Ciclo Septiembre es flamenco. Padre e hijo dejaron un estupendo sabor de boca en su recital titulado “El ayer y el hoy”.
Web revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla (Espacio Santa Clara: Torre de don Fadrique) 14/9/2015 Archivo fotográfico Bienal de Flamenco. Fotógrafo: Antonio Acedo
La Torre de don Fadrique es una joya medieval de gran valor artístico que está encerrada dentro de los muros del antiguo convento de Santa Clara, a escasos metros de la en otro tiempo flamenquísima Alameda de Hércules. Oculta prácticamente a la vista de los transeúntes, su existencia ha pasado desapercibida durante décadas incluso para una mayoría de sevillanas y sevillanos, hasta su restauración y apertura al público hace pocos años. No es de extrañar por ello la sensación de sorpresa y de sobrecogimiento que uno experimenta cuando se abre paso por los jardines amurallados y se encuentra de súbito con el imponente monumento.
Imponente la torre e imponente la escena, con el público rodeando el efímero tablado a escasos metros de los artistas. Quizá por ello, por el recogimiento excesivo del público y la imponencia del lugar, el hielo tardó un poco en fundirse. Tras una ronda de martinetes mano a mano, nadie cayó en ayudar a Alonso Núñez Núñez Rancapino (Chiclana de la Frontera, 1945) a bajar del escenario, por lo que fue su propio hijo el tuvo que abandonar la escena dejando a su grupo solito con los primeros compases de las alegrías en las manos. A pesar de su impecable interpretación de estos cantes, Alonso Núñez Fernández Rancapino Chico (Chiclana de la Frontera, 1988) tuvo que echar mano de todas sus tablas, que tras veinte años en los escenarios no son pocas, para enganchar a un público, que se resistía a agachar la cara y embarcar su distraída embestida.
Algunos problemas técnicos de sonido, que perduraron durante todo el recital no ayudaban mucho, ni tampoco los arreglos de esos, según el programa de mano, “tangos libres”, que en realidad son una preciosa zambra por tangos que Paco Cepero compuso para el segundo disco de Rancapino padre. La zambra se titula “La mantilla de Manuela”, en honor a la mujer de Rancapino, y su hijo la lleva normalmente en su repertorio dándole un aire de tangos extremeños, en los que es un auténtico maestro, pero que en esta ocasión había decidido suprimir. Este comienzo no dejaría de ser meramente anecdótico en un recital más largo, pues quedaba poco margen de maniobra. Rancapino hijo se ató los machos y consiguió salir airoso, y de qué manera.
Hoy en día hay pocos cantaores profesionales que duelan tanto por fandangos como él. Ha conseguido desarrollar una impronta personal a partir de los fandangos libres de corte caracolero heredados de su padre. Anoche se metió al público en el bolsillo con una tanda de tres de éstos y uno de Antonio el de la Calzá: “mi momaíta de mi alma, que yo en tu camita siempre tengo un sitio”. Rancapino Chico salió a los medios, que es donde se siente realmente cómodo, y se dejó la piel hecha virutas en cada tercio, la figura descompuesta hasta tocar el suelo con los puños, pegando “bocaítos” en las tripas del respetable, que se rompieron las manos a aplaudir. Costó trabajito, pero ya tenía el pescado vendido. Cuando cantó la última letra, también grabada por su padre, dedicada a Curro Romero, presente en el público, comenzó el delirio.
El momento cumbre de su actuación vino con las bulerías de la Perla de Cádiz, justo en el día del 40 aniversario de su fallecimiento, que arrancaron ovaciones e iluminaron nuestros maltrechos corazones. Acompañado del toque preciso y moderno de Antonio Higuero, que le cedió el protagonismo en todo momento al cantaor, nos dimos una vueltecita en la Mulilla de Antonio Mairena, que por lo visto está mala, la zarandillera, y nos fuimos con ella en busca de la china, porque era china, de Agujetas, que se fue a Alemania desde la calle Acebuche, con todo el arte de la Plazuela de Jerez. Eso fue antes de volver a Manolo Caracol, esta vez en forma de fandangos por bulerías, con su Venganza, que es lo que tú te mereces. Y de postre, no podía faltar el romance de Juan Osuna, de Quintero, León y Quiroga, que nos dejó con una mano en el Evangelio y la otra pellizcándonos para salir de aquel sueño.
Cuando hace unos días hablábamos con Rancapino Chico en este lugar, en la entrevista que publicamos para la Revista La Flamenca, nos comentaba el respeto que le infundía un mano a mano con su padre, porque Alonso Núñez Núñez Rancapino te puede coger en un momento, con un solo tercio, y hacerte un costurón. Anoche lo comprobamos.
Parece mentira que de ese cuerpo menudo y, todo hay que decirlo, castigado, pueda salir esa voz. A sus setenta años, algunos albergábamos dudas de que Alonso estuviera en condiciones de presentarse en Sevilla cantando por derecho. Está claro que estábamos equivocados. No deja de tener la edad que tiene, y el fuelle le abandonó hace ya años. Pero lleva el cante en la cabeza y en la barriga. Las soleares que arrojó anoche, a los pies de la Torre imponente, van a quedar en la memoria de los presentes durante mucho tiempo. Hizo un recorrido por Alcalá en toda regla, completando cada tercio a compás y a golpe de empujones y de redaños, sin saltarse una nota de cada estilo. Su adorado Juan Talega estaba en su garganta dando fuelle donde se necesitaba, mientras Alonso cincelaba con precisión los cantes de Joaquín el de la Paula y de Agustín Talega. Y la grandísima Fernanda de Utrera, creo que también estaba por allí sentada: “la silla donde no me asiento, la enea se le ha caío de pasar tantos tormentos”. Qué barbaridad, se oía por allí cerca.
Miguel Salado colaboró muchísimo en llevar a Alonso a buen puerto, eso es así. Qué sabor añejo tiene su toque, sonidos de madera impregnada de brandy viejo de Jerez. Cuando estaba a punto de darle el pie a las seguiriyas, Alonso suelta:
“Me decía Chano Lobato, que me quería mucho, y yo a él, que en paz descanse, Rancapino, eres el Robert Redford de África”.
Un detalle de maestro, de artista, de buen comunicador. Es fundamental meterse a la audiencia en el bolsillo cuanto antes, y el sentido del humor es un recurso muy bueno. Un minuto después, tras otra brillante falseta de Miguel, suelta con todo el ángel: “ole, viva la Caja de Ahorros”. Las seguiriyas, fueron interpretadas con muchas fatigas, Manuel Torre de inicio y Tío José de Paula, acordándose del Viejo Agujetas. No había fuelle para el macho, ni falta que hacía. Antes y después, la malagueña chica del Mellizo, y sus bulerías. El éxito estaba conseguido. Ahora va a cantar éste por bulerías, refiriéndose a su hijo. Cuando Alonso Hijo se metió de lleno por fiesta jerezana, y se acordó de Camarón de la Isla para cantarle a la luna que brilla en los mares, los mares oscuros, la Torre de don Fadrique parecía mucho más pequeña.
Ficha artística
Espectáculo: El ayer y el hoy (Espacio Santa Clara: Torre de don Fadrique) 14/9/2015
Primera parte
Cante: Alonso Núñez Fernández “Rancapino Chico”.
Toque: Antonio Higuero Pazos.
Segunda parte
Cante: Alonso Núñez Núñez “Rancapino”.
Toque: Miguel Salado Puyol.
Palmas: Tate Núñez y Cepa Núñez.