Web Revista La Flamenca. Rocío Hellín 7/1/2013
Nació en Écija en
el año 1995. Pese a su corta edad, este joven cantaor sabe añejo y está
apadrinado por Miguel Poveda, quien le ha producido su primer disco bajo el
sello Carta Blanca "Mis primeros cantes".
Su andadura
comienza en el año 2009 en la peña flamenca "David Serrano" de su
tierra, con cantes recios y puede que alguien piense que demasiado grandes para
su edad, Kiko se entona por seguiriya, tarantos o cantiñas. No le sobra arte
para hacerlo bien, más que bien.
Kiko Peña es un
niño de presencia pero recuerda cuando se le escucha al cante más antiguo y
puro. Te trae aires de Chocolate, de Agujetas, de Mairena, de Manuel Torre...
tiene un quejío de hace siglos, gesticula y se pelea con los cantes, y te
llega, que es lo importante. Se te mete en el alma, y se hace inolvidable.
Ha participado ya
en numerosos festivales y eventos flamencos, como el Festival de Marinaleda, a
estado ya en Jerez de la Frontera, a clausurado los Jueves Flamencos de Cádiz y
también ha cantado en el Festival de Flamenco Joven de Andalucía.
Quién lo escucha
nunca lo olvida porque trae recuerdos de antes y de siempre. Miguel Poveda lo
ha llevado en alguna ocasión de telonero, en escenarios como en Badalona,
tierra del cantaor o en Alcorcón. Este chico ya tiene tablas, pero le queda un
camino muy largo que recorrer aún. Ha grabado su primer disco llamado "Mis
primeros cantes", es difícil pensar que con su edad puede grabar un
romance, una toná, que cante por seguiriyas y salga airoso... Pues sí, Kiko
Peña nació para esto y se le nota, sino no tiene explicación cómo puede sentir
tanto el cante, como puede ejecutarlo tan bien y como puede transmitir el dolor
y la pena de muchas de sus letras que le ponen a quien lo escucha los pelos de
punta o las lágrimas en los ojos. Tiene sabor, tiene compás, es rancio pero es
dulce, oscuro y claro a la vez.
En la última
edición del Festival Internacional del cante de las Minas, la mina Agrupa
Vicenta abrió su gruta, a 80 metros bajo tierra para este joven sevillano. Con
una acústica perfecta, Kiko Peña salía por martinetes y sorprendía a un público
que esperaba algo más jovial. Hizo cante bueno y grande siendo pequeño. Hizo un
milagro que nadie podía imaginar, transmitía tanta pena y tanto dolor que
parecía que cantaba mientras sufría. Y después sacaba una media sonrisa, entre
nervios y volvía a ser un adolescente, que tiene ilusión y que no se merece que
nada ni nadie se la quite.
También se debe
nombrar a sus antecesores, Peña es hijo del mataor de toros y cantaor de
afición Paco Peña, y su madre Esperanza León fué integrante del trío "Son
de sol" que nos representó en Eurovisión en 2005.
Quiere decir esto,
que ha tenido en su casa arte desde que nació y lo ha visto, casualidad o no,
Kiko nació con el arte dentro y sabe cómo echarlo hacia fuera y regalárselo a
la gente.
Kiko Peña es un
regalo para el arte flamenco, que poco a poco irá sonando más fuerte, y la
experiencia lo hará más sabio, y nosotros podremos disfrutarlo y saborearlo. Lo
importante es saber que existe, y nosotros ya lo sabemos, ahora debemos
aprovecharlo.