La hermandad de los Gitanos celebró la primera edición del “Festival Flamenco Valle Gitano”, en homenaje a Matilde Coral y Rafael el Negro.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla. 23/6/2018
Parece mentira pero mentira no es. Sevilla nunca tuvo un festival flamenco de verano como lo tienen Utrera, Lebrija, Arahal, la Puebla de Cazalla o Morón de la Frontera. Reuniones anuales con vocación de continuidad donde acuden aficionados de toda España en busca de un vaso fresco de arte jondo entre tanto desierto. Tradicionalmente se celebran en algún recinto al aire libre, con un gran ambigú lo suficientemente lejos del escenario como para que el personal pueda comentar, sin molestar al prójimo, los cantes y bailes entre vino y tapa.
La de ayer será una noche histórica si al cabo de los años comprobamos que el Festival Flamenco Valle Gitano ha nacido para quedarse y no es solamente flor de un día. Perfectamente organizado, la Hermandad de los Gitanos y el Distrito Casco Antiguo han conseguido en muy poco tiempo lo que otros nunca alcanzaron. Al triunfo de taquilla, conseguido la misma noche en que Miguel Poveda actuaba también en la ciudad, se le unieron el éxito artístico y el de crítica: nadie podrá negar que lo vivido anoche en los jardines del Valle fue inolvidable.
Rafael el Negro, a título póstumo, y su viuda, Matilde Coral, dos de los puntales del baile sevillano, recibieron su merecido homenaje. Mírala, qué porte tiene ahí sentada, con su bastón, parece una faraona. “En el día de hoy esta bailaora cumple ochenta y tres años”, dice temblorosa, y reparte emociones como moñas de jazmines, ésa para su Rafael, yo era de familia “fina”, vamos a dejarlo en “fina” y todo irá bien, y me enamoré del gitano más negro que había en toda Triana; ésta otra, para Trini España, que ya nadie se acuerda de ella, pero yo le rezo todos los días; y a la Virgen de las Angustias, que está en la Iglesia del Valle, a pocos metros de los jardines.
Noche de emociones, ya te digo. Porque se te ponía un nosequé en la boca del estómago pensar que el Señor de la Salud, el del andar flamenco y siempre a compás, nos miraba con satisfacción desde su casa, la nueva desde que se mudó de su gitana Iglesia de San Román. Desde Triana a San Román se llama el cuadro que han formado los gitanos de apellidos fragüeros: los Lérida, que precisamente abrieron herrería aquí, junto al impresionante lienzo de muralla que se levanta tras el escenario, y donde el Paíti, padre de Arturo, Pastora y Tomás Pavón machacaba los metales de sus futuras voces. Y están los Vega y los Amaya, dadle un beso a Remedios.
No era noche de criticar a nadie. Esperanza Fernández, más gitana, más trianera y más lebrijana que nunca, muy jonda por seguiriyas y por bulerías. El Granaíno abrió la noche con un grito seguiriyero espeluznante, cuida esa voz, Pedro. La cabeza de José de la Tomasa, cada vez más maestro de maestros, se asemeja ahora a la de un gran felino entre la vegetación de los jardines, mientras su garganta mece los tercios de sus soleares allá donde se te quedan pegadas a las tripas. Y fue una noche de guitarristas, ese Rafael y ese Paco, dónde me los dejas. Y al final llegó Farruquito, que, una de dos, o se le echó la hora encima, o es que no tenía muchas ganas de bailar.
Ficha artística:
Espectáculo: I Festival Flamenco Valle Gitano
Lugar y fecha: Jardines del Valle, Sevilla. 22/6/2018
Al cante: José de la Tomasa, Esperanza Fernández, Pedro “El Granaíno”, Pepe de Pura, Mari Vizarraga
Al toque: Raúl “El Perla”, Paco Cortés, Rafael Rodríguez “El Cabeza”
Al baile: Juan Manuel Fernández Montoya “Farruquito”
Intermedio y fin de fiesta: “De Triana a San Román”. El Pati de Triana, Pepe Torres, Joaquina Amaya, Luis Peña, José Lérida, Juan Lérida, Curro Vega, Salud Vega, Antonio “El Cordobés”, Mª Ángeles Castillo, Lidia Vega.
Presentador: Antonio Ortega