Marina Heredia muestra sus costumbres flamencas en el Auditorio Nacional de Madrid
Web revista La Flamenca. Madrid / Auditorio Nacional de Música (Sala de Cámara) 17/5/2013 - Fotos: Celia de Coca
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La cantaora recuerda sus credenciales en la capital española y ofrece un recital de flamencura, poderío y tradición metiéndose al público en el bolsillo con su frescura añeja.
Marina Heredia vive un gran momento en su carrera profesional, es algo que viene pasando desde hace un tiempo y se afianza como una de las mejores intérpretes femeninas del flamenco actual, pero a ella le gusta recordar el pasado, su pasado y la historia que ha hecho al flamenco grande y a la fuente de la que ella misma ha bebido.
La granadina comienza en el Auditorio Nacional de Madrid con una milonga, que va y viene, de ida y vuelta, y así empieza a calentar y a colocar la voz para continuar por malagueñas donde la voz de Marina es clara y limpia, pero sobre todo flamenca.
Es elegante y sensual siempre que el ambiente la deja, se entrevé lo que quiere dejar claro esta noche, ella es cantaora por derecho, de herencia y sangre; aunque lo quisiera ocultar no podría.
Sublime en la soleá apolá que se marca con un inseparable "Bolita" que tiene genialidades a la guitarra y un diálogo fluido con la cantaora durante toda la actuación, Marina en los palos grandes es gitana de alma y corazón, rompe los tercios con su voz de arriba abajo y da una clase de cante grande que continúa por bulerías. Una de las costumbres de la cantaora es recordar públicamente de quien a aprendido, en quien se ha fijado y la ha enriquecido, como Luis de la Pica, Pencho Cros, El Chino, Antonio Chacón y un sin fín. En Madrid anoche se acordaba en los cuplés por bulerías a Adela "La Chaqueta" con su traje blanco impoluto de claridad flamenca y pureza auténtica.
Camarón presente en las bulerías que le hace Marina saliendo del alma hacia el corazón de los asistentes que más que atentos están perplejos antes el despliegue y la soltura de esta fémina.
Otra costumbre de sus recitales es la comodidad, Marina Heredia es una artista natural y espontánea, y se descalza para estar cómoda ante un público al que ha venido a conquistar, y lo hace por seguiriya y acordándose de la Paquera de Jerez, aquel torrente salvaje de voz y de mujer que no la paraba ni el más fuerte de los vientos al cantar. Magistral en este cante tan rancio que entona con fuerza y garra, con el poderío que siempre la acompaña y las seis mejores cuerdas que la entienden.
Llegamos a su tercera costumbre, su tierra. Respetuosa y sencilla recuerda a Morente por tangos de Granada, interminables letras con sus adornos, con el pellizco granaíno que siempre gusta, coqueto y a compás. Ella tiene muy claro que es un recital, y el suyo es variado, flamenco y con mucho sentido, bastante completo, claro está porque su talento y su voz se lo permiten también. Está lleno de contrastes, como el vestido que ahora luce, negro con soberbia y esbelta figura.
Para finalizar y hacerlo con un saber alegre y fiestero, Marina ha elegido una rumba de Bambino, otro grande, rumba flamenca a la que ella le pone su fuerza y su garra. Se deshace del sonido que hoy no estaba de su parte y se despide por fandangos con cariño y gratitud para una sala llena que la despide de pie. Poco a poco va terminando la noche de Marina Heredia en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Madrid, donde ha hecho un espectáculo flamenco sin demasiadas parafernalias, más bien desnuda y sincera, recordando a nuestros flamencos de siempre en su voz, esa voz que posee la capacidad de hacerte disfrutar, de transmitirte un sentimiento y de removerte el estómago.
Contenta y agradecida, cercana y elegante se va la Heredia del Albaicín, la hija del Parrón, la aficionada al buen cante, la artista que disfruta en unas tablas, la gitanilla que se descalza en el escenario, la cantaora de las costumbres flamencas, la Marina Heredia en estado puro. Ya no hay más que enseñar, domina los cantes que ha hecho y los que le han faltado, es una temible fiera por pregones, cantes de levantes e incluso tonás, por alegrías y por tientos, y por todo lo que ella pueda generar dentro de su ser, pero iba a ser ya mucho cante añejo y jondo para esta puesta en escena que supone el aperitivo antes de la salida de su próximo disco. Sin duda, su repertorio de hoy ha sido acertado, ha ido cambiando el tercio de más flamenco a más compás, de más grande a más chico y viceversa, demostrando su versatilidad en cualquier cosa que sepa a flamenco.
