Grilo revolucionó Mont de Marsan
Se abre el inmenso telón del Francois Mitterand, todos los componentes de la compañía rodean en semicírculo a ambos bailaores. Sus cuerpos comienzan a responder al compás de tangos. Los pies martillean el enorme proscenio. El jerezano y la gaditana se ensalzan en un paso a dos que se ve interrumpido por un infortunio inapreciable para la mayoría de los allí presentes, el tacón de la bota de Joaquín Grilo sale disparado. Inmediatamente, el bailaor solventa la papeleta.
El jerezano vuelve a escena. Asistimos al proceso de desdoblamiento del artista. Ambos bailaores recrean figuras, escorzos. Los instrumentos de cuerda acentúan este momento, preámbulo de la seguiriya. De nuevo Grilo y Toledo frente a frente. Los bailaores buscan su sitio, depuran los movimientos, indagan en poses matizadas. Enorme belleza estética. El rostro del artista jerezano le impregna dramatismo, el sentimiento que este baile suscita. Ambos bailaores se sumergen en un mundo de sensaciones propiciado por la elegancia del violín. José Valencia prosigue con el cante. El de Lebrija da muestras del enorme torrente de voz que posee. Mientras tanto Grilo gira y gira. Toledo le busca. Las miradas se entrecruzan. Se encuentran en el zapateado. El bailaor jerezano le pide a la gaditana. Ésta le responde.
Daniel Méndez entona sus primeros acordes. El joven guitarrista de Morón interpreta unos tangos. José Valencia, El Pulga y Carmen Grilo lo arropan.
Rosario Toledo vuelve a escena. Quiere recordar a su tierra. Por alegrías. La bailaora gaditana reposa su baile, lo estiliza. Despliega los brazos. Se recoge. Su vestuario rompe moldes, al igual que su baile. Pinceladas de vanguardismo se acentúan en el silencio. Depura el zapateado de la escobilla. La gaditana se gusta. Ronronea, cimbrea. El público estalla. Toledo cumple con su cometido.
El espectáculo entra en su recta final. La figura de Joaquín Grilo emerge de las tablas. El porte y empaque de este artista es envidiable. Traza figuras estilizadas, pule sus poses. Las marca, las fija, las contiene. El bailaor jerezano alza sus brazos, los eleva al infinito. Llena el gran espacio vacío del escenario del Miterrand. Camina con parsimonia al compás de la música. De ésta subyace la soleá. El artista va administrando el tiempo. Lo para, lo coge, lo suelta. Hace lo que quiere con su cuerpo. El momento de la catarsis de aproxima. Llegan las bulerías. Aquí despliega toda su batería de recursos. "Pataitas" de todos los estilos y colores. El jerezano disfruta, el público vibra. Quién quiera baile, ahí lo tiene. Su capacidad de improvisación es increíble. Faena de artista, de torero. Un público insaciable pide más y más. El `bis´se extiende más de quince minutos. Grilo se queda sólo. El bailaor remata la faena. Él mismo lo anuncia: "Se acabó".
El baile de Mercedes Ruiz y el toque de Antonio Rey seduce a los franceses
Título: "La guitarra" - Guitarra: Antonio Rey - Segunda guitarra: Daniel Jurado - Cante: Tony Rey, Joselito Ibáñez - Cante y baile: Mara Rey - Piano: Pablo Suàrez - Percusion: Diego Alvarez "El Negro" - Lugar: Café Cantante. Mont de Marsan. 6 de Julio
Título: "Dibujos en el aire" - Baile: Mercedes Ruiz - Cante: Mercedes Cortés, Miguel Soto "El Londro", José Antonio Núñez "El Pulga" - Guitarras: Daniel Méndez y Santiago Lara - Percusiones: Francisco González - Lugar: Café Cantante. Mont de Marsan. 6 de Julio
Antonio Rey y su grupo fueron los encargados de abrir la primera parte de la noche. Luego vendría el baile de Mercedes Ruiz. El tocaor abrió con la taranta con la que obtuvo el primer premio del Festival de la Union. Desde el primer momento dejo palpable su gran habilidad tecnica. Los aires levantinos invaden las seis cuerdas del joven guitarrista. Prosiguió con unas colombianas con mucho sabor. La velocidad que le imprime a su sonanta asusta. Joselito Ibáñez y Mara Rey pusieron el cante en los fandangos.
