El Festival del Cante de Las Minas ha celebrado su cuadragésimo sexta edición, con un cartel de lujo que ha encabezado la maestra sevillana Cristina Hoyos, homenajeada de este año. De glosar precisamente su persona y su arte se encargaron Manuel Martín Martín, Juan Manuel Suárez Japón y Francisco Hidalgo, a través de una serie de conferencias y el aditivo de la presentación del libro Cristina Hoyos: El genio desnudo de Antonio Arco.
Pero el Festival en si, dio comienzo el jueves día 3 de agosto, con el pregón de Milagros Menjíbar. La trianera basó su intervención en un recorrido -poco habitual- por el Levante, destacando una serie de innovaciones para la creación del baile de esta zona. Una puerta abierta, desde su perspectiva, para la evolución. Su particular minera, que no deja de ser un baile reflejado en el taranto con algunas variaciones personales, se aceptó como forma de las buenas intenciones de la bailaora sevillana, que intentó agradar con la muestra de un baile inexistente. El tiempo dirá. Le siguieron los ganadores de la anterior edición del festival, Gema Jiménez y Daniel Navarro, más la tradicional velada trovera.
El viernes llegó uno de los momentos más esperados: Vicente Amigo con la Orquesta Sinfónica de Murcia, dirigida por José Miguel Rodilla. Comenzó por soleá, para continuar con su grupo por fandangos de Huelva, destacando el cante de Rafael de Utrera. Pero sería en la segunda parte, con la presentación de Poeta -que mantiene la frescura del trabajo bien hecho-, cuando se fusionaron los ecos sensuales, imaginativos, magistrales de Vicente y el flamenco, con el acompañamiento clásico que nos ofreció la joven orquesta murciana. Y es que esa noche volaron los duendes en la catedral. Se percibían en el público, en sus aplausos, siendo uno de los éxitos más destacados de esta edición. Siguió el Trasnoche Flamenco con Ezequiel Benítez y la guitarra de Manuel de María, donde el jerezano intentó mostrar lo mejor del repertorio de su tierra. Y digo intentó, porque el aire acondicionado y la falta de compenetración con el guitarrista, le jugaron una mala pasada.
El espectáculo del sábado lo encabezó Nano de Jerez, que reflejó los ecos ancestrales del cante de su tierra. Con el acompañamiento sublime de Antonio Carrión dio todo un recital de pasión y entrega que se vio recompensado por el aplauso cariñoso del público. "Voy a cantar gitano, porque es lo que yo soy". Esas fueron las primeras palabras de Agujetas, pero sus cantes antiguos no convencieron a un público que esperaba más ante la falta de tono y complicidad con la guitarra de Antonio Soto. José Menese nos ofreció soleá, seguiriyas, taranta y taranto, y cantes menos convencionales como nanas, farrucas y guajiras, mostrándose siempre correcto. Y cerró la noche Antonio "El Pipa", bien escoltado por un grupo de calidad en el que destacaron María José Franco, en la soleá por bulerías, y el cante de Tía Juana La del Pipa. Nos brindó un espectáculo de baile clásico, siguiendo las formas de su tierra, libre de aditivos, escenificaciones y adulteraciones. Y en el Trasnoche Flamenco, Domingo Patricio y su grupo, que ofrecieron un extraordinario espectáculo de flauta, algo poco habitual.
El domingo un cartel de verdadero lujo con tres figuras que en otro tiempo fueron concursantes de este Festival: Luis de Córdoba, con el excelente acompañamiento de Manuel Silveria, llegó, se entregó y convenció. Nos recordó al Luis ganador de dos Lámparas en el 73 y 74. Hizo granaínas, alegrías, taranta y taranto, tientos, fandangos y bulerías. Carmen Linares nos ofreció cantiñas, soleá trianera, seguiriyas, milonga y bulerías. Sus facultades no son las de antaño, lo que recompensa con conocimiento y seriedad profesional. Y cerró Miguel Poveda. Su compromiso con este pueblo desde 1993 es patente. Salió nervioso -con dedicatoria y agradecimiento al maestro Pencho Cros- para hacer minera, cantiñas, malagueñas y rondeñas. Nos regaló el cante de Luis El Zambo por soleá, además de tientos, cantes a palo seco... de todo. Pero donde cautivó fue en las bulerías. La tradición cantaora de El Zambo, la guitarra mágica e imaginativa de Chicuelo y la creatividad personalizada del catalán, mostraron como se puede hacer evolucionar el cante jerezano, inalterable durante tantos años. Demostró su universalidad, del pueblo y para el pueblo, y que su evolución, no entiende de razas ni de territorios. Sin Duda la mejor actuación del festival.
