Francisco José Montalvo, de nombre artístico “Paco Montalvo, nace en Córdoba en 1992. Se inicia en el aprendizaje musical bajo la tutela de su padre Francisco Montalvo, profesor de violín del Conservatorio de Córdoba, donde cursa estudios de este instrumento obteniendo espectaculares calificaciones. A los dieciocho años consigue la licenciatura. A partir de ahí, empieza a viajar por media Europa conociendo a los mejores maestros como Yuri Petrossian, Néstor Eidler, Zakhar Bron… La lista es interminable y de ese aprendizaje, de su trabajo con distintos estilos y formas de manejar el instrumento, Paco saca lo que se ha dado en llamar “El Sonido Montalvo”.
Con doce años debuta como solista junto a la Orquesta Sinfónica de RTVE dirigido por Adrian Leaper. A los catorce es invitado por The Stradivari Society Chicago como solista para interpretar con el violín Stradivarius La Cathédrale de 1707. De ahí pasa a convertirse en el violinista más joven (18 años) del presente siglo que ha debutado en el Carnegie Hall de Nueva York. Solo otro violinista de la misma edad lo había conseguido, Itzhak Perlman en 1963. El reconocimiento fue instantáneo y la crítica especializada habló de Paco como un instrumentista que roza la genialidad.
A sus veinticuatro años, Paco Montalvo ha paseado su violín, un Nicolò Amati de 1660, y su arte por más de veinte países, emocionando a espectadores de algunas de las mejores salas del mundo.
En el 2015 saca a la luz su primer disco “Paco Montalvo, alma de violín flamenco, que incluye aparte de composiciones propias, adaptaciones de temas de Paco de Lucia, Sarasate, Falla y Albéniz. Con este trabajo revoluciona el panorama flamenco, intentando convertir en la voz de todas sus melodías el sonido de un instrumento que hasta entonces se utilizaba como acompañamiento de cantaores y bailaores.
Estamos ante un joven considerado uno de los cuatro mejores violinistas del mundo y el primero de España, que deja a un lado su muy prometedora carrera como concertista de música clásica para embarcarse en un proyecto tan ambicioso como sorprendente: dotar de voz flamenca a su violín.
Premios y Menciones:
Premio a la Mejor Musicalidad Concurso Juventudes Musicales, 2003
Primer Premio de Violín Concurso Juventudes Musicales. Málaga, 2003
Primer Premio Concurso Internacional Torres. 2006
Premio de la Crítica del Público al Mejor Intérprete. Concurso Internacional Pedro Bote, 2008
Primer Premio Andaluz del Futuro, categoría Cultura, 2011
Primer Premio Internacional Arthur Rubinstein, 2012, 2013
Premio Juan Bernier, categoría arte, 2016
Premio Pepa de Utrera, Flamenco del Año, 2016
Premio Bandera de Andalucía, categoría Música 2016
Así mismo ha sido nombrado Embajador Cultural de su tierra natal, Córdoba
Web revista La Flamenca. Murcia 6/9/2017 Texto y fotos: Alberto García
Hola Paco. En una entrevista con Jesús Quintero decías que pensabas que la afición por la música comenzó en el vientre de tu madre al escuchar ensayar a tu padre todos los días, ¿Piensas que todo ese ambiente que se vivía en tu casa entorno a la música te ayudó a ser lo que eres?
Seguro, seguro. Es cierto que escuchaba a mi padre ensayar continuamente y que siempre me gustó como sonaba aquello. Después intenté hacer lo mismo y no se me daba mal. Una cosa trajo la otra y hasta hoy.
Cuéntanos la historia del violín de tu hermana
Bueno, mi padre le regaló el violín ese chiquitito a mi hermana por uno de sus cumpleaños y ella no le hizo ni caso, lo utilizaba como un juguete. Poco después nací yo. Supongo que de ver a mi padre tocar el violín, cogí el pequeño de mi hermana y lo coloqué como le había visto hacer a él y le saqué algún sonido. Se quedaron tan asombrados que me sacaron una foto que se ha hecho famosa.
En alguna parte he leído que afirmas que tu padre y Néstor Eidler te enseñaron a dejar de ser alumno para empezar a ser tu propio profesor. Explícanos un poco esto
Si. Aprendí de ellos la diferencia entre un profesor y un maestro. El profesor te enseña lo que sabe. El maestro te enseña a pensar por ti mismo. Que consigas hacer tu propio camino partiendo de lo aprendido.
Alcanzar la perfección ¿implica soledad? Si es así ¿es para ti una carga o es algo natural?, como es tu día a día
Lo de alcanzar la perfección (risas)…
Estás considerado uno de los cuatro mejores concertistas del mundo, si no es la perfección se le acerca mucho
Bueno, bueno (risas)… Tenía, tengo, una vida muy bonita (risas). Me lo he pasado muy bien. He vivido cosas diferentes a la vez que lo mismo que vivían mis amigos de pequeños. Ahora mi día a día es mejor que antes (risas). La única diferencia que había con mis amigos del colegio, es que yo cogía un avión para irme un par de días y volvía. Pero eso, para mí era increíble, cuando llegaba del viaje, todo el mundo quería preguntarme. Hubo una época que le compraba regalos a todos mis amigos (risas). Mi madre se enfadaba conmigo porque me gastaba todo lo que ganaba y ellos estaban deseando que me fuera otra vez (risas).
