Cordoba en el Tiempo
El sugestivo título evoca la ensoñación, el retorno a tiempos inmemoriales, pero que en este caso están sometidos a datación cronológica y no son difusos. Nos traen a aquel joven que en la segunda mitad de los años ochenta presentaba un disco en el Conservatorio Superior de Música acompañado entre otros por un gran músico que gira y gira con Vicente Amigo por los diversos continentes: Patricio Cámara. Manuel Cano había sido su referente y ello sirvió para que abriera bien los oídos como para percibir sonidos que resultan un tanto ajenos y tiene la virtud de hacerlos familiares; por momentos, en la noche del lunes pudimos comprobar cómo la expresión musical en que se consagran pericia y libertad del músico, el jazz, el claxon indicativo de la sociedad de la prisa y del ruido, como referente Manhattan de la frontera, o la armonización de instrumentos heterogéneos, adquirían corporeidad y armonía para construir un particular universo dentro del cosmos flamenco. Los lamentos iniciales del personal irredento por tarantas, tras el suave murmullo de las aguas del Guadalquivir marcaban la referencia espacial hasta desembocar en los ayes de Rafael de Utrera.
No había tregua ni desaliento sólo música y las magníficas evoluciones de Rosario Toledo, que ha conseguido llegar a una simbiosis perfecta con los músicos en el espectáculo. Son muchos los escenarios que los han contemplado juntos y no hacía falta tan siquiera miradas cómplices. Él lo dijo en un escaso momento de locuacidad donde apostaba por larga vida de colaboraciones con la bailaora; parecía expresar tácitamente que lo suyo era sólo tocar y algún pequeño movimiento para templar las cuerdas. El público pareció entenderlo en diversas ocasiones con sus aplausos de complacencia, feliz de ver la constancia de que surgió una generación intermedia de guitarristas cordobeses entre los que José Antonio Rodríguez ocupa espacio propio; pertenece a ellos ya un séptimo sentido para transformar en flamenco las más varias formas musicales. La Seguiriya de Carmen fue un exponente inequívoco con la presencia del fathos terrible y la bulería jocosa con la que juega para dar forma a la mujer que juega con las pasiones. Vuelta a los cláxones de la ciudad tras el momentáneo paréntesis abierto por el agua que mansa fluye.
EL NIÑO SEVE-OSCAR HERRERO
El ciclo POR DERECHO plantea la posibilidad de escuchar a guitarristas que tienen un buen nombre en el concierto de la música flamenca. Niño Seve, es uno de los nombres con más futuro de la guitarra cordobesa; la consecución del Bordón Minero de La Unión, premios Peña Flamenca y Diputación de Jaén, Campos de Guitarra, Manuel Cano de Granada, Niño Ricardo de Murcia ... hacen pensar que este joven guitarrista tiene mucho que decir. Estuvo acompañado en parte de la actuación por Juan A. Sánchez en el piano y Miguel Á. Santiago en la percusión. Comenzó por tarantas e hizo a continuación una malagueña, que fue seguida de aires de Cádiz, para abordar la recta final de su actuación con una canción y unos tangos. El público se manifestó satisfecho con la intervención de un guitarrista que tuve el placer de presentar con escasos trece años y ya sonaba muy bien. Sus tíos Manolo y Eduardo mucho tienen que ver en su formación.
Oscar Herrero se muestra como un guitarrista completo en dos facetas que ha cultivado simultáneamente, la de concertista de guitarra flamenca y la didáctica. Esta última ha sido puesta de relieve con la obtención en La Unión del Premio Especial a la Didáctica del Flamenco. Interpretó con gran acogida de público, una taranta-bulería que tiene por título Abantos, la soleá titulada Esencia, tras la cual hizo unos aires de Cádiz por tanguillos, Mercurio&Rumbulé es el título de la minera que habría de dar paso a la culminación del concierto por tangos. Se dirigió al público para manifestar su reconocimiento y en todo momento se mostró como un intérprete dotado de una magnífica técnica.
GABRIEL EXPÓSITO - MANOLO FRANCO
Veníamos gozosos al comprobar que un aserto del que somos partícipes cobraba fuerza, pues el maestro Manolo Sanlúcar se había encargado de decir escasas horas antes en Bodegas Campos que era perfectamente compatible la pasión por el arte y el conocimiento del mundo aplicable claro está al cosmos del flamenco en sus diversas manifestaciones. Gabriel Expósito es la plasmación de este aserto con su graduación musical que le permite hacer llegar su conocimiento de la sonanta al mundo de lo académico. Es el reconocimiento "de iure" de que una cultura de transmisión oral asciende peldaños en el mundo de los convencionalismos. Hizo lo que sabe hacer tras haber demostrado en competencias tan reputadas como el Bordón Minero o el Concurso Nacional: que está en posesión de una técnica depurada que hace sonar su guitarra de una forma nítida. El programa abarcó desde el toque de la taranta hasta la bulería, con un paseo por los aires de Cádiz, el toque sabrosón de la guajira en el que su hermano Juan Antonio le acompañó y la soleá rematada con las bulerías finales.
Manolo Franco comenzó de forma distinta, ya que desde el primer momento estuvo acompañado por las palmas y la guitarra acompañante. Mostró la consabida maestría característica y ese detalle inicial de calidad al optar por otro formato de concierto. Se percibieron ecos cercanos de algunas vistosas falsetas de la escuela de Morón; comenzó por alegrías y remató con tangos para dar paso a Calixto Sánchez. El ponderar las virtudes del dúo es un ejercicio baladí; por otro lado, hemos tenido ocasión de escucharlos juntos por nuestra geografía con frecuencia y es perceptible en Calixto el rescate de letras machadianas y, como remate, del añorado Carlos Cano. Comentaban espectadores que tal vez las bulerías no es el cante natural, por muy agradecidas que sean, ya que por ida y vuelta tal vez sea su espacio más propicio. Ya se sabe lo de las páginas blancas y el libro de las opiniones.
Texto: Juan Pérez Cubillo