Revista La flamenca 16/11/2023
MANIFIESTO POR EL DÍA DEL FLAMENCO 2023
EVA YERBABUENA
Hoy es un honor, celebrar y conmemorar el aniversario del nombramiento al flamenco,
confluencia de civilizaciones y testimonio de siglos de historia de Andalucía, Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad.
Quiero creer que no cambia la Historia aquello que tiene fueros concedidos, sino aquello que
nace para cambiarla. Y el Flamenco nació para cambiar la forma de manifestar los sentimientos,
pareceres, carencias, presencias, creencias..., y, a través de lo humano, conseguir que la
memoria siguiese viva desgranando la cotidianeidad desde lo más concreto a lo más abstracto.
Este arte, nacido desde lo más intuido, considerado el arte más identitario de nuestra Andalucía,
de nuestro paisaje, de nuestra cultura, como arte con una metodología única, oral, visual y
auditiva, donde lo que empieza siendo una imitación acaba siendo algo exclusivo y único, es
merecedor de un reconocimiento como el que hoy celebramos.
Pero, desde este contexto de celebración, quiero recordar la reivindicación del Maestro Enrique
Morente: ¿por qué no hacemos que la Humanidad sea Patrimonio del Flamenco?
Siempre tuve la percepción, desde el primer día que conocí el Flamenco, que el Flamenco
pertenecía al Mundo y a la Humanidad. Por eso somos nosotros los que le pertenecemos a él.
Por eso debemos garantizar su libertad, permitiéndole ejercer su capacidad de adaptación y
renovación para seguir siendo libre, despojarlo de los tópicos innecesarios, y a veces inciertos,
que lo hacen pueril. Defender su libertad implica saber escuchar, observar, antes de juzgar las
inevitables transiciones de generaciones. Porque todo cambia, aun creyendo que todo es cíclico.
Ahora estamos desbordados, asfixiados, por la información, lo cual no quiere decir que sea lo
mejor que nos haya podido ocurrir, tanto al Flamenco como a los creadores e intérpretes del
mismo. Mucha información nueva, a veces superficial y banal, puede hacer que perdamos de
vista una información tan importante y vital como son las raíces, confluencia de civilizaciones y
testimonio de siglos de historia. Las raíces son importantes y necesarias. Quizás sea eso lo que
yo considero una deidad. Las raíces son las que nos hacen encontrar un equilibrio y
personalidad propia. Dejemos de preocuparnos y buscar la última tendencia; confiemos en
nuestras propias tendencias y en las oportunidades que este medio de lenguaje nos da para
expresarlas y compartirlas.
Hay una milonga que cantaba Marchena que me gusta especialmente, y que voy citar; aunque
en forma de preguntas: ¿Cambiamos el Sol por la Luna? ¿Cambiamos el agua dulce por salobre?
¿Cambiamos el mar por una laguna? ¿Cambiamos el oro fino por cobre? Hacerse estas
preguntas quizá sea la única manera de darnos cuenta de lo que realmente tenemos que
mantener vivo y libre. Cambiémoslo si realmente es necesario.
¿Cómo mantener un flamenco libre, cuidando su esencia y su trascendencia, libre de tópicos
tóxicos e inciertos, impidiendo que responda a ningún fin político incorrecto? Pensemos por un
instante que realmente el flamenco depende de nuestra credibilidad, ya sea para aprenderlo,
interpretarlo, transmitirlo... vivir de él y para él, cumplir con esa complicidad y lealtad que nos
hace libres a través de él, contribuyendo a que siga siendo eterno.
Tenemos el privilegio de ser felices, de manera momentánea, porque así es la felicidad. Nos
sentimos identificados y realizados con él y a través de él. El Flamenco es como el tiempo: igual
que hay más tiempo que vida, hay más flamenco que vida. El tiempo es eterno. El Flamenco es
eterno. Al quitarle la libertad para interpretarlo le estamos dando eternidad. Nos da la
posibilidad de manifestarnos continuamente, de trascender. Podemos no conseguirlo, pero
tenemos la oportunidad. Y un privilegio así no todo el mundo la tiene. Si tenemos claro cuáles
son nuestras raíces, y el horizonte al que queremos dirigirnos, podremos cambiar el mundo a
mejor. Defendamos el flamenco, sus raíces, sus grandes artistas, y podremos cambiar el mundo
a mejor. Está en nuestras manos conseguirlo, y hacer ver que el Flamenco es inmaterial, pero los
artistas no lo somos. Somos lo que vemos, lo que oímos, lo que sentimos, lo que comemos, lo
que vivimos... Cuiden la cultura, tan vital, necesaria e imprescindible.
¡Viva el Flamenco!
Eva Yerbabuena
16 de noviembre de 2023