He tenido una vida muy normal. Lo que pasa es que desde pequeñito he disfrutado de la experiencia de ver mundo y aprender y disfrutar con la música. He tenido esa suerte. Es todo lo contrario al sufrimiento y toda esa historia. Conozco otros casos, eso sí es verdad, en que las cosas no son así. Pero eso viene del hecho de que el padre o la madre, obligan al hijo, ha hacer algo que no sale de él. En mi caso es que me lo pasaba muy bien y mi padre era un apoyo, no lo contrario. Nunca me obligó a tocar.
Has interpretado con muchas y grandes orquestas ¿cual consideras tu mejor concierto, el que más te emocionó?
Tengo tres conciertos grabados que por mi parte fueron grandes conciertos porque de ahí salieron grandes cosas. Sin duda el número uno sería el de Nueva York en el Carnegie Hall. Otro que hice en la Habana, con la Orquesta Nacional de Cuba con catorce años y de ahí salió el de Israel. Esos tres me marcaron.
El de Nueva York fue el más emocionante. Desde que entras en el Carnegie empiezas a sentir algo especial. Los camerinos, piensas en la gente que ha pasado por allí, esos artistas que tano admiraba de pequeño, bueno en la actualidad también… Sientes que estás haciendo algo de historia por tocar ahí.
Recuerdo estar en el hotel y en recepción pedí que me llamaran a un taxi para ir al teatro y el recepcionista me preguntó de donde era, al verme así, tan canijo, que iba a ver. Y cuando le contesté que no, que iba a dar un concierto… ¿De verdad? Ahí solo van los mejores. Y se hizo una foto conmigo (risas). Pienso que no se lo creía (risas).
¿El Mejor director?
Pues mira. Néstor Eidler. En una ocasión tuve la suerte de ser dirigido por él, y fue muy bonito. Había sido mi maestro desde pequeño y fue algo muy especial.
Uno de los compositores favoritos en tus conciertos es Paganini ¿porqué?
Para mí Paganini en clásico es Paco de Lucia en flamenco. Tocar a Paganini es capacidad de superación. Hay muy poca gente capaz de tocar sus obras, porque el noventa y cinco por ciento de lo que haces requiere una técnica muy depurada y conseguir emocionar a la gente solo con virtuosismo es muy complicado. Yo me lo pasaba muy bien, empezaba a tocar con movimientos muy rápidos y salían las notas perfectas y el público se enganchaba. Y me gustaba (risas).
¿Qué diferencia hay entre el público que te escuchaba antes como solista clásico y el de ahora? ¿Ha cambiado el nivel de exigencia?
El nivel de exigencia es el mismo, exactamente el mismo. Son experiencias distintas pero a la vez las mismas. Tocar con una orquesta con noventa músicos detrás, tocar con un pianista y tocar con un cuadro flamenco grande o pequeño es igual. Al fin y al cabo el que está al pie del cañón eres tú, y al que van a juzgar, al final, es a ti. Hay que darlo todo, es necesario respetar tanto al público como a ti mismo.
Vas camino de convertirte en una leyenda de la música clásica y de pronto el Flamenco. ¿Qué pasó?
Bueno… Necesitaba hacer algo de lo que poder sentirme orgulloso, algo diferente y sobre todo disfrutar. Porque en el mundo del arte si no disfrutas, mas vale que te dediques a otra cosa. Desde pequeño, todo empezó con la música española. Tocaba Paganini porque me encantaba el virtuosismo que exigía. De ahí pasé a Sarasate, que es el Paganini español, que me abrió un mundo que desconocía. En un concierto que di no sé dónde, me llamó la atención ver la publicidad de un concertista chino tocando música de Albéniz, y algo se removió dentro de mí y pensé que porqué un chino va a tocar música española antes que nosotros (risas). A partir de ese momento comencé a exigir que se incluyera música española en mis conciertos. El problema era que no había demasiado repertorio español. Empecé a investigar y preparar esos arreglos para poder hacer la música que yo quería. Y fue una gran sensación. Es bonito estar haciendo música en el extranjero representando a tu país con música de aquí.
Decidí empezar ese camino, que dentro de la música clásica era algo muy complicado, pues el circuito clásico requiere otro tipo de repertorio. A los dieciséis años empecé ese camino que ya estaba dentro de mí. Desde muy crio saliendo de mi casa, en la primera esquina, tengo una peña flamenca. Cuando pasaba por allí escuchaba algo de guitarra, de cante; veía a la gente, el ambiente… Con mi abuela cantaba canciones populares, escuchaba a Camarón y sobre todo a Paco de Lucía. A Paco lo tengo hasta en la sombra (risas). Convirtió la guitarra de acompañamiento en el instrumento fundamental y primero de su música. Ha conseguido que el flamenco crezca. Después vino el cajón… Pero su gran aportación fue convertir su guitarra en la base de sus composiciones.
