Cuando llega el verano proliferan los festivales multitemáticos durante las agradables noches de estío. En la ciudad de Sabadell llevan muchos años programando con calidad tanto teatro, como música, cine y danza. El flamenco también ha conquistado un hueco dentro de la variada programación multicultural, en concreto se le reservaron las noches de los viernes del mes de julio, y el cartel venía plagado de artistas consagrados, junto a jóvenes promesas, eso sí, todas ellas mujeres. Le tocó inaugurar el Patio del Museo de Arte de Sabadell, el 4 de julio, a una artista gitana nacida en aquellos pagos, nos referimos a Montse Cortes, que estuvo acompañada por Paco Heredia y Eduardo Cortés a las guitarras, Jorge Pardo con su flauta travesera y los saxos, Carles Benavent al bajo eléctrico y la percusión de José de Módem. Un recorrido por el lado más ochentero del flamenco, con guiñó a esos dos grandes genios de la música flamenca, Camarón y Paco de Lucía. Por un lado las letras y esa manera de entonar del cañailla, y por otro, el recuerdo a aquel sexteto que transformó la escena flamenca, conquistando escenarios que hasta el momento estuvieron cerrados para el arte jondo, y dando cabida a otras culturas musicales como el jazz. El siguiente viernes, el día 11 de julio fue el turno de la cantaora Marina Heredia, que para esta ocasión se presentó con la guitarra de Luis Mariano. Recital clásico donde los haya, pero de los que merece la pena, pues la granaína pasa por unos de los mejores momentos de su carrera, donde no faltaron temas de su último y galardonado disco La Voz del Agua.
En la tercera semana, el flamenco llegó con dos jovencísimas, pero flamenquísimas cantaoras el viernes 18. La barcelonesa Alba Guerrero secundada por Juan Ramón Caro, y la sevillana Rosario Guerrero "La Tremendita" junto a Salvi Gutiérrez, demostraron que el flamenco de mujer esta más vivo que nunca, y que es inagotable la cantera femenina, no solo en baile sino también en cante. Dos estilos diferentes, pero un mismo resultado, cantes de calidad que refrendan que los jóvenes también estudian y miran en el espejo de los mayores, pues ambos recitales fueron de corte ortodoxo. El ciclo terminaría con una de las voces con más quejumbre de la faz flamenca. Si hay un eco que duela, y encima por seguriyas, debemos buscar los cantes de Inés Bacán. Desde la muerte de su hermano Pedro Bacán, cada vez es más difícil verla en los escenarios, pero siempre es un agradado encontrarla en estos carteles veraniegos. El saber de la lebrijana, acompañada por la sonanta de Antonio Moya, fue correspondido por el público con una de las ovaciones más calurosas que se hayan escuchado últimamente, pues estas tierras catalanas saben, y mucho, del arte jondo, como lo demuestra el que muchos de sus artistas copen las carteleras flamencas.