El espectáculo del lunes lo abrió el madrileño Diego El Cigala, con una actuación desigual. Canciones de Lágrimas Negras y de su último disco se cantaron y jalearon, siendo muy aplaudido por ese sector del público que busca los temas favoritos del artista de moda. En cuanto a su repertorio flamenco: carceleras, soleá, fandangos y tarantos. Bien debiera de plantearse que hay diferentes formas de entender el flamenco y es indudable que no raya a la misma altura en ambas facetas. Lo más relevante de la noche llegó con Manolo Marín, Merche Esmeralda, Javier Barón, y Rafael y Adela Campallo. No se puede catalogar como lo mejor del Festival, pero sí como uno de los espectáculos más completos que he visto en los últimos tiempos. Es el vivo reflejo del baile puro tradicional, sin artificios cara a la galería, en el que se respira el arte de varias generaciones que marcan una determinada escuela. Excelentes las bulerías por soleá de Javier Barón, las alegrías de Rafael y las seguiriyas de Adela. Pero sin duda el momento mágico llegó con Merche Esmeralda. Su baile, cargado de sensibilidad expresiva, nos transportó al paraíso terrenal de quien nace y se siente artista. Por tangos, con Manolo Marín, nos recordó la forma tradicional del antiguo baile de Triana.
José Mercé y Moraíto actuaron la noche del martes. Como viene siendo habitual en ellos, hicieron una primera parte tradicional con malagueñas de su tierra y remate de rondeña, además de soleá, seguiriyas y fandangos. Aunque siempre es garantía del cante bien hecho esa noche no estuvo inspirado, rayando por debajo de sus posibilidades. Fue junto a su grupo, donde vimos a José más suelto y seguro con los temas de su último disco. Encandiló al público joven, que buscaban al Mercé de los grandes éxitos. Tras el descanso Manuela Carrasco y ese baile impregnado de toda la esencia de su raza, que cautivó al los asistentes. Y es que si Manuela está inspirada arma el taco. Con Pedro Sierra, y el cante de José Valencia, El Extremeño, La Tobala, Samara Amador y la aparición estelar de Manuel Molina, bailó por tarantos, alegrías y soleá. Simplemente genial. Daniel Casares amenizó el Trasnoche Flamenco. Subió solo al escenario, valiente y comprometido, para deleitarnos en alegrías, tarantas y soleá.
En cuanto al Concurso, las noches del miércoles, jueves y viernes dieron lugar a las semifinales. Este año hemos podido disfrutar de calidad, con artistas jóvenes excelentemente preparados, conscientes de lo que supone en el mundo del flamenco el éxito en La Unión. La final resultó reñida en sus tres facetas, donde la gran mayoría de los participantes reclamaba con su arte el reconocimiento a su trabajo. Manuel Curao -magnifico en las labores de presentador durante todo el festival- emitió el fallo del jurado formado por Faustino Núñez, Alfonso Eduardo Pérez Orozco, Francisco Valero Vargas y Manuel Bohórquez Casado entre otros.
La preciada "Lámpara" recayó en el cantaor extremeño Miguel de Tena Martínez, primer premio de mineras y premio de tarantas, convirtiéndose en el verdadero triunfador de la noche. El cordobés Antonio José Mejías Portero consiguió el segundo premio de mineras y primero de cartageneras. El granadino Juan Pinilla Martín, el premio por murcianas y levantica. El de los cantes de Málaga, Granada y Córdoba fue a parar a la cantaora Isabel Rico Nieto por malagueñas. En los grupos de los cantes bajo andaluces los premios fueron para Juan Antonio Camino Wencesla por seguiriyas, Domingo Herrerías Pozo por soleá y Pedro Peralta por tangos extremeños. Primer premio de guitarra y trofeo "Bordón Minero" para el sevillano Juan José Rodríguez Millán, por su toque por tarantas y malagueñas. Segundo premio para el cartagenero Cayetano Moreno Castro con tarantas y bulerías. Premio "Desplante" para la canaria María Juncal Borrull y segundo premio para la gaditana Pilar Ogalla Martínez.
Y los otros premios: los Culturales, que en esta ocasión han recaído en las obras y trayectorias de figuras e instituciones tan relevantes como los escritores Balbino Gutiérrez, José María Velázquez, José Blas Vega; el fotógrafo Paco Sánchez, la Fundación "Cristina Heeren", y el premio especial al Corral de la Morería. La exposición de esculturas El Duende de Bronce, de Alberto Gracia "Eskerri", las presentaciones de los cd´s Viejas voces de Málaga. Los Pena y Lámpara Minera, que presenta grabaciones de la jienense Gema Jiménez; así como los libros de José Gelardo, María Jesús Villar, Balbino Gutiérrez, Manuel Bohórquez, Juan Vergillos, Paco Sánchez y Rufo Martínez, han completado el programa de actos de esta edición.
Texto: Paco Paredes / Foto: José Albaladejo