¿Estás componiendo o de momento solo haciendo adaptaciones?
Si, algo estoy haciendo. Pero me falta mucho por aprender. Hasta que no tenga muchas ganas de soltar algo mío, prefiero seguir nutriéndome de los grandes compositores que tenemos en España. De todas formas, cada vez que interpretas temas de otros, le das tu propio sello y de algún modo estás creando, haciéndolo tuyo.
¿La música clásica se terminó o esto es sólo un interludio?
Mira, la verdad, no sé si se acabó. No sigo ensayando clásico. Ahora hago lo que me apetece en este momento. No sé dentro de cinco años lo que estaré haciendo. Sin duda desde que empezamos a hacer el violín flamenco estoy encantado, me divierto muchísimo y quiero seguir. Cada día le veo más posibilidades. Sobre todo, es que disfruto y mientras siga pasando, yo seguiré haciendo esto. Y creo que me queda cuerda para rato (risas).
Hay dos personas de las que me gustaría que nos hablases. El Curri y su hijo Francisco. ¿Hasta qué punto han tenido que ver en todo esto?
Yo de pequeño a lo máximo que llegue en el flamenco fue a repetir las falsetas de Paco de Lucia en mi habitación sin que nadie me escuchase. Pero no fue hasta que conocí al Curri que tuve la oportunidad de tocar con un guitarrista flamenco en directo y fue una sensación increíble. Aluciné (risas). El Curri desde entonces me decía: ”Tengo que presentarte a mi hijo porque toca muy bien, mucho mejor que yo. Francisco Prieto ha sido Premio Nacional de Córdoba en Guitarra. Y así nos juntamos los tres. Tocábamos en casas de amigos, en la mía. Siempre que podíamos. Aprendí, lo sigo haciendo, mucho con ellos. Son dos monstruos del Flamenco.
Que piensa tu padre del nuevo camino que has emprendido ¿Está enfadado, te apoya…?
Al principio se lo tomó a broma. Conoció al Curri, son guitarristas… Mi padre nunca me coaccionó en lo que he querido hacer. Si bien es cierto que cuando tomé la decisión de crear un espectáculo con esto y tirar para adelante, ahí si comenzó a preguntar qué estaba haciendo… Pero sin estridencias, solo cuestionando. Yo le contesté: ”Tranquilo, no te preocupes (risas)…
Está claro que tu mayor exponente en el flamenco es Paco de Lucía, que tratas de conseguir con tu violín lo que el logró con su guitarra. Pero habrá más. ¿Cuáles son tus referentes en el flamenco?
Cantaores como El Pele, tuve la suerte de dar un concierto con él, y es uno de los que escucho desde pequeño, así que fue un sueño cumplido. Camarón. Instrumentistas, Vicente Amigo, Dorantes… Hay muchos de los que aprender.
Alma de Violín Flamenco. Un primer disco editado con todo lujo de detalles, como si fuera una pieza destinada a coleccionistas, un DVD de la actuación en la Noche Blanca y ahora un sencillo Corazón Partío, homenaje a Alejandro Sanz. Está claro que vas a por todas. Cuales son tus próximos proyectos?
Estoy preparando el próximo disco. No te puedo decir el título porque todavía no lo tiene. Va a ser el mejor disco de los sacados hasta ahora (risas). Con diferentes músicos, pero continuando el camino que empezamos con Alma de Violín Flamenco, ya que parece que ha gustado. Siguiendo con esa esencia que ha abierto camino, tanto dentro del flamenco como fuera de él.
Va a ser más flamenco, tangos, bulerías. Música muy seleccionada que al hacerla propia se convierte en especial… estoy encantado. Hay canciones populares que he llevado al flamenco, boleros que también he aflamencado… En definitiva, espero que guste tanto al mundo del flamenco como a cualquier otro público que lo escuche. Metemos mucho compás, algunos coros de una de gran familia del flamenco, estamos cerrando alguna colaboración que no te voy a nombrar porque esto se confirma a última hora, pero si hay colaboraciones importantes. Y por último alguno de los clásicos españoles llevados a mi terreno. Todo ello con arreglos propios.
¿Para cuándo estará en la calle?
Si todo sale bien a principios de diciembre.
Toda una primicia.
En definitiva Paco Montalvo es un músico con una meta muy clara. A pesar de su juventud quiere ser el artista que coloque el violín a la altura de las guitarras de Paco de Lucia, Vicente Amigo, Riqueni… Dotar de voz propia a un instrumento que hasta ahora solo se utilizaba como acompañamiento en el flamenco. Intenta sacarlo de atrás y situarlo en primera línea.
Su tirón mediático, mas allá de que te guste o no lo que hace, es importante. Cuando llegaba a encontrarme con él en su hotel, me crucé con los reporteros de TVE y la jornada anterior, había concedido otra entrevista. Y eso en dos días que estuvo en nuestra región.
Pero realmente lo que más me llamó la atención del buen rato que pasamos juntos es que Paco Montalvo es un joven que no cesa de reir y bromear, habla en pasado de su etapa clásica y rebosa entusiasmo por lo que está haciendo.
Sinceramente le deseo que consiga lo que se propone.