Cuarenta y cinco años, en otros casos, dan para levantar un festival y hundirlo cinco o seis veces. Mairena del Alcor se mantiene firme. El pueblo acude en masa a conferencias y cursos, preocupado por fundamentar su afición. El paradigma a seguir. Pusieron los cinco sentidos en las conferencias de Manuel Martín, Antonio Benítez y Ramón Soler en las segundas jornadas de estudios dedicadas a El Mellizo. Por eso, no debe extrañar a nadie que, en su tradicional Concurso -que ganó entre otros Paco Manzano- o en el Festival, encontremos a un auditorio exigente, que sabe distinguir entre el jamón y la mortadela. Aquí, hasta José Mercé se ciñe el cinturón y se olvida del Mami Blu.
La soleá de Alcalá siempre tuvo en Mairena a sus más celebrados intérpretes y José Tirado cumplió con creces con este rito iniciático en su vuelta a los escenarios. Cuando un semiprofesional te eriza el bello antes que una primera figura, surgen muchas preguntas. Otro diamante sin pulir es Antonio Ortega, un joven de espíritu arcaico, que sabe imprimir un halo de santidad a lo que canta, propio de quienes ya lo han dicho todo; si bien peca de ser más cerebral que visceral. Se sintió muy a gusto por malagueña, soleá por bulerías y seguiriyas con el toque de Antonio Carrión, continuamente jaleado por el respetable.
El papel de las figuras fue dispar. Carmen Linares está agotada, y eso se refleja en su fatigada voz. Cumplió en cartagenera, taranta y soleares, con profesionalidad y entrega, dejando un regusto amargo por cantiñas y bulerías. Tampoco la guitarra de Miguel Ángel anduvo fina, con falsetas demasiado intranscendentes, representativas del toque actual. El baile -tras el homenaje a Suárez Japón- lo puso El Güito, monumento a la soleá que ofreció en la Casa Palacio lo más interesante de la noche. Este genio, olvidado por los programadores bianuales, sin más acompañamiento que el de un atrás cortito con sifón, construyó su alegato a la pureza: el binomio hombros-cabeza son la cubierta de lo que se construye desde los tacones, los cimientos de una mansión que tiene en brazos y manos el placentero dibujo de su silueta en el espacio.
Corría un airecito agradable, quizás para recibir al hijo de la tierra. Calixto Sánchez y Manolo Franco ofrecieron un recital serio y comprometido, pero también matemático y frío. Solo la guitarra del Giraldillo se desató por tarantas y nos hizo vibrar por seguiriyas, porque el profesor Sánchez también se olvidó de poner sal a las alegrías y pimienta a las bulerías. Mercé también estuvo comprometido pero con las mismas prisas de siempre. Ejecutó la malagueña del Mellizo, dejó detalles por soleá y ofreció lo más granado de su repertorio por seguiriyas, a pesar de que la guitarra de Moraito no le dejó respirar, sobrándole más de un porrazo en la tapa. La tradicional ronda por tonás puso el punto y final a este éxito constante de organización y amor al flamenco. Y ya van 45. Enhorabuena Mairena.