Lola Pantoja: Sevilla / Teatro de la Maestranza, 23/9/2012
Fotos: Manny Rocca
Aunque el flamenco hunde sus raíces en el folclore y la cultura popular andaluza, de su poesía, plenamente lírica y contemporánea, se desprenden muchos de los males de nuestra sociedad moderna dividida en clases, como la desigualdad social, la soledad, el desarraigo o el sentimiento de pérdida y abandono. Todo eso se vuelca también en los versos de Miguel Hernández, un gran poeta cuyo compromiso social le costó la vida a manos de los fascistas, a la temprana edad de 31 años.
Pero la poesía de Miguel, como reconoció Neruda, remite a una luz de mañana pedregosa y su métrica no tiene nada que ver con la de las letras flamencas. De ahí que Carmen Linares haya elegido para este espectáculo los versos de juventud del poeta, cuya temática gira en torno a su experiencia como pastor y al amor y al desamor, aunque en todos ellos se vislumbra ya el compromiso de su posterior obra. Quizás por eso también el tema que abrió el recital, a cargo de Tomasito, estuvo basado en el poema titulado 'Silbo del dale', al que en su día puso música Luis Pastor, sirviendo de modelo para que Tomasito hiciera su particular versión, aunque al principio se limitara a una mera presentación.
Pero entre ese principio y el final Carmen hizo todo un recorrido poético implicando al cante flamenco. Tras la presentación de Tomasito acompañado por tres palmeras de lujo cuyos coros trazaron un agradecido puente entre la solemnidad de la cantaora y la explosión rítmica del jerezano, Carmen, la dama del cante, apareció en escena sola para, micrófono en mano, abordar la interpretación de uno de los poemas más conocidos y rotundos del poeta de Orihuela: 'Andaluces de Jaén', que ella tuvo el acierto de encajar en la métrica de la taranta y la cartagenera, dos cantes de levante con los que ahondó en la profundidad y la rebeldía del poema. De la misma manera, la elección de la soleá por bulería para 'Primavera celosa' supo resaltar el brillo y la pasión de este poema, y la bambera se apoderó de 'Todas las cosas son ojos', para desembocar en el desgarro de la seguiriya, que le va como un guante al poema 'Cada vez que paso'.
Tal vez por eso tras ese tema la cantaora pasó el testigo a Tomasito para que nos regalara la 'Canción de los vendimiadores' a ritmo de unos tanguillos tan luminosos como achispados, de la misma manera que las alegrías con las que ella recogió el testigo del cante para volver a cedérselo al showman de Jerez, quien revolucionó por bulerías la versión de Luis Pastor de 'El silbo del dale', cuyos primeros acordes habían comenzado el espectáculo. Y con ellos llegamos a la parte más emotiva, justo cuando Carmen fue llamando a todos los participantes a entonar de nuevo ese poema al que ella imprime en ese momento todo el desgarro y la pasión del flamenco por tonás: “'No puedo olvidar/que no tengo alas/que no tengo mar,/vereda ni nada/con que irte a besar". Mientras la cantaora, a quien la voz se le resistía, luchaba con sus facultades para poder sacar a este cante su mayor poder expresivo, al fondo se proyectaban una serie de fotografías de la Guerra Civil que aluden directamente a la miseria humana que hizo que la vida del artista se malograra, tal y como él había escrito de la muerte de su amigo en su famosa elegía, “tan temprano”. Lástima que todo esto se viera empañado con una puesta en escena fría e insustancial que no llega a justificar el diálogo entre Carmen y Tomasito.
Ficha artística:
Obra: Oasis Abierto. Miguel Hernández Flamenco
Lugar: Sevilla / Teatro Maestranza 23 de septiembre
Dirección musical y Cante: Carmen Linares
Dirección escénica: Emilio Hernández
Música: Carmen Linares y Luis Pastor
Artista invitado: Tomasito
Piano: Pablo Suárez
Percusión: Tino di Geraldo
Coros y palmas: Ana María González, Rosario Amador y Carmen Amaya