El maravilloso patio de la sede del distrito de Nou Barris ha acogido este año la novena edición de su festival flamenco del jueves 15 al sábado 17 de mayo, una propuesta que cada año abre las fiestas mayores de este distrito barcelonés. El Festival de Flamenco de Nou Barris nació con el objetivo de dar a conocer en la ciudad de Barcelona a jóvenes intérpretes emergentes que por su trayectoria, se vislumbraba que en poco tiempo tendrían su sitio en el circuito profesional. La programación cuidadosa permitía arropar a los jóvenes junto a figuras consagradas. Así, en su primera edición, la del año 2000, el público fue a ver a Rancapino y Juan Habichuela y descubrieron el debut en Barcelona de Arcangel, al año siguiente junto a Chano Lobato se presentó Esperanza Fernández. Hoy, ninguno de los dos, necesitan presentación, como tampoco lo necesitan, Eva Yerbabuena, Israel Galvan, Farruquito, Marina Heredia, Niño Josele, Poveda y un largo etc. que han pasado por este festival junto a Fernando de la Morena, Moraito, Rancapino, Juan habichuela, Chano Lobato, Pansequito, Menese, Carmen Linares y otros muchos que en su conjunto han aportado el prestigio que hoy tiene el festival. Habría que decir también que la originalidad, acierto y grandeza de este formato parece haber perdido fuerza y se ha ido diluyendo a lo largo de estos nueve años. En esta edición hemos topado con una programación interesante pero algo repetida e incoherente.
El jueves era la noche de Duquende, Guadiana, Niño Josele y Piraña. En comparación con la del viernes y sábado, ésta era la noche del cante. Guadiana es cantaor extremeño de la saga de los Porrina, hermano de Ramón el Portugués y sobrino de Porrinas de Badajoz. Es un cantaor muy solicitado para acompañar al baile (lo ha hecho con El Güito, Antonio Canales, Merche Esmeralda...) y eso se nota. Para bien y para mal. Para bien porqué va sobrado de compás, para mal porque se le nota esa inseguridad tan habitual en quien ha cantado mucho tiempo atrás. La actuación resultó simplemente correcta. Estuvo acompañado por la guitarra del Niño Josele y el cajón del Piraña, los cuales aprovechaban los descansos del cantaor para forjar un excitante mano a mano. Duquende hizo una preciosa entrada por cantes mineros. Sin presentarse a él ni a los temas que fue interpretando, siguió su actuación con soleá por bulerías y alegrías, ambas bastante reposadas. Cajón y guitarra se limitan a acompañar sin ningún protagonismo, cosa que a veces se agradece. Continuó por tangos, fandangos, bulerías y se fue. Como el público no se da por vencido volvió para hacer un peculiar bis por seguiriya. Duquende es un cantaor que se ha ganado por meritos propios su sitio en el circuito profesional. Aunque son muy visibles sus ecos camaroneros, no es un mero imitador del de la Isla; su cante está lleno de personalidad y maestría.
El viernes era la noche del baile. El espectáculo estaba a cargo del bailaor y coreógrafo Rafael Amargo. Éste es un artista con varios detractores dentro del flamenco seguramente debido a su gusto y tendencia por el baile contemporáneo, a sus puestas en escenas algo hollywoodienses y a su poco peso en el escenario, pues es un bailaor que se apoya demasiado en el cuerpo de baile, esta vez formado por cuatro chicas, entre las cuales vimos algunas caras conocidas de Barcelona. A pesar de que a algunos nos pueda parecer en definitiva un bailaor un poco artificial, el público desde luego que disfrutó mucho con la actuación, pues el patio estaba de nuevo a rebosar y el entusiasmo se reflejaba en los aplausos y el ambiente. El sábado le tocaba el turno al flamenco instrumental. Encabezaba cartel el espectáculo Vientos Flamencos a cargo de Jorge Pardo, Juan Diego, Tomasito y El Chispa. Pero nos quedamos con las ganas de disfrutar de él, pues el par de litros de agua que cayeron fueron suficientes para suspender la actuación. Nos tuvimos que conformar con el espectáculo que nos presentaba el guitarrista malagueño Daniel Casares, que interpretó con una combinación de sensibilidad y fuerza una rondeña preciosa con la que abrió la noche. El público respondió con aplausos y respeto. Se subieron el resto del grupo, demasiados músicos. Con frecuencia se olvida que el flamenco es un arte minimal ( "Menos es Más" , dice el lema ). Juntos tocaron una sabrosa guajira, unas largas rumbas y acabaron por bulerías, La actuación en general sintonizó con un público dispuesto a disfrutar del flamenco en todas sus variantes, pero la lluvia ya había decidido aguar la fiesta. Y es una pena no haber podido disfrutar de la maestría de Jorge Pardo y su nuevo trío, un artista que con la flauta y el saxo ha conseguido un nuevo lenguaje entre el jazz y el flamenco, una propuesta de fusión realmente sólida y coherente. Esta vez venía acompañado además de Tomasito, otro creador, otro innovador, otro artista multidisciplinar. Hubiera sido una gozada verlos actuar juntos.
Aunque en esta edición haya podido haber alguna incoherencia en cuanto a cartel, como es la repetición de formato entre los dos espectáculos de la noche del sábado, Flamenc a Nou Barris es un festival que ya está más que consolidado en los nueve años que lleva de vida. Desde aquí queremos agradecer a Nou Barris su perseverancia en el empeño, al tiempo que le animamos a retomar los orígenes de aquella programación que, apostaba por el equilibrio entre jóvenes valores y maestros, y que también ha sabido compaginar el cante con el baile y el toque, un nuevo formato de festival que difiere bastante de aquellos carteles con una retahíla inagotable de cantaores que finalizan a las cinco de la madrugá. Los vecinos de Nou Barris pueden estar contentos y satisfechos de albergar semejante festival, teniendo en cuenta que éste es un lugar emblemático dentro de los barrios barceloneses que fueron nutridos por la inmigración del sur hace ya más de 40 años.
Texto: Aina Núñez / Fotos: Ana Palma