Web revista La Flamenca. Alejandro Medina. Sevilla / Teatro de la Maestranza 23/2/2013 Fotos: Manny Rocca
La calidez infantil en la música de José Luis Montón, la juventud arrebatadora del baile de Pastora, y la edad culminada de El Pele, aquella en la que se habla desde la ceniza.
En tres partes vino la vida anoche, con una sencilla y cuidada puesta en escena en un gran teatro, el de la Maestranza. Sin argumentos farragosos, con la pulcritud de las grandes faenas. Baile, toque, cante.
A estar alturas, decir que Pastora Galván es una de las bailaoras más personales y carismáticas del flamenco es una obviedad; pero si ella nos entrega siempre lo mejor de sí misma, es justo que repitamos aquello por lo que nos embelesa. Si nos regala su feminidad, su gitanería, su humor, sería ingrato no tender a sus pies unas cuantas palabras; quizás conocidas, pero no banales.
A Pastora se la ve con una sonrisa, con los pulmones abiertos. Pastora Galván nos lleva por el baile cogidos de la mano, hasta el arrabal, hasta el gran teatro. Baila para cada uno de nosotros, que estamos tan lejos en nuestras butacas, pero ella se nos arrima porque nos rodea como la ciudad a la que amamos y que ella tan bien representa: no se puede ser más sevillana. Pasan los años, y cada vez es más juvenil: prefiere la broma a la solemnidad, la tauromaquia al deporte, la exuberancia primaveral al recogimiento. Es divertidísima porque todo en ella es dual. Poetiza el baile juntando a la vieja y la niña, acomoda la sentencia y el sarcasmo - fíjense por ejemplo en sus manos: pueden ser disparatadas o de repente rectas y concretas como las de un árbitro-. Tiene esa estética del detalle tan sureña, donde lo majestuoso siempre es superado por lo cotidiano, lo irreverente. Pastora es una de esas artistas nuestras a las que apetece lanzarle matas de romero y que no sea un gesto amanerado. Por taranto y tangos, por cantiñas y bulerías, logró estampas que trascienden su tiempo. Podemos jalearle a la Macarrona, a la del Titi.
Con fluidez pasamos a la pequeña tarima donde milagrosamente cabía toda la música de José Luis Montón y Ara Malikian. Cada uno por separado supondrían un gran evento en nuestra ciudad, pero como gajo de esta Trilogía son impagables. La imaginación de la melodía y el sonido nos envuelven y elevan. Escucharlos nos reconcilia con nuestra identidad. A pesar de todo, podemos cerrar los ojos y sentir el latido de lo mediterráneo, de lo antiquísimo, de lo que viene de tan allá y siempre acaba aquí. Emociones tan viejas, tan conocidas; de niñez, de primer amor, de heridas sanadas… El virtuosismo de ambos es una herramienta tenaz, pero no nos bloquea, es bien intencionada, compañera. En las colombianas, la soleá y la tarara atravesamos un continente sorprendente pero reconocible, que nos lleva a donde esperábamos por el camino más inesperado.
Baile, toque. Relajado en un sillón nos esperaba el cante, él a nosotros. Porque el cante es muy viejo y nosotros estamos recién destetados ante la sabiduría de El Pele. Tras tanto vivido, el cante sólo puede quedarse con las cosas verdaderas. Entonces es indestructible.
El Pele se abandona porque no teme caer a ningún sitio, pero nosotros no hacemos más que bajar al fondo de nuestro sentir, penetrados, revueltos por el cante eólico de este gitano. La soleá tiene ojos en la nuca, y mirando atrás nos obliga a aceptar todas las derrotas, narrar todo aquello en lo que no vencimos nunca. Sobre la rotunda guitarra de Aparicio, soleá llena de sacudidas, de balbuceos, porque el temblor nos habla del volcán más que la lava. El Pele se irrita, se alza en el sillón con la misma naturalidad con que se rinde y tiende en él. La vida misma.
La seguiriya es arrogante y amenazadora. Es una lucha, una puñalada, y el Pele la da retorcido, haciendo fuerza todo él tras cada palabra, y cuando no se puede más -clavado en el hueso, gastado el impulso, vencido al enemigo- llega el ayeo, el ay, el lamento del final de las cosas.
Con las personalísimas malagueñas y alegrías cierra El Pele su recital, y apenas ya podemos asimilar la coda final, de copla y bulerías, con los artistas que tanto nos han hecho pasar hoy, en tres partes y al final todos juntos.
Ficha artística:
Espectáculo: “Trilogía”
Baile: Pastora Galván de los Reyes
Guitarra: Ramón Amador
Cante: Miguel Ortega y El Londro
Guitarra: José Luis Montón
Violín: Ara Malikian
Cante: Manuel Moreno Mya "El Pele"
Guitarra: Patrocinio Hijo
Palmas: José Moreno y Israel