Que los congresos de investigación flamenca siguen en la UVI, es la sensación que traemos del de Alcalá. Lógicamente, no se puede exigir más a quienes tienen por hobbie el objeto de estudio en cuestión y que, sin ningún tipo de metodología o rigor científico, se aventuran a invitarnos a suponer lo que ellos suponen que pudo ser, porque no conocieron a..., o porque fulanito no grabó... ignorando, desconociendo o descartando otras vías de investigación. No debe extrañarnos pues que, con todas las horas que se han dedicado a indagar en la historia y las estructuras del flamenco, nuestra música esté aún por estudiar.
Pero por otro lado, sería injusto tachar este trigésimo cuarto Congreso de infame, cuando en noviembre del año pasado -sin ir más lejos- sufrimos el bodrio del siglo en torno a la pobre Pastora Pavón. A que engañarnos, siempre han sido así. En este sentido, advertir lo avanzado de la edad de los congresistas habituales, y encontrar entre estos al público joven es tarea complicada. Y esto tiene su génesis en que, si a la juventud de hoy -mayoritariamente formada en los métodos académicos y universitarios- le proponemos participar, correrán despavoridos. Y es que, nada de esto se parece a lo que en las facultades correspondientes han conocido como congresos especializados y (medio) serios.
Tras la recepción, a la inauguración por el alcalde siguió el ceremonial del nombramiento de la mesa; que no por ser solemne imprime valor alguno a lo que después se nos ha ofrecido. La conferencia inaugural de Juan Manuel Suárez Japón "Luces y sombras en el Flamenco delÊ S.XXI", resultó incatalogable y Antonio Reina tampoco ofreció nada nuevo en "Antonio Mairena y Alcalá de Guadaira".
El segundo día estaba dedicado a la soleá de Alcalá y comenzó con lo que debió ser un análisis formal de lo que Matilde Coral entiende de estos cantes para la faceta del baile, pero se nos ofreció una charlotada -de las que la maestra mantiene con Chano Lobato en La Nuestra-, con la doctora Cruces. Una lástima que desaprovechasen la oportunidad para tal menester, en beneficio de promocionar el libro que sobre una está escribiendo la otra.
La "Memoria del bailaor Antonio Triana y de su hermano García Matos" está a buen recaudo gracias a la labor de Juan de la Plata, al que algunos tachan de arcaico. Ojalá hubiese más arcaicos como él y no como los que nos hicieron perder nuestro tiempo con sus patochadas en la mesa titulada "La Soleá"; sin duda lo más vergonzoso de las jornadas, por la intransigencia de los participantes y la intrascendencia de lo expuesto. Omito nombres para ahorrar el sonrojo, pues en una clase de cuarto de primaria se dicen menos barbaridades.
Por la tarde, Manuel Martín Martín presentó "Alcalá de la Soleá: Un Museo Abierto", un libro de setecientas paginas que por si solo vale un Congreso. En él se cuenta al detalle todo lo demostrable sucedido en Alcalá en torno al flamenco. El hecho de que Martín Martín haya sacado a la luz artistas alcalareños desconocidos por los mismos aficionados locales, lo dice todo. Parecía que se enderezaba el rumbo del evento con "El Flamenco en Alcalá y Triana, hoy", donde Pepa Sánchez, junto a cantaor y guitarrista, indagó en los estilos de ambos cetros de una manera muy didáctica y acertada en la apertura del tercer día. A esta siguió la mesa "El Flamenco en y desde los Medios de Comunicación", donde se puso de manifiesto que los periodistas somos quienes sacamos las castañas del fuego a los medios. Aunque se analizaron todos los soportes menos las revistas, no se por qué motivo.
Y como si en el flamenco ya estuviese todo estudiado, se dedicó la ultima jornada a Fosforito, cuya biografía y presencia en la historia de este arte son materias más que estudiadas y conocidas por todos; por lo que se perdió una nueva oportunidad para abordar asuntos de verdadero interés en torno al estudio formal de los cantes, la aportación de nuevos datos, o la puesta en común de los últimos estudios realizados desde la iniciativa privada, que es lo que debe estudiarse en un Congreso.
Adjunto al programa, y con la intención de aderezar estos días con actos paralelos, se ofrecieron exposiciones de Capuletti y Paco Sánchez; por parte de Niño Elías -Alcalá debe sentirse orgullosa de ti- y Ricardo Pachón, se presentaron varios trabajos discográficos de interesante contenido, por ser grabaciones domesticas de complicado acceso para los aficionados; se hizo lo propio con el libro "Guitarras Flamencas" de Vicente Escudero, y se celebraron espectáculos (El Pipa, Rancapino, Javier Barón y Sabor Jerez) al final de cada jornada. Que la programación de este Congreso sea directamente proporcional a la poca asistencia registrada, no quiere decir que la organización y quienes han velado por la comodidad y los problemas surgidos a los congresistas in situ, haya sido quejosa. Ciertamente es plausible su labor.
Como conclusión, y en el intento de ofrecer un botón de muestra que resuma el galimatías de algunos participantes desde la tribuna, traigo a estas líneas la anécdota surgida durante la mesa redonda "La Soleá". En ella, y en contestación a la pregunta de un congresista, Antonio Zamudio ofreció una pintoresca explicación de lo que, a su parecer, es la estética interpretativa de los cantes alcalareños. Argumentaba este periodista local, que la soleá de Triana -atiendan a los términos utilizados, muy propios de un Congreso Internacional-"es pa fuera" (entendiendo el auditorio que se refería, a que las melodías trianeras discurren por la zona alta del pentagrama); y la de Alcalá "es pa dentro" (refiriéndose lo contrario). De esto se entiende y consideramos que Zamudio desconoce el cante alcalareño de la Roesna, que como el argumenta, "es pa fuera". ¿Qué pinta entonces este señor en dicha mesa redonda?. Pues así, casi todo.