La investigadora norteamericana trae a España su tesis sobre la negritud en el flamenco y ofrece a la Biblioteca Nacional las grabaciones La Macarrona filmada por Massine.
Web revista La Flamenca. Barcelona. 28/12/2018 Texto y fotos: Xavier Grau
Bailaora en el Madrid de los 80 en tablaos como Los Canales, Los Canasteros y El Arco de Cuchilleros, la norteamericana K. Meira Goldberg vive hoy en Nueva York. Allí investiga sobre la negritud y la raza en la danza para Foundation for Iberian Music y enseña en el Fashion Institute of Technology. De paso por España, ha presentado en una decena de ciudades su libro, pendiente de traducir al español, Sonidos negros. On the blackness of flamenco. Un ensayo sobre la negritud en el flamenco, sobre lo puro y lo impuro, sobre la transgresión. Una tesis a favor del respeto hacia las raíces para poner en valor la mezcla de culturas y razas.
¿Qué es el “vacunao”?
Una pantomima bailada que hace referencia al sexo. Una idea dancística muy presente en los bailes afroamericanos, en la salsa, en la bachata, en la rumba… Toma el nombre del juego entre el hombre que quiere “pillar” (“vacunar”) a la mujer que escapa. Yo lo veo en el fandango del siglo XVIII y en el juego tan español de la “pasada” en la sevillana.
¿Qué son los “grillos”?
Los grillos, que son grilletes como los que ponían a los esclavos, son pasos y variaciones de pasos de los bailes de los siglos XVII-XVIII
¿Y qué es el duende?
A mí me interesa el duende que entronca con ese carácter tan andaluz que lo hace todo con tanta ironía, tanto hablar con segundas, tanta defensa de causas perdidas. A lo irónico se opone el registro de la verdad; ese partirse la camisa que es lo que enamora. El duende es ese comunicar con lo sublime.
¿Está sólo en el flamenco?
No. Las artes afroamericanas también tienen esa dimensión espiritual escondida.
El duende si no ve la muerte, no viene…
Así lo comentó Federico García Lorca.
¿Qué es la negritud en el flamenco?
Yo no hablo sólo de las raíces africanas o afroamericanas. Me refiero a la concepción que tenemos de lo que es la raza, la diferencia entre lo blanco y lo negro. Esas diferencias que surgen de la esclavitud, la colonización, de los fundamentos de la raza que se representan en toda la cultura, en la literatura, en la danza…
¿Cuáles son los elementos más claros de esa negritud?
Lo lascivo, lo transgresor, la bulla entendida como confusión y ruido.
¿Fue Lorca quién mejor lo entendió?
Él no se refiere estrictamente a la africanidad sino a la alianza de culturas. Siendo de Granada, comprende al negro, al judío, al gitano, al moro y reivindica esa no limpieza de sangre.
¿Cómo se manifiesta esa negritud en el baile?
En la riqueza rítmica, en el detalle de un sistema musical muy rico que en el flamenco confunde al no iniciado porque es muy difícil si se desconoce. Está en los saltos, en los zapateados, en ese “pastor bobo” que baila sin haber viso todavía la luz de Jesús. Y está en las zapatetas y las gambetas descritas en el XVII.
¿Está en lo pecaminoso?
Lo encontramos en la zarabanda, en la chacona, en el fandango antiguo con todas esas estructuras rítmicas y sus valores estéticos y morales.
¿Es peligroso por libidinoso?
Por eso en el XIX se prohíbe en México el “paso de panaderos”. Y de ahí que se la atribuya a Casanova la referencia a que habiendo bailado un hombre un fandango, la mujer ya es tuya.
¿Cuándo fue negro el flamenco?
Tras las batallas de la reconquista, el moro, el judío, el que no tenía sangre limpia era despreciado. Toda esa percepción de la alteridad se remonta a siglos atrás. En la España del XV y el XVI convive un gran número de población afrodescendiente. Al decaer el Imperio, decae la esclavitud. Conviven gitanos, moriscos y negros. Durante la Gran Redada de 1749 contra los gitanos muchos prefieren empadronarse como negros para no ser deportados.
