Gran éxito para el cantaor lebrijano, que presentó en Sevilla su segundo disco “Directo”, grabado durante la pasada Bienal.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez 3/6/2015 Fotos: Pepe Montiel
Las calles de Lebrija debieron de aparecer ayer tarde mudas y desangeladas ante cualquiera que, vestido de despiste para la ocasión, se aventurara a andar por ellas con la intención de perseguir los hitos de su rutina habitual. Dónde están todos, no lo sabes, esta noche canta Joselito en Sevilla.
José Antonio Valencia Vargas no nació en Lebrija, aunque sí se crio, y sigue viendo aquí, en la tierra de sus padres. Su sangre gitana se remonta más allá de los progenitores de Paco la Luz, que dieron origen a las sagas más flamencas de Jerez, y que van unidas a nombres como los Sordera, Terremoto, Parrilla, Mojama, Borrico, Torrán, Mercé… Y, en Lebrija, Antonia Pozo, Manuel de Paula, Manuela la Juanicha… Aun así, le costó trabajo hacerse un hueco respetado desde que comenzó a hacerse llamar Joselito de Lebrija, siendo un niño, hace más de treinta años.
Treinta años de duro esfuerzo y sacrificio, lo sabemos. Gran parte de ellos poniendo sus enormes facultades, su voz portentosa y su sabiduría al servicio de las más grandes figuras del baile flamenco. Los buenos aficionados y gran parte de la crítica apremiaban a José desde hacía tiempo para que abandonase el cante de atrás y se sentase como cantaor para reclamar su merecido lugar como primera figura. Premio Giraldillo al Cante en la Bienal de Sevilla 2012, en la pasada edición de 2014 ofreció un concierto en el Teatro Lope de Vega que fue grabado para editar un disco en directo.
Y eso es lo que lebrijanos y sevillanos fuimos a ver anoche al Teatro Quintero. Un concierto para presentar el disco Directo, que se corresponde con aquel recital que ya vimos el año pasado. Nos gusta tanto José que no nos importaba repetir. En aquella ocasión del pasado septiembre, José no estuvo tan bien como hubiéramos querido. En esta, tampoco.
Y eso que empezó de manera espectacular, de pie en el proscenio, con un pregón precioso de aquel vendedor ambulante de Bormujos, Anastasio Ruiz, cuyas brevas eran más dulces que los merengues del confitero de La Campana, y que José Valencia, estudioso infatigable de los cantes antiguos, ha recuperado para este disco. Engarzó el pregón con una toná grande de muchos quilates, y sin esperar el aplauso del público, comenzó a desgranar una de las joyas de este disco: unos fandangos por soleá que José siempre ha escuchado en Lebrija a su familia por parte de Manuel de Paula, unas bulerías por soleá de sabor jerezano, terminando, con el mismo compás, por una seguiriya basada en la del Reniego, aunque distinta. Sólo con eso, los quince euros que costaba la entrada estaban más que amortizados.
Una granaína y la malagueña-granaína de las que cantaba el Chocolate, lo mismo que los tarantos y la rondeña que vinieron después, sirvieron para recordar que José no pretende quedarse meramente en un cantaor de cantes básicos. Sus facultades le bastan para abordar estos estilos de manera aseada, aunque sin la transmisión que le confiere a los primeros, y, con el andamiaje de la guitarra de Manuel Requena, consiguió salvar el tipo sin lucirse.
La que sí se lució y transmitió más que un Miura encelado fue Eva Yerbabuena, que salió bailando por tangos, ataviada a la antigua, y recordando a las viejas de la Cava con sus contoneos obscenos y preciosos a la vez. Se llevó una de las ovaciones de la noche y el recuerdo de su gesto dolorido permanecerá en nuestra memoria mucho tiempo.
Abusó José de las bulerías para regocijo del respetable. Su sentido milimétrico del compás es muy útil para el cante de atrás, aunque, empeñado en terminar siempre a tierra y en meter el zapato con fuerza machacona, se afana en elevar el volumen de su potente voz por encima de las atronadoras palmas. También en las cantiñas de Pastora Pavón y de Manuel Vallejo echamos de menos una bailaora por delante del cuadro. José parece haber elegido esta forma de cantar como marca de la casa, pero hay aficionados que prefieren los dulces graves que su poderosa garganta es capaz de arrancar cuando el cantaor templa su fuerza y lleva el cante hasta la media voz. Cuestión de gustos.
Y para el final, unas bulerías romanceadas de la tierra, cante de Lebrija puro, que nos levantó a todos de las butacas para aplaudir hasta rompernos las manos. Solo por estas bulerías, donde se intuía el aroma inconfundible de Antonio Mairena por debajo de los ecos de tantos Perrates, Pininis o Bacanes, ya les valió la pena el viaje a sus paisanos. Tanta Lebrija en una sola garganta.
Ficha artística
Espectáculo: Directo / Teatro Quintero, Sevilla 2/6/2015
Cante: José Antonio Valencia Vargas “José Valencia”
Guitarra: Juan Requena
Palmas y jaleos: José Jiménez Santiago “Bobote”, Manuel y Juan Diego Valencia
Artista invitado (baile): Eva María Garrido “Eva Yerbabuena”
Artista invitado (guitarra): Paco Jarana