Leonor Leal, la convivencia pura de lo añejo con la savia nueva del arte.
La joven bailaora jerezana estrena en su tierra su segunda creación en solitario, después que en 2008 mostrara “Leoleolé”.
“Ele Ele”
Itziar Martínez González.- 1/3/2011, 24 H. Ciclo Vivencias
Sala Paul
Baile: Leonor Leal
Colaboración especial al baile: Juan Parra
Cante: Rocío Márquez
Artista invitada: Juana la del Pipa
Guitarra: Paco Iglesias
Percusión: Raúl Botella
Creación Musical: Paco Iglesias
Coreografía: Leonor Leal
Colaboración especial coreografía: Javier la Torre y Andrés Marín
La Sala Paul, con un lleno completo, esperaba para ser seducida por el arte de la voz nueva, pura y limpia de Rocío Márquez junto a la quebrada, ronca, pulida y, con esa solera que tanto se aprecia en el flamenco, de Juana la del Pipa (recientemente premiada por su participación en la pasada edición del festival de la catedral de la bulería).
No sólo sería el cante el que coqueteara con los aplausos de los presentes, fue también el arte derramado por la veterania y maestría de Juan Parra junto a una de sus mejores discípulas y protagonista de la noche: Leonor Leal.
Para colmo de genio y figura sobre las tablas, las finas y delicadas manos de Paco Iglesias a la guitarra junto al acertado compás de Raúl Botella a la percusión, acabaron de conquistar al público.
Diez escenas, en las que se intercalaron el humor, el sentimiento y la pureza de la danza flamenca. La elegancia armoniosa de los brazos de Leonor junto al penetrante y firme zapateado de esos zapatos sobre la madera.
La obra es, según su director de escena Francisco López, “la crónica del imaginario viaje danzado de Leonor Leal a través del espejo”. ¿Qué buscas en ese espejo, Leonor? Si lo que te mueve en el arte es seguir buscando tu reflejo, que nunca lo encuentres y sigas regalando noches con duende.
Comenzó con “Gira, Gira” con la voz sin artilugios de Rocío y los sones flamencos de las cuerdas de Paco Iglesias por bamberas para que Leal, sin calzar, meciera la melodía.
Con “Tal vez volar” la artista recrea un momento de dulzura y compenetración con el público. Obra sincera en la que, bailaora encara a su voz cantante, Márquez frente a frente de Paco Iglesias, interactuando entre ellos y mostrando gran complicidad.
Pregón con “voces y ecos” la tercera escena. Luego sería el turno para los tarantos con “De la soledad sonora”.
Leonor volvió con la interpretación de unos caracoles, ese palo que viene como anillo al dedo para las mujeres por su movimientos ondulares que Leonor supo interpretar de manera notable.
Entre tanto, el gran Juan Parra, ofreció una demostración magistral del dominio de las castañuelas para luego continuar con una excelente interpretación por alegrías que logró arrancar una gran ovación. Para después salir, ataviado con falda, y bailar al compás de la voz de Juana la del Pipa mientras tanto, Leonor y Rocío observaban en segundo plano, demostrando su respeto por el poderío de estas dos figuras consagradas del arte. Se unían en el escenario el amargo sabor de lo añejo, que desgarra, junto a la dulzura y suavidad del recién estrenado soniquete de Rocío Márquez. Flamenco, historia y evolución, en un mismo escenario.
Y, de nuevo, Juana la del Pipa se arranca por lo que ella sabe hacer bien: por tangos, derramando su gitanería y su solera aderezada con el elegante paso de Leal haciendo fácil lo difícil, un baile desenfadado que ejecuta sin aparente esfuerzo, con total naturalidad. Parece que la música saliera de sus caderas y no fuera su cuerpo el encargado de seguir el sonido.
“Se gana lo que se pierde” nos cuenta por medio de una farruca para dejar el escenario entero para la interpretación de Rocío Márquez por Huelva, la ría, el conquero, la mismisima Vírgen de la Cinta y los barquillos de la punta del Sebo quisieron asomarse para escuchar el canto casi divino de la cantaora en “salga el sol por Huelva”. Rengel, Toronjo ¡que gran herencia habéis dejado! El público en pie para aplaudir a Rocío, se dejó el alma, dio el pellizco, llevo la plaza de las Monjas al centro de Jerez.
Tocaba el turno de Juana de nuevo, esta vez con una Soleá por Bulerías “búscate”, en pie y frente a Leonor le canto, ella hizo lo propio, bailó como esta mandado, por derecho con destreza y manejo del palo. La noche ya había sido redonda, pero quedaba el cierre, como no, por el compás de que pasea por la sangre de Leal, el soniquete jerezano que lleva dentro se hizo realidad en la última escena por bulerías en “ele, ele”, a destacar su zapateado unido al suave movimiento simultáneo de los brazos, de nuevo lo complejo parecía lo más sencillo. Un baile cómodo para la vista y acaparador de los más sentidos aplausos.
Una vez terminada la actuación la ovación, era contundente y unitaria, las palmas de unieron al compás de la tierra y no cejaron en su agradecimiento a los artistas por el arte derramado. Sin duda una gran noche para el Festival Jerezano.