Ficha artistica:
CNDM: Ciclo Andalucía Flamenca
Cante: Marina Heredia.
Guitarra: José Quevedo "El Bola".
Palmas: Anabel Rivera y Jara Heredía.
Manuel Lombo pone boca abajo el Auditorio Nacional
Web revista La Flamenca. Juan Jorquera. Madrid / Auditorio Nacional de Música (Sala de Cámara) 15/2/2013 - Fotos: Celia de Coca
El cantaor Manuel Lombo ha cosechado un tremendo éxito en el Auditorio Nacional de Madrid, su Sala de Cámara hasta arriba, lo que acredita la popularidad de este artista también más allá de Andalucía. Es posible que cumpliera sus propias expectativas, reconociendo que las nuestras respecto a él eran más modestas. Ni siquiera ante figuras flamencas de más calado mediático recordábamos algo así en los ciclos que programa esta alta institución cultural. Tenía al público en su poder desde antes de abrir la boca, un auditorio fiel, de cierta edad y algunas chicas jóvenes que grababan. También hay que destacarle en su actitud, entregado como estuvo toda la noche al servicio de este agradecidísimo auditorio. Lombo, que en apariencia y repertorio da la impresión de ser algo así como el cantaor de la aristocracia, se vio en una comunión feliz con su público.
Más allá de los valores artísticos del propio concierto, el sólo hecho de tal triunfo en las lindes de lo flamenco invita a reflexionar sobre la verdadera dimensión que el flamenco ocupa en la cultura popular española, como se planteaba en algún ensayo el sociólogo Andrés García.
En todo caso, la copla sí pertenece decididamente a este universo hispánico sentimental y masivo, y así lo certifica este triunfo de Manuel Lombo en Madrid, como también la nueva edad de oro que viven los cantaores agachonaos. Éstos venden un producto artísticamente irreprochable, pero son sistemáticamente despreciados en los reductos flamencos, que a su vez no pueden vivir por sí mismos porque se mantienen irreductibles y no alcanzan a hacerse populares.
España sigue a su copla. Y Manuel Lombo cosechaba minutos de aplausos en pie. Tiene dotes escenográficas y al público, como decíamos, lo maneja a su antojo. Fue claramente un recital in crescendo.Planteado geométricamente en parte “flamenca” y canción,Lombo se fue sintiendo a gusto según la voz cobraba calor; y según abandonaba el universo dramático y se acercaba a su terreno cancionero. El giro indumentario fue el que externamente dio aviso de ese cambio de registro interpretativo.
Pese a que el éxito fue sin paliativos, en lo flamenco le vimos, en general, encorsetado, puede que por el peso psicológico que el recinto imponía. Resultaron demasiado formales tanto su presentación, en la que pregonó el “Uvero” y lo cerró por bulerías, como la malagueña-abandolaos y la soleá. A esas alturas ya había calentado la voz y la seguiriya con que culminó esta primera mitad de concierto sí fue de carácter más emotivo, y en cualquier caso mostró la complicidad artística con Dani de Morón, que estuvo brillante toda la noche, como también Rafa Rodríguez.
Un gran divertimento por bulerías de guitarras y palmeros cubrió al cantaor mientras preparaba su vuelta al escenario, y falsetas esbozadas, cosas de Morón, gastoreñas y guiños improvisados calentaron aún más al público para lo que se venía.
En ese receso, Lombo mudó piel y vestuario, y después se comió el Auditorio Nacional. Proyectando la voz, enchalecado, y ya en pie hasta el final. Primeramente caracoleando con Naranjito de Triana y dando coba a los madrileños, que le obsequiaron con grandes aplausos por ello. Después narrando la caída de Antonio Vargas Heredia, que fue cosa también de mucho jaleo, e introducida por unos simples y emotivos arreglos guitarrísticos.
En los tientos y tangos de procedencia varia también estuvo pleno de voz, y fue momento en que el teatro se venía abajo.
Al cabo, lascanciones utreranas y los bises, Niña de Puerta Oscura, Silencio por un torero, Ay, Pena, penita…, fueron causa de más alborozo entre el público, que no quería despedir a quien nos había traído, cantada, la memoria sentimental de España.
Ficha artistica:
CNDM: Ciclo Andalucía Flamenca
Cante: Manuel Lombo.
Guitarras: Dani de Morón y Rafael Rodriguez.
Palmas: Los Mellis.