El pasado viernes 22 de enero, el salón de actos del Colegio Mayor San Juan Evangelista, de la ciudad universitaria madrileña, presentaba sus mejores galas para rendir un más que merecido homenaje al cantaor almeriense Alfonso Salmerón. El motivo no era, ni más ni menos, que las bodas de oro en el cante del homenajeado. Más de una veintena de artistas se sumaron a la iniciativa de manera altruista y desinteresada, aunque se echó de menos la presencia de algunos que venían anunciados en el cartel presentador. Los que sí estuvieron, dieron una buena lección de compañerismo, así como grandes dosis de buen hacer flamenco. El acto se abría con una palabras de Alejandro Reyes, director del Club de Música colegial, y alma mater de este homenaje. Su intención ha sido bien sencilla, acordarse de un gran profesional de este arte cuando el homenajeado puede disfrutar del mismo, rodeado de sus compañeros de profesión, amigos y familiares.
Aunque partió hace cuarenta años de su Almería natal, el ayuntamiento de dicha ciudad no ha obviado la oportunidad de acordarse igualmente de su artista, y de este modo, José Antonio Alemán, que fuera presidente de la emblemática Peña el Taranto, le entregó una metopa marinera con el escudo de la ciudad en recuerdo de su labor flamenco. Tras una pequeña semblanza esbozada por José Manuel Gamboa, que todo hay que decirlo, estuvo sembrado con la gracia y el desparpajo que es habitual en él, sumadas a su erudición jonda, introduciéndonos de manera amena en la vida y obra del homenajeado comenzó la entrañable noche.
Tras los actos protocolarios entramos en materia con la voz de Salmerón, que calentó la sala con un poderoso quejío por tonás. Continuamos con la guitarra de Victor Monje Serranito, para dar paso después a los cantes del Israel, un jovencísimo cantaor de Toledo en el que Carlos Saura ya ha puesto sus ojos para su última producción cinematográfica. Seguiría después el Niño del Gastor acompañado de Rafael Andujar, y posteriormente Cancanilla de Málaga, que fue de los artistas más aplaudidos en toda la noche, al que acompañaba Juan Antonio Muñoz.
Una pequeña pausa para que el que suscribe presentara el segundo bloque de artistas, que conforme pasaban los minutos hacían subir la temperatura de la fría noche madrileña. De Huelva llegó Arcangel en estado puro, únicamente secundado por la sonanta de Jose María Molero, demostrando sus cualidades añejas por soleares y cantiñas. Después sería el turno de Jesús Chozas, compañero de Alfonso Salmerón durante muchas noches en los distintos tablaos y festivales a lo largo de estos años. Luego sería el turno de la primera invitada almeriense, María José Pérez, que hizo las delicias del público a través de sus tarantas y seguiriyas, con la bajañí del jerezano José María Molero. Y tuvo que ser otro jerezano el que cerrase esta tanda, José Mercé recibió una gran ovación al pisar el proscenio secundado por Antonio Amaya, y sus seguidores quedaron satisfechos con las alegrías y unas soleares de Alcalá.
Hay que destacar la gran organización del evento, toda vez que aunque eran muchos los artistas allí congregados, la noche fluía a gran ritmo, llena de las sentidas emociones propias del momento, pero de manera ágil y dinámica. Para terminar, una última entrega de la mano, y nunca mejor dicho, de Rafael Andujar, tocaor que suele acompañar a Salmerón, y que tuvo su particular tributo de esta manera interpretando unas guajiras. La también jovencísima almeriense Toñi Fernández demostraría lo avanzado que lleva su aprendizaje de este arte. Y cerraría las intervenciones la cantaora onubense Argentina, que tras sus cantes por Levante, Málaga y Granada, no quiso despedirse sin acordarse de la tierra que le vio nacer. Sus fