Tan solo una docena de ediciones le han bastado a la Fundación del Teatro Villarmarta para llegar a convertir este festival en el más rentable de cuantos festivales flamencos se organizan, este año con gran apoyo de todas las administraciones tanto regionales como nacionales. Se parte de una premisa clara cual es el baile flamenco y todo lo demás son añadidos hacia esa marca. De este modo, del 22 de febrero al 8 de mayo, fueron muchas las persona que acudieron de más allá de nuestras fronteras atraídas por más de una treintena de cursos impartidos por las máximas figuras del baile flamenco. Huelga decir que ello encarece la factura de los mismos, pero a cambio las cursillistas, y cada vez en mayor número hombres también, reciben un pase para contemplar las evoluciones de sus ídolos sobre las tablas. En este sentido el Teatro Villamarta presenta un gran número de llenos pero que no se traducen en los otros espacios escénicos de menor aforo. Lo que si me ha demostrado esta edición del Festival de Jerez es que hay que venir con pies de plomo pues impera más la juerga y la reunión en peñas y locales nocturnos que lo que podamos ver en el Villamarta, no por nada, sino porque la mayoría de los espectáculos ya hemos tenido la oportunidad de verlos. Cuestión distinta es esa legión de fervientes seguidores del flamenco que llegados desde todos los rincones del globo, en este ocasión de más de treinta nacionalidades diferentes, dejan su granito de arena para la buena marcha de la economía jerezana. Y es que al festival le hemos echado de menos más estrenos, aunque es de alabar que el propio Teatro Villamarta haya producido una obra, cuestión que hasta la fecha no se había prodigado.
Se estrenó pues esta edición con "¡Viva Jerez!" una producción dirigida por Francisco López, a su vez director del Festival y del Teatro Villamarta, que se aunó con el guitarrista Paco Cepero para ofrecernos las cara menos jerezana de la ciudad del vino y de los caballos. Con un elenco de artistas locales no del todo conocidos por la mayoría, se exhibió durante más tiempo del necesario el saber hacer de los artistas jerezanos pero por estilos que no son propios de la tierra tales como abandolao, milongas o tanguillos, aunque si hubo buenas intervenciones como las del cantaor Fernando Terremoto o los bailes de Angelita Gómez. María del Mar Moreno o Mercedes Ruíz, la cual fue sin duda la que mayormente sobresalió de entre todo el elenco. Es de destacar que esta bailaora recibió a lo largo del festival el Premio del Público que cada año organiza la Cátedra de Flamencología por su actuación del año pasado.
Pasarían después por las tablas del Villamarta grandes propuestas, pero que llevan un tiempo girando como puedan ser "La puerta abierta" de Isabel Bayón con la colaboración de Miguel Poveda, la obra biográfica de Antonio El Pipa "Puertas adentro", el "Santo y Seña" de Eva La Yerbabuena, que se alzaría con el premio al mejor espectáculo de la anterior edición, y el último proyecto de la Premio Nacional de Danza Manuela Carrasco, su "Romalí. Danza de los gitanos". Si nos llamó la atención el reencuentro del bailaor Rafael Amargo con el flamenco, pues en su "Tiempo muerto" quiso ahondar en los estereotipos flamencos aunque fue más el merito del cuerpo de baile que el suyo propio. Por contra Andrés Marín volvió a cautivarnos con "El alba del último día" donde recrea la estética de los últimos cafés cantantes con unos soberbios Segundo Falcón y José Valencia al cante. Durante esta primera semana se pudo degustar también buen baile en la Sala Compañía con artistas de la talla de Marco Flores, María José León, Manuel Ríos, una jovencísima Patricia Guerrero o la ya consagrada Rafaela Carrasco, referente en el baile del siglo XXI. Hablando de bailaoras referenciales debemos destacar el espectáculo "Mujeres" que con el buen hacer de Merche Esmeralda, Belén Maya y Rocío Molina va colgando el cartel de no hay billetes en el festival que lo programa, en lo cual, sin duda, Mario Maya tiene mucha culpa al estar detrás de este trabajo, y a parte de haber sido un gran bailaor es un gran coreógrafo.