La guitarra flamenca se entremezcla con el clasicismo del piano en una pieza con pinceladas "jazzistas" y sonidos latinos. El contacto con otras músicas está muy presente en la guitarra actual.
Con los tanguillos puso punto y seguido a su espectáculo. La segunda parte comenzó con la rondeña. El jerezano Tony Rey arropó al cante el baile por bulerias por solea de Mara Rey. La bailaora y tambien cantaora mostro toda su fuerza, garra y tesón en su baile. Se nota la influencia de la gran Manuela Carrasco. La artista se dedicó a bailar por derecho, sin florituras ni concesiones a la galeria. La rumba, con un sabor muy andaluz, hizo las delicias del respetable. El joven guitarrista puso el broche a su actuacion con unas bulerias con tintes "vallsitas".
La segunda parte de la noche corrió a cargo de Mercedes Ruiz; La bailaora jerezana presentó el primer fruto de su compañía, `Dibujos en el aire´, un espectáculo que estrenó en la séptima edición del Festival de Jerez y que a lo largo de todo este tiempo ha exhibido con gran éxito en varios teatros, tanto españoles como europeos.
La joven artista de la tierra aparece en escena. Ataviada con chaquetilla y pantalón, muy a lo Carmen Amaya, principia por tangos. Cabeza altiva, cuerpo bien asentado. La jerezana va matizando su baile con el estilo y la elegancia a la que nos tiene acostumbrado. Siempre sin perder la mirada, con esa sonrisa risueña, zapataea con dulzura por las tablas del Café Cantante. Busca las diagonales, se traslada hacia el centro. Gobierna su baile. No hay cante. Simplemente el sonido de sus pies. El público la ovaciona. Se marcha.
Comienza el cante de la mano del chiclanero José Antonio Núñez El Pulga, al que tuvimos ocasión de ver y escuchar la jornada anterior con Grilo. La cantaora Mercedes Cortés le sigue.
Un solo de percusión de Francisco González sirve de preámbulo de las alegrías. La bailaora jerezana regresa a la escena. Con una elegante bata de cola blanca con dibujos de cashemire se dispone a ejecutar el baile. Va marcando los tiempos con parsimonia. Mueve y desplaza la bata de cola con soltura. Sus manos aterciopeladas acarician la finura del aire. Muestra su braceo imponderable. La jerezana `dibuja en el aire´ figuras efímeras e inolvidables.
El guitarrista de Morón Daniel Méndez entona los acordes de la vidalita. Miguel Soto El Londro se dispone a ejecutar un cante en desuso. Pocas son las ocasiones en las que tenemos la oportunidad de disfrutar con este palo flamenco. La noche se vuelve enduendada. El Londro se encuentra inspirado. Le pone ganas, sentimiento, dulzura.
De negro enlutado emerge Mercedes Ruiz. Le toca lidiar con el difícil y complicado toro de la seguiriya. El toque de Santiago Lara la arropa. La jerezana martillea el escenario con suavidad y delicadeza. De sus pies brota el sonido de una gota de rocío. Va cambiando de tercio con poderío. La belleza suplanta a la técnica. La primera debe imponerse a la segunda. Mercedes flota por el escenario. La velocidad con la que zapatean sus pies es envidiable. El público sucumbe ante su arte. La jerezana mata el toro con maestría. Lo aplausos no cesan. Fin de fiesta por bulerías.
Los pensamientos de Eva
Título: "5 mujeres 5" - Baile: Eva ‘La Yerbabuena' - Cuerpo de baile: Mercedes Ruiz, Sonia Poveda, La Choni, María, Andrés Peña, Juan Manuel Zurano, Luis Miguel González - Cante: Pepe de Pura, Enrique Soto, Segundo Falcón - Guitarra: Paco Jarana, Salvador Gutiérrez - Soprano ligero: Marta de Castro - Percusión: Antonio Coronel - Flauta-Saxo: Ignacio Vidaechea
Eva La Yerbabuena llegó al festival con ‘5 mujeres 5', un espectáculo que estrenó en la XI Bienal de Flamenco de Sevilla en septiembre de 2.000 con el que obtuvo el premio al Mejor Espectáculo y a la Mejor Bailaora de la Bienal. Desde entonces, numerosos han sido los lugares donde se ha representado.
