Revista La Flamenca: nº 11 /año 2005 Julio Agosto/ José Alcántara Blanca
Torredelcampo es un pueblo de la Sierra Sur de Jaén, situado a menos de diez kilómetros de la capital. Rodeado de un mar de olivos y presidido por Jabalcuz, monte que supera los 1600 metros de altura. Es un pueblo que gusta del flamenco y se enorgullece de su hijo predilecto Juanito Valderrama, cuyos restos yacen en su camposanto. Allí se erigirá un mausoleo con el epitafio elegido por el maestro:
En mi tumba no se llora,
aquí se canta y se ríe
desde la noche a la aurora
Los cantes que tienen, o tenían, más arraigo en Torredelcampo son los cantes de faena agrícola. Cantes que apuntó en uno de sus trabajos, quizás el último de los maestros del flamenco: Juanito Valderrama. Estos cantes a capella se emparentan con las temporeras, aunque los cantes de siega son particularísimos y las gañanas y trilla gozan de un sello muy personal.
Las gañanas las cantaban los gañanes tras la yunta mientras araban como rezan estos versos del que suscribe: "En la tostada campiña / resuena una gañana / rompiendo monotonía /de inacabable besana / enmudece todo el campo / con el grito campesino/ y el aire, parado, crece / por la fuerza de su trino". Es erizante oír una gañana en los sórdidos días otoñales. Es como un grito relajante para el gañán e incluso para las bestias que, en algunos casos, se paraban al oír la melodía. Aunque las gañanas se cantan en muchas zonas de Andalucía, la gañana de Torredelcampo es distinguible a las demás, tiene su sello propio y además se puede hablar de varios tipos de gañana. La gañana es un cante que necesita poder y melodía. Torredelcampo ha tenido muy buenos gañaneros, pero el que mejor la cantaba, el que creó escuela, y del que la aprendió Valderrama fue un campesino llamado Antonio "Hachuelas".
Las letras de las gañanas suelen ser sentenciosas y un tanto bucólicas:
- "La están arando / la plaza de Sevilla / la están arando / de claveles y rosas / la están sembrando".
- "Dijo la liebre / al saltar el arroyo / dijo la liebre / arribita pies míos / que el galgo viene".
- "La Morenita / Virgen de la Cabeza / La Morenita / en el cerro más alto / tiene su ermita".
Los cantes de siega los cantaban los segadores con hoz en mano mientras segaban la mies en el "corte siega". También precisan para su ejecución facultades y melodías. En la ejecución de estos cantes se repiten los dos primeros versos de la estrofa. Son cantes reposados, pues su ritmo tiene que adaptarse al trabajo y sus pausas coinciden con el término de los manojos y gavillas de la mies. Los segadores bajaban a la campiña a segar por períodos de tiempo comprendidos entre tres y diez días, por lo que añoraban a sus esposas o novias. Posiblemente, sea este el motivo de que la mayoría de las letras fueran pícaras y jocosas. Y para muestra un botón:
- "Niña, si quieres pesarte / aquí traigo la romana / y el gancho para engancharte / ponte en postura de rana".
- "Soy de la opinión del cuco / pájara que nunca "anía" / pone el huevo en "nío" ajeno / y otro pájaro lo cría".
O esta otra que tiene Juanito Valderrama grabada que dice:
" A mi me gusta la siega / de mi tierra porque tiene / el almuerzo y la merienda / y el gazpacho que entretiene".
Por último, las trilleras son cantes que se cantaban en las eras mientras se trillaban las mieses. Son cantes breves y melodiosos como si los trilleros animaran en el trote a sus bestias para terminar la parva y cobrar el importe del grano. A diferencia de los cantes de siega, en estos cantes se repiten los dos últimos versos de la estrofa. Por eso, su ritmo va acompasado al imaginario trote de los animales. Sus letras suelen ser bucólicas, desenfadadas y alegres.
- "Dice el trillero / dice el trillero / ya está la parva hecha / venga el dinero".
- "Pajarillo que cantas / en el almendro / no despiertes a mi niña / que tiene sueño".
- "Como quieres que vaya / de noche a verte / si le temo a tu madre / más que a la muerte".
La Peña Flamenca "Juan Valderrama Blanca y su cante" de Torredelcampo, con la colaboración de la Consejería de Cultura, editó en 2004 un disco recopilando estas reliquias, ya que todavía es posible escuchar a viejos campesinos arrancándose por alguno de estos cantes.
Los cantes de faena agrícola están perdiéndose, pues las labores que se hacían con un esfuerzo extraordinario, ahora se realizan con maquinaría. El ruido de las máquinas no permite, por desgracia, la realización de estos cantes plagados de costumbrismo, sufrimiento, desenfado y sabiduría popular.