`El amor es mi religión´: Pura esencia andalusí en Fes
Web revista La Flamenca. Rocío Hellín. Fes / Marruecos / Bab al Makina 07/06/2013 Fotos: Celia de Coca
Anochecía en Fes y bajo la presencia de S.A.R la Princesa Lalla Salma, natural de esta ciudad, se inauguraba la décimo novena edición del Festival de Músicas Sagradas del Mundo. El estreno absoluto creado para la ocasión bajo la dirección artística del bailaor Andrés Marín traía por nombre "El amor es mi religión", frase extraída del místico filósofo musulmán murciano Ibn Arabi uniendo las culturas de oriente y occidente, de España y Marruecos.
Abría la obra el baile de Andrés Marín, escueto, ligero y sutil; resurgía su zapateado bajo la percusión y los vientos como el mismísimo ave fénix que aleteaba en las pantallas laterales como ante sala del diálogo femenino entre las voces árabes y flamencas, siendo Carmen Linares quien se entonaba a capella. Una puesta en escena espectacular y a la altura de la envergadura y repercusión del festival, con una iluminación extraordinaria y un sonido limpio como las túnicas de los músicos que poco a poco se unían a este pequeño tesoro que cobraba vida por momentos.
La obra iba comparando y asemejando los lazos que unen dos tierras separadas por el mar, las voces acaracoladas árabes, judíos sefardíes y sufís han sido coreadas por un aforo completo que abarrotaba el recinto de Bab al Makina, el folklore de esta tierra es rico es escalas que se mueven por las gargantas de sus intérpretes como la argelina Cherifa ó Baha Ronda y Maruan Hajji, que dialogan hablando de fé, de amor y de vivencias con instrumentos de cuerda frotada y pinzada de la orquesta tradicional marroquí andalusí. Su arte es bello y limpio, teniendo sonidos familiares que tras el paso de tantos años hemos heredado y es casi nuestro, como lo nuestro también es suyo.
Tras la intervención marroquí, volvía al escenario Carmen Linares rajándose por peteneras y rematando por abandolaos, con voz rota y cansada, como solamente ella puede ser, y entre la de Jaén y Tomasa Guerrero "La Macanita" embolaban a Andrés Marín, que retiraba con su danza a las dos cantaores para presentar en Fes a una bestia negra de nuestro arte: José Valencia. Su intervención fue corta y potente, cantándole desde la esquina al sevillano por seguiriyas, proyectando su voz flamenca y llegando más allá de cualquier frontera, embastando culturas y mostrando la sencillez de puro flamenco con la guitarra de Salvador Gutiérrez.
Tomasa Guerrero "La Macanita" volvía por bulerías para cerrar la intervención de nuestra arteria, con su "corazón tras la puerta" dejaba al flamenco totalmente hermanado con el árabe, dos artes, dos culturas y el mismo respeto para ambas. El diálogo entre los dos lugares fluía bajo el árabe lírico que concluía con un trío femenino lleno de versatilidad donde ya apenas se podía distinguir quienes de las artistas era de un sitio u otro, si era cristiana "La Macanita", judía Françoise Atlan o musulmana Cherifa. Finalizaba "El amor es mi religión" con un coro masculino de voces sufíes que nos hacían llevar su ritmo en nuestro cuerpo entonando la palabra "Ala" de forma infinita, ya éramos hermanos, ya no había nada que nos separara ni que nos diferenciara, estábamos todos unidos por el amor que une lo auténtico y lo único.