¿Cuándo fue cubano?
Cuba fue la joya del Imperio hasta la pérdida de las colonias en 1898 y La Habana una ciudad andaluza más. La música de la habanera es una moda musical global y de ahí nos llegaron la rumba cubana y los tangos de negros.
¿Qué representó la presencia de Juana Vargas, La Macarrona, en la Expo de París en 1899?
Enfrentada a la estética de la sofisticada de Roseta Mauri, en el París de la época La Macarrona es recibida por el público francés como la imagen de la autenticidad y así corre la voz: Mauri es arte y La Macarrona raza. Incluso en los carteles se la pinta con un movimiento especial de pelvis al bailar, como símbolo de la fecundidad igual como se relaciona esa imagen femenina en el continente africano.
¿Por eso se suman los artistas al carro?
Intelectuales y artistas de la época como Picasso ven esa negritud del arte africano como la esencia de lo estético.
Siendo americana, usted habla de negritud con respecto a la herencia y la conjura del futuro también en el flamenco.
Sería bonito potenciar esas alianzas, esas conexiones y esas mezclas. Hoy cuando me hablan de Rosalía, digo no a la apropiación. Pero defiendo la comunicación y el reconocimiento mutuo entre culturas y tradiciones. En el flamenco, como en el mundo, estamos bregando contra cambios muy grandes a causa de la globalización que no nos deja valorar la diferencia.
Además habla de género, de clase social y de relaciones de poder hoy.
Tengo la sensación que las música popular da mucho dinero y por eso se arranca de las clases populares a las que se desposee de su tradición cultural. Toda esa cultura musical bebe de la herencia afroamericana y en mi país la gran industria de la música, de la tele y del cine se apropia de esas herencias y con ello no ganan sus inventores. Eso refuerza el racismo y las estructuras sociales injustas.
¿Eso lo ha hecho el flamenco?
No porque es arte que viene de esas capas sociales. A los flamencos les fascinan las artes afroamericanas porque se reconocen en ellas.
¿Qué le pasó al presentar Gurumbé en Atlanta?
Era un público afroamericano, conocedor del más tópico flamenco de España y de Sevilla. Al empezar a hablar una parte sintió dolor al ver que iba a volver a hablar de su gente de nuevo cosificada, torturada, asesinada y esclavizada.
¿Ha quedado algo positivo de aquello?
Creo que España y el flamenco han recibido la maravillosa herencia de 800 años de relación directa con ese Mediterráneo afro islámico.
¿Cómo explica usted esas virtudes del flamenco a sus compatriotas?
Les cuento que mi investigación va de la incorporación de la raza a la danza. De la mezcla de puro y de lo impuro; de lo blanco y de lo negro.
¿Qué comprenden mejor?
El público americano no tiene ni idea del flamenco y piensan que es esa fórmula aburrida de danza blanca de los años 50. No tiene ni idea de que tras la idea de raza hay un trasfondo religioso y desconocen que la perspectiva de lo que entienden ellos como esclavitud surgió en España dos siglos antes.
¿De qué manera lo explica usted en España?
Sé que voy a recibir palos pero intento mantenerme en el centro de los polos que van de lo gitano a la africanidad. Quiero escapar de las polémicas de siempre.
¿Qué persigue con su libro?
Que el flamenco, y muy especialmente el baile flamenco, se incorpore al abanico de artes mundiales.
Por cierto, ¿Qué hay de las grabaciones de La Macarrona en la Biblioteca Pública de Nueva York?
Entre el legado que el gran bailarín y coreógrafo Léonide Massine dejó, tuve la suerte de encontrar sus películas con el baile de La Macarona, de las que trasladamos una copia al Centro Andaluz de Flamenco de Jerez. Pero ahora estoy buscando contactos y ayuda para conseguir que esas grabaciones de 1917 se incorporen al fondo de la Biblioteca Nacional en Madrid.
“LO LASCIVO, LO TRANSGRESOR Y LA BULLA SON ELEMENTOS DE LA NEGRITUD EN EL FLAMENCO”