La provincia de Málaga cuenta con uno de los festivales que más aficionados congrega. El de Alhaurín mantiene, a estas alturas, el formato antiguo: campo de fútbol, neveras, familias enteras de aficionados... conjugándolo con mejoras como alejar el ambigú lo más posible del escenario y conseguir un sonido más que digno. Si a eso unimos que nos honraba con su presencia el maestro Fosforito -homenajeado esa noche-, el ambiente no podía ser más perfecto.
Abrieron el cartel, cuya presentación alternaron Gonzalo Rojo y Elvira Carrera, el grupo de baile de la Peña Flamenca local, la ganadora del XXVI concurso "Mirando a la Torre" Margarita Pastrana, y Jesús Jiménez, que fueron quienes ocuparon las primeras horas de un evento que se prolongó hasta las cinco de la madrugada.
Destacó la actuación de Pepe Galán, hombre de concurso, que cantó con una sabiduría increíble. Hizo las delicias del público por tientos y tangos, con los tres estilos de petenera, los fandangos de Cepero y El Pichichi, y su colombiana "Pajarito marismeño", que todo el auditorio coreó en un interesante ejercicio de flamenco interactivo. A la guitarra le acompañó Antonio Carrión que, si piensa seguir prodigándose de esta manera, tendrá que proponerse el renovar su repertorio de conocidísimas falsetas.
José Mercé y Moraíto cerraron la primera parte. El jerezano interpretó sendos estilos de Chacón por malagueña, no anduvo mal por soleá, por alegrías dejó a un lado la modernidad a la que ha acostumbrado a la juventud, y cerró por bulerías. Hizo una sola concesión a su última etapa discográfica, biseando con el Aire, por más bulerías. Mercé, estaba pletórico, pues ha sido abuelo hace pocas semanas.
Tras el descanso, recibimos a Aurora Vargas y Diego Amaya. La cantaora empezó fría por alegrías, anduvo más fina por soleares y se llevó de calle al personal por tientos tangos y bulerías. Además, los problemas de afinación que últimamente la acompañaban, no aparecieron esta noche. Por lo que su entrega total en aras del espectáculo, se vio recompensada con un público totalmente entregado.
El Potito rayó a buena altura. Su presencia en los festivales del sur podría decirse que es novedosa, por lo que había expectación. Se presentó acompañado por la guitarra de Salvador Gutiérrez. Con el ecijano, hilvanó una interesante gama de cantes por soleá, e hizo lo propio por seguiriyas. Tenía muchas ganas de agradar en este formato artístico y ya lo había conseguido. En tangos y bulerías, derrochó la habilidad habitual, con guiños a Extremadura y Triana, respectivamente. Y para el cierre: fandangos.
Cuando a las cuatro de la madrugada apareció Montse Cortés, el público estaba cansado. No obstante, la catalana tampoco es una artista para este tipo de eventos. Se hizo acompañar por Eduardo Cortés, un auténtico despliegue de las falsetas de Paco, pero sin la pulsación necesaria. Poca guitarra. Y poco cante el de Montse, que abrió por mineras, pasó de puntillas por soleá con una vocecita indeleble y, sin pellizco, terminó tirándose de cabeza al repertorio festero.