La bailaora sevillana estrenó anoche su espectáculo Bailaora, una propuesta arriesgada e intimista sobre el día a día de la profesión flamenca.
Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla Teatro Lope de Vega 18/2/2015 Fotos: Revista La Flamenca/Impacto Flamenco TV
Trabajo, trabajo y, después, mucho trabajo. Ése es el día a día de tantos artistas que sueñan, luchan y pasan fatiguitas por hacerse un hueco en la difícil profesión del baile flamenco.
Asunción Demartos (Sevilla, n. 1975) lo sabe bien y nos dejó anoche una visión intimista y poética, a partir de su propia experiencia, de esa otra cara del flamenco, la del sudor y los dientes apretados ensayo tras ensayo, la de la soledad de la artista al llegar por la noche a casa, la de los dolores de pies y de alma. Son las entrañas del baile al descubierto, lo que el espectador no ve desde su butaca.
Desde los martinetes y tonás por seguiriyas que abrieron la noche, el público supo que tradición y modernidad iban a ir tomadas de la mano. Salió Asunción con un bastón amenazante en claro homenaje al gran Farruco de Los Bolecos. No sería éste el único guiño a los grandes maestros del baile flamenco, pues a lo largo de la velada los hubo para Cristina Hoyos, para Matilde Coral en las alegrías de bata de cola, e incluso en el sombrero de ala ancha de la inolvidable Pastora Imperio.
La rondeña sirvió a la bailaora para traer a las tablas las vivencias de la chiquilla que comienza su trayectoria en el baile, guiada por la figura materna de la cantaora y calzada para la danza clásica. Parece que la niña se ve más y más atraída por el flamenco, simbolizado por la silla de enea. Un episodio particularmente acertado es cuando baila de espaldas al público, con calzado de calle, y se proyecta su imagen aumentada en la parte superior del fondo del escenario, como si se tratara del típico espejo del local de ensayo.
La bailaora se va haciendo grande en los tarantos y en la farruca. Ya no se volverá a quitar los tacones. Y, en esta evolución, llegamos a la soleá y a las alegrías, donde una bailaora tiene que demostrar lo que lleva dentro. Y Asunción Demartos se entregó, y de qué manera.
Trabajo, trabajo y más trabajo es una buena parte de lo que hay detrás de Bailaora, un relato lírico con tintes autobiográficos donde nada se deja al azar. Cada detalle lleva aparejado un por qué, aunque haya momentos en que el espectador pueda sentirse algo perdido ante tanta profusión de símbolos, metáforas y guiños personales. No queremos dejar pasar por alto el vestuario, de gran belleza, moderno e innovador y de muy buen gusto.
Para la ocasión, Asunción se ha rodeado de un elenco de jóvenes músicos de primer nivel. Modernidad y flamenquería venían de la mano con la guitarra de Ramón Amador hijo, el piano de Sergio Monroy y la percusión de Israel Katumba, todo adobado por una calidad de sonido excelente. Las flamenquísimas voces de Inma la Carbonera y de Amparo Lagares, aportaron el contrapunto de sobrada enjundia y hondura. Mención aparte merece el siempre espectacular Diego Villegas, que con su harmónica, saxo y flauta, y su sentido inmejorable del compás, es hoy por hoy una garantía de éxito en cualquier espectáculo.
Ficha artística
Espectáculo: Bailaora / Teatro Lope de Vega / Sevilla 17/2/2015
Baile, coreografía, textos, dirección y producción: Asunción Demartos
Guitarra: Ramón Amador
Cante: Inma La Carbonera y Amparo Lagares
Piano: Sergio Monroy
Saxo, armónica y flauta: Diego Villegas
Percusión: Israel Katumba