El gaditano se reivindicó como una de las primeras figuras del baile con su espectáculo “Guerrero” en Flamenco viene del Sur.
Web Revista la Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla. Teatro Central 26/4/2017 Foto: © Félix Vázquez
Gustará más, que gusta, o gustará menos. Se podrá estar más o menos de acuerdo con esta concepción del baile que se ha impuesto en el panorama flamenco contemporáneo, baile conceptual, baile intelectual sin faltas de ortografía. Lo que es innegable es la excelsa calidad que degustamos anoche desde las gradas del Teatro Central de Sevilla.
Edu Guerrero (Cádiz, 1983), aquel prodigio en bruto que prometía tardes de gloria cuando ganaba todos los premios soñados, se ha convertido en Eduardo, un bailaor hecho y cuajado en las mil batallas de su apellido. El baile personalísimo que se gasta no lo ha forjado sin duquelas, sino que es fruto del sacrificio diario y los golpes asestados y recibidos del día a día.
“Guerrero” es un espectáculo digno de ser mostrado en cualquier teatro del mundo, y no solo por la calidad de la coreografía, de lo más original que se ha visto aquí en muchos meses. Se estrenó hace más de un año en el Palacio de Congresos de Cádiz y ha recibido una gran acogida en la reciente edición del Festival de Jerez, se nota y se agradece el rodaje. Las tres voces femeninas elegidas son un lujo para el atrás, por lo que reciben el protagonismo merecido desde el primer minuto.
Samara Montañez y Anabel Rivera, desde la Viña gaditana, y Sandra Zarzana, de Jerez de la Frontera, vaciaron sus gargantas con generosidad hasta la extenuación, brindando una auténtica antología del cante jondo, desde la tanda inicial de saetas a los cuplés finales. Con la exigencia de ser protagonistas de la escena en todo momento junto al bailaor, el cante de atrás fue un cante de “alante” en toda regla, y así fueron desfilando malagueñas y granaínas, verdiales y rondeñas. Voces que se fueron rasgando de tanta emoción como quisieron regalar en la seguiriya, en la serrana, en la bulería por soleá. ¿No hay más? Se cantó el polo, la zambra… Y ya con las gargantas rotas, también por tangos y por alegrías. Las guitarras a duo de Javier Ibáñez y Juan J. Alba llevaron con oficio y maestría la carga armónica de la obra.
Y solo durante las alegrías a tres dejó el bailaor de bailar. Ochenta minutos sin salir para nada del escenario, hasta la ropa la iba cogiendo del tendedero al fondo del escenario. Baile expresionista, bordeando el histrionismo en la primera parte argumental, donde predominaron las formas de danza contemporánea. Una fuerza arrolladora, un físico envidiable que por momentos parecía descoyuntarse y otras veces traía a nuestra imaginación la sombra de un Cristo de Juan de Mesa. Equilibrios imposibles, baile de cuclillas y hasta el tipo reptando de lado a lado del proscenio. Se nota la devoción por Eva la Yerbabuena, por Rocío Molina, no sé si estaría por allí Israel Galván.
Pero también están presente Antonio Canales, Manolo Marín. Que Eduardo Guerrero conoce todos los secretos del baile y consiguió también emocionar al personal más ortodoxo, que pensaba que se iría a casa sin contemplar baile clásico. Brazos de categoría, pies de ensueño, los vellos de punta, en definitiva.
No quisiéramos dejar la crónica sin referirnos al asombroso trabajo de iluminación de Antonio Valiente. El flamenco tiene más colores aparte del negro, y sus juegos de luces, completamente integrados en la coreografía, contribuyeron a fijar la atención del espectador de principio a fin. Y el sonido, de Félix Vázquez, impresionante, aprovechando las capacidades inmejorables de la sala.
Ficha artística
Espectáculo: “Guerrero” /Ciclo: Flamenco viene del Sur/ Lugar y fecha: Teatro Central de Sevilla, 25/4/2017
Baile: Eduardo Guerrero
Guitarras: Javier Ibáñez y Juan J. Alba
Artistas invitadas al cante: Anabel Rivera, Sandra Zarzana y Samara Montáñez