‘5 mujeres 5' es el amor pasional, ambición que busca la libertad personal, soledad incomunicable, locura fría, fantástica y caótica. Un mundo de sensaciones, de pensamientos, de inquietudes y de fantasías con un clara carga psicológica. La ausencia de color y escenografía acentúa la trama.
La bailaora granadina aterrizó en tierras galas con un cuerpo de baile renovado. Quizás, pensando en el próximo espectáculo que estrenará el 18 de septiembre en la Bienal y en el que tomarán parte estos jóvenes bailaores. Esto hizo que ‘5 mujeres 5' no estuviera tan depurado como en ocasiones anteriores. Faltaba compenetración entre las bailaoras. Pero esto no impidió que el espectáculo fuera un rotundo éxito. La Yerbabuena derrocha arte a borbotones. Su presencia en la mayor parte del espectáculo garantiza el éxito. Una bailaora de esas condiciones y con ese virtuosismo augura una velada de auténtico arte.
El telón se encuentra abierto. Un sillón blanco preside la escena. Eva camina con paso reposado. Se sienta. Clava su mirada ante un auditorio abarrotado. Comienza el espectáculo. Un ejército de pies encienden de forma intermitente unos flashes. La soprano entona sus primeros cánticos mientras el cuerpo de baile va enfilando y llenando el espacio del inmenso proscenio. Navegan al socaire del bello porte de la bailaora granadina. Poco a poco van dibujando figuras con pretensiones helénicas. Aparece el cante. En la soleá apolá empieza a despertar el arte de La Yerbabuena. Persiste en la caña. Los bailaores la arropan. Fuerza y definición en los movimientos. Ellos la reclaman, ella les replica. Es su forma de comunicarse. De sus pies emergen sonidos armónicos. Su cuerpo desnuda la esencia de su baile. Llega la minera. La soprano impregna de clasicismo el toque de Paco Jarana. Regresa toda la compañía. El diálogo se antoja imprescindible. Van formando cuadrados con movimientos robóticos y escrutados.
Se acerca el momento. De un negro riguroso comienza la seguiriya. Aquí manda ella. Da rienda suelta a su poderío. Eva La Yerbabuena persigue el baile inefable, sin capacidad de transcripción ninguna. Es un arte para contemplarlo y deleitarse con él. Su baile atrapa, su técnica impresiona, su fuerza te seduce. El público se rinde a sus pies. Soleá al golpe. Le cantan en la oreja. Eso le revuelve, ella da todo o que tiene. Ella es Eva La Hierbabuena.
El flamenco que hace historia
Título: "Historias de Arte" - Baile: Matilde Coral - Cante: Chano Lobato - Guitarra: Parrilla de Jerez
Título: "El cante" - Cante: José Manzano - Guitarra: Manuel Herrera
Lugar: Café Cantante. Mont de Marsan. 8 de Julio
"Mis pies, su garganta y sus manos, a vuestro servicio". Así lo anunciaba Matilde Coral ante más de cuatrocientas personas. Y es que como bien dijo la bailaora sevillana: "entre los tres sumamos más de 200 años". Dos siglos de arte, de poderío, de entrega al servicio del buen aficionado. Ahora, desde una perspectiva mucho más alejada, relajada y calmada, Matilde Coral, Chano Lobato y Parrilla de Jerez muestran a su público resquicios de un arte que han paseado por un sinfín de lugares.
Chano principia por tangos. La esencia de su arte sigue perenne. Lo deja palpable en la soleá. Matilde está habladora, le da un respiro al cantaor de la tacita de plata. El gaditano homenajea a Ezpeleta, Vargas y Pericón de Cádiz por cantiñas. Matilde se arregla el mantón. El toque de Parrilla los secunda. La bailaora sevillana se cuadra. Está expectante a que le llegue su momento. Se levanta, alza su brazo y comienza a bailar.
Camina con parsimonia. Torea con el mantón. La gente la ovaciona. Es la elegancia de la escuela sevillana. La artista se va creciendo. El buen ambiente la va contagiando. Chano Lobato se anima por bulerías, Parrilla le impregna el sabor y el soniquete de la tierra con ese toque tan peculiar. El cantaor gaditano abrocha gustosamente las bulerías con ciertos lances afandangados. La tierra le tira. Unos tanguillos para el respetable. Cadenciosos y a compás para que la sevillana pueda bailar. Es admirable que todavía esta mujer se pasee por los escenarios. Es la grandeza de la vida, del amor a lo que hace, a lo que siente. El público lo valora. Da igual que no entiendan el idioma, el flamenco es universal. Las piernas le responden , la sevillana pide más. Vámonos con unos fandangos. Pinceladas de clasicismo en el baile de Matilde. Así llegamos al fin de fiesta por bulerías. Parrilla se echa su ‘pataíta'. El flamenco que hace historia.