Pese al marchamo del baile, el buen cante no puede faltar en este evento, aunque los recitales pocas veces vendan todo el billetaje, pues eso solo ocurrió en el que ofreció el Capullo de Jerez en la Bodega de los Apóstoles y eso que lo vimos más frío que otras veces, no consiguiéndolo ni José Meneses ni Calixto Sánchez pese a estar secundados por dos de las mejores guitarras de acompañamiento del momento como son Antonio Carrión y Manolo Franco, respectivamente. El Palacio de Villavicencio fue ocupado por las voces más jóvenes, y dejaron destellos de su calidad la cantora local Elu de Jerez, Miguel Lavi, Juan Pinilla que traía su Lampara Minera de la Unión, o Sonia Miranda. Hacer mención que Encaran Anillo presentó su primer trabajo discográfico, y que David Lagos tuvo su merecido hueco después de que la Federación Local de Peñas Flamencas le entregara el galardón de mejor Cantaor de Atrás de la pasada edición. Pero el recital más llamativo fue el de un grupo que nos sorprendió por su faceta instrumental, nos referimos a Ultra High Flamenco que hizo las delicias del público con la belleza de su melodías encajadas en un muy buen compás, como después demostrarían Son de la Frontera. La guitarra no podía faltar con sendos recitales de Jesús Torres y Juan Campallo.
De este modo llegamos a la segunda semana del festival también cargada de platos fuerte en el Villamarta. Estilos muy diversos hicieron de la noche jerezana un sin fin de contrastes pero tanto el público como la crítica salió satisfecho. Por un lado la compañía de Rafa Estevez y Nani Paños con su "Flamenco XXI: ópera, café y puro", un recorrido por la historia del cante y el baile que ya sorprendió en Málaga en Flamenco y que a la postre sería justa merecedora del premio revelación de la crítica especializada. El baile más racial vino de la mano de los actuales herederos del baile gitano, nos referimos a Farru, Jose Mayá y Barullo, para dar paso al concepto mas vanguardista del flamenco que plantea Israel Galván en su apocalíptico "El final de este estado de cosas" que presentó una versión más reducida que la estrenada hace unos meses en Mijas. Nuevamente la Sala Compañía acogió figuras de la talla de El Mistela o los jóvenes Leonor Leal y Fran Espinosa a los cuales hay que seguirlos muy de cerca. Y la Bodega de los Apóstoles aunó ese aroma a buen vino con las buenas vibraciones de las cuerdas de la bajañí de Pedro Sierra, siendo otros guitarritas del ciclo "Bordón y cuenta nueva" Daniel Casares y Jose Manuel León, cuyas guitarras nos huelen también al Mediterráneo. Pero sin duda estos últimos días fueron también los del cante, llegando a nuestros oídos que David Palomar ofreció un gran recital, al igual que Ezequiel Benítez y Antonio Malena, mientras que Antonio Reyes y Manuel Moneo no estuvieron a la altura a la que nos tienen acostumbrados. Pero para cante el de Miguel Poveda que agotó el papel del Villamarta y lo puso en pie con su producción "Sin frontera" donde se reúne de lo mejorcito que tiene actualmente la tierra de Jerez. Se hizo acompañar de Luis El Zambo al cante, la guitarra de Moraito, el baile de Andrés Peña y el compás de Lúa y Carlos Grilo, sin olvidar al gran Chicuelo. Bien podía haber sido esta la clausura del festival, pues al día siguiente se nos quedó un extraño sabor de boca cuando Manolo Sanlucar abandonó antes de lo previsto su recital al referirse que no se encontraba bien. Menos mal que minutos antes El Güito volvió a embelesarnos con su farruca y su soleá, de las pocas genialidades que hoy en día no hace falta recurrir a los vídeos para contemplarlas.
De este modo se puso punto y final a una edición donde cada vez se nota mayor interés por la cultura flamenca, y no solo el baile como se observa cada mañana en la tertulia de la bodega San Ginés, que recibe más gente en las ruedas de prensa y presentaciones de libros, discos o actividades flamencas. Destacar igualmente el papel que mantienen las peñas flamencas de esta ciudad, y donde cada noche han acogido a los visitantes para enseñarles lo más castizo y enraizado de este arte, como son la peña Tio José de Paula, Don Antonio Chacón, el Pescaero, la Zúa, la Bulería, los Cernícalos, Pepe Alconchel o Fernando Terremoto. Sin duda el formato del festival le augura un gran éxito en futuras ediciones, aunque nos gustaría que diversas ciudades pusieran en liza actividades, que sin querer ser tan faraónicas, acerquen igualmente la cultura jonda.
Fotos: Festival de Jerez