVII edición de la Fiesta de la Bulería, que tuvo lugar el pasado 11 de septiembre de 2004. Para calentar ambiente y crear el clima propicio se contó con un cuadro llamado "Jerez, por bulerías" que integraron una serie de jóvenes valores de la cantera. Destacó la voluntad que pusieron todos pero tiraron en demasía del cuplé. Lejos de presentarse como un grupo en fiesta, cada uno quiso asumir roles que no les correspondían. Tan sólo Jesús Méndez hizo recuento de su historia familiar más cercana para acordarse de su tierra.
Quien sí lo hizo fue Luis Fernández Soto "el Zambo". El cantaor santiaguero fue el único en toda la noche en erigirse portavoz de los soníos de su estirpe y de su tierra. Esta puesta de largo, ya que nunca había estado en la Bulería en solitario, no tuvo la complicidad de un público al que distraen las propuestas verídicas. De todas formas, Luis se gustó por taranta/tarantos y malagueñas, aunque mejor dijo los cantes por soleá, siguiriya, fandangos y bulerías cortas de Jerez.
Capullo de Jerez sabe ganarse la gran masa. En eso hay que considerar que es un buen dominador y echa carnaza cuando hay que echarla. Ante un público que lo esperaba ansioso, Miguel supo desde el principio donde estaba su papel y a bien que lo interpretó introduciéndose por bulerías para escuchar y, luego, retar al divertimento por esa fórmula que aclama quien le gusta llevar el ritmo en las neveras con base en tangos-rumbas y su acostumbrada facilidad para las bulerías.
Joaquín Grilo, en el capítulo del baile, dio un anticipo de lo que luego haría en la Bienal de Sevilla, con un extenso grupo donde no faltaron la cuerda y el cante de su hermana María del Carmen. Se mostró algo sofisticado al inicio para luego entrar en una catarsis con su gente al bailar por bulerías con la rotundidad y fuerza que él y muy pocos saben hacer.
La segunda parte la continuó Vicente Soto "Sordera" quien mostró sus poliédricas caras, ya que es un artista versátil donde los haya. Su oficio, hábil manejo del ritmo y profesionalidad le salvaron de momentos complicados por la megafonía. Interpretó alegrías, bulerías para escuchar, siguiriyas, tangos y bulerías con exceso de copla para el evento en que estaba.
Lo de Juan Moneo "El Torta" con Jerez es una química extraña de comentar. Pero desafortunadamente no fue su mejor noche y eso que 48 horas antes la lió en Sevilla. Pero es demasiado irregular. Se mostró locuaz y sin hallar su sitio. Cantó taranto, malagueñas, tangos dedicados al Pica, tangos - rumbas y bulerías marca de la casa. Antonio Jero y Diego del Morao estuvieron precisos y eficaces con la guitarra.
Un descafeinado fin de fiesta, donde los artistas jerezanos, en su mayoría, traicionaron el legado y patrimonio heredado de la bulería de Jerez, en aras al cuplé o la comercialidad más vacía, puso el punto y final a una velada que no pasará la historia y que estuvo dedicada a La Paquera de Jerez.
Texto: José María Castaño