La segunda parte corrió a cargo del cantaor trianero José Manzano. Acompañado a la guitarra por Manuel Herrera, el cantaor sevillano ofertó un amplísimo repertorio donde hubo un poco de todo. Manzano supo meterse al público en el bolsillo con un recital bastante completo. Alegrías, taranto, seguiriya, bulerías, soleá, tangos, fandangos, malagueñas, tonás,...En fin, todo un repaso por los palos más clásicos del cante. Exquisito toque del joven Herrera.
Retazos de auténtico arte
Título: ‘ADN Jerez' - Cante y guitarra: Diego Carrasco - Cante: Juan Moneo ‘El Torta' y Fernando de la Morena - Baile: Antonio ‘El Pipa', artista invitado - Guitarras: Moraíto Chico y Diego del Morao - Bailes y jaleos: Tía Curra y Tía Yoya - Cante y Baile: La Felipa y Rosario La Merchora - Palmas: ‘El Bo' y Manuel de Tañé - Percusión: Juan Grande
Se abre el inmenso telón. Un haz de luz ilumina la silueta de Fernando de la Morena. El cantaor se planta en el centro del proscenio y entona la trilla. Comienza el espectáculo. La exquisitez de la sonanta de Moraíto queda latente en la seguiriya. De su bajañí emerge un sabor, una textura única. Con contundencia y flamencura. Es la hora del baile. Los pies de Antonio El Pipa marcan el martinete. Camina con elegancia. Va buscando su sitio. De la Plazuela brota la garganta enduendada de un imponderable Juan Moneo El Torta. Fuerza, garra, pureza del cante jondo por martinetes en toda su esencia. Juan está que se sale. Su poder de transmisión es envidiable. Tiene ganas de cantar, de demostrar lo que es; un auténtico monstruo del cante. El Mitterand asiente ante tanto arte. El Pipa vuelve a las tablas por soleá. El bailaor está con ganas. Da rienda suelta a los dictados de su inspiración. Su bella estampa llena el inmensurable escenario. Reposa el baile, se regodea. El empaque de su figura se pasea de un lado a otro en busca de la pose helénica. Llama a la Tía Yoya para que le baile. La Tía Curra le sigue. Las ‘tatas' dan su pinceladita. Así termina la primera parte.
El Tate principia la segunda. ‘El cachorro' lo espera en el puente. Ahí está su ADN, su carnet de identidad. Así lo siente y transmite. El espectáculo prosigue con la escena del ‘Tabanco'. Fernando de la Morena, arropado por la guitarra de Moraíto, se arranca por soleá. "El Torta" le replica por tarantos. Diego del Morao lo secunda. Dos espacios, dos cantaores, dos guitarras, dos estilos, dos formas de entender el arte bajo un denominador común: Jerez. Como si de una riña de cante se tratase los fandangos se van peinando en las voces de Fernando de la Morena y El Torta. Diego Carrasco aparece de nuevo. "Ea, la ea, la ea". Juan Grande le acompaña a la percusión. El genuino guitarrista, cantaor y compositor presenta su particular ‘Patio'. El ambiente se torna festero. Rosario La Merchora canta por tangos. Fernando de la Morena cambia de tercio. Un poquito por bulerías. Tía Yoya se anima y se echa su ‘pataíta'. Regresan los tangos con Felipa "La del Moreno". Los cantes festeros se van intercalando. "El Torta" se levanta. Está a gusto. Es la hora de la bulería. Verlo así es una inmensa satisfacción. Se canta y se baila. La petaca del micro se le cae. Sin micro. Da igual, sus registros llegan a donde él le de la gana. El público lo ovaciona. Esto es una fiesta. Manuel de Tañé se arranca, El Bo le baila. El Tate se une al ‘Patio'. ¿Quién llegó primero: la coleta, el toro o el torero?. El Pipa le baila. Todos se levantan. ‘Pataítas' por doquier. Retazos de auténtico arte.
Fotos: Sebastian Zambón