El Festival Joaquín el de la Paula colgó el cartel de “no hay billetes” en una noche donde el cantaor onubense volvió a brillar con luz propia.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla. 22/10/2018 Fotos: Asociación Fotográfica Alcalareña
Noche de sábado otoñal, qué distinta de aquellas noches cálidas de verano cuando las cuadrillas de aficionados enfilaban la cuesta que sube al barrio de San Miguel, el barrio de Joaquín el de la Paula, y de allí al mítico Castillo de Alcalá. En su patio de los Silos se vivieron veladas eternas de cante rancio, ante un escenario resguardado por el imponente lienzo de muralla y la mirada atenta de la flamenquísima Virgen del Águila, patrona de la ciudad de los Panaderos.
Hoy amenaza lluvia, y hay un espléndido teatro auditorio bajo los cimientos del castillo. Butacas cómodas para todos, bueno, para casi todos, y una acústica sobresaliente, convierten el festival de verano en un evento del siglo XXI, en el que, a diferencia del año pasado, se ha colgado el cartel de “No hay billetes”. Javier Barón, el gran bailaor local, lo dijo el otro día, que el festival ha de volver al castillo. Por algo será.
Cartel apetecible y precios populares, ésa es la fórmula. Mi amigo el purista compró la entrada exclusivamente para ver a David el Galli. David Sánchez Medina nació en Barcelona en 1978, aunque su familia regresó a Morón de la Frontera durante su infancia, y David es moronero a todos los efectos. Desde hace años es primera figura del cante para bailar, el cante de atrás, como se dice. A mi amigo no le gusta el baile, donde canta el Galli, ahí que va él.
Ayer David comenzó muy bien, con un precioso pregón a palo seco seguido de un martinete y su correspondiente toná de cierre, a la que incorporó el cajón de “Cheyene” en compás de seguiriyas, recurso efectista para el baile pero innecesario en ese contexto. Ese cajón, y las palmas de El Petete y de El Porrete, vaya rima interna que te gastas, que redoblaban constantemente y volvían a redoblar, contribuyeron a aligerar la percepción del cante jondo hasta rozar el llamado “nuevo flamenco”, sobre todo en esas cantiñas para el baile sin bailaor ni bailaora, o en unos tangos muy personales y verdaderamente insufribles. Menos mal que nos dejó unas soleares de bastantes quilates, acompañadas a la guitarra por Paco de Amparo, familia de Diego del Gastor, que trajo alzapúas negras de Morón bajo su mascota blanca.
José Mercé es artista hasta cuando tose. Fue digna de ver su entrada en el escenario, su hermosa figura negra bajo cabellera blanca, y esos brazos en cruz recogiendo la ovación del público para guardársela en su pecho sin perder nunca la verticalidad. Como ver a Rafael de Paula haciendo el paseíllo en el Puerto de Santa María. Viene acompañado por su mujer, Mercedes, que le hará palmas bajo la batuta del gran Chícharo, hoy por hoy el pontífice del compás jerezano. Y la guitarra de Antonio Higuero, anda que José elige mal a sus escuderos.
José, cambia de repertorio, mi alma. Otra vez la malagueña de Manuel Torre, cómo no has encontrado todavía la flor que amabas, seguida de la doble del Mellizo. Soleares de Alcalá muy bien llevadas por Antonio, maestro del acompañamiento, que te esperó una y otra vez a que tomaras aire y subieras la cuesta del Castillo. Dijo el presentador, el compañero Alberto G. Reyes, que la soleá de Alcalá se debe decir como quien sube esa cuesta, despacito pero sin jadear. Con esa forma física envidiable que tienes, esa voz intacta tan bonita, y vas y nos respiras tres veces por tercio, huyendo de toda pelea con el cante. Y la seguiriya, como si no hubiera más letras ni más melodías, ya sabes de lo que hablamos. Eso sí, por bulerías de Jerez es el rey. Se marcó un homenaje a Tío Luis de la Pica, desde la soledad del proscenio y sin megafonía, que fue toda una lección de cómo proyectar la voz ante casi mil espectadores. Y terminó con un emocionante fandango de Chocolate y una ágil pataíta que nos dejó con la boca abierta. Así es él.
Y salió Arcángel como quien no quiere la cosa. Con su timidez larga y su cuerpo chiquito. Se sentó sin un buenas noches tomando en sus manos la madeja de La Caña de Curro Dulce. Y tirando del hilillo de un extremo, firmó en cuatro minutos un auténtico monumento al flamenco. Tangos extremeños para enmarcar, todo muy personal y a fuego lento. Dos tarantos como dos puñalás. Y, cuando el oído le ha tomado ya la medida a su voz prodigiosa y laína, surgen de su garganta las fatigas de la muerte. La sonanta de Miguel Ángel Cortés dobla campanas de duelo, y Arcángel vomita la madre de todas las seguiriyas, la grande de Manuel Molina, la de Paco la Luz, el Reniego y los días señalaítos, respirando con los pies quizás, porque ese hombre se peleó con los sonidos más negros y prácticamente de un solo jipío, a la manera antigua, como le decía el Planeta al Fillo. Luego vinieron las cantiñas esas tan largas, y un bis de fandangos de Isidro Muñoz y del Alosno que le abrieron la puerta grande del auditorio.
Y tocaba la noche a su fin, cinco horas en un teatro con veinte minutos de ambigú, la verdad, mi amigo el purista prefiere la fórmula del Castillo. Javier Barón (Alcalá de Guadaíra, 1963) es un bailaor de culto, con un baile muy personal. Como también son muy personales los gustos de cada cual. Vino acompañado por lo mejorcito del cante de atrás, con Jeromo Segura, Javier Rivero (hijo del mítico cantaor El Pichichi, del barrio de los Carteros de Sevilla) y el magnífico Miguel Ortega, que por sí solo merece un Auditorio Riberas del Guadaíra. Bailó por seguiriyas con vaqueros y una americana blanca, bien, y bailó por soleá, bien, y luego por bulerías, muy bien, con los mismos vaqueros y un blusón indescriptible. Es bailaor de piruetas y de piernas abiertas, que defiende su baile por derecho. Y nos marchamos con la voz en off de Enrique Morente cantando Estrella Amargura en honor de la madre de Javier, recientemente desaparecida.
Ficha artística:
Espectáculo: Festival Joaquín el de la Paula
Lugar y fecha: Auditorio Riberas del Guadaíra, Alcalá de Guadaíra. 20/10/2018
Cante: David “El Galli”, José Mercé, y Arcángel.
Baile: Javier Barón y su cuadro: Miguel Ortega, Jeromo Segura y Javier Rivera (cante); Juan Campallo (guitarra), José Carrasco (percusión).
Guitarra: Paco Iglesias, Paco de Amparo, Antonio Higuero, y Miguel Ángel Cortés.
Palmas: Chicharito de Jerez, Mercedes García, los hermanos Gamero, El Porrete y Antonio Amaya “El Petete”.
Presentador: Alberto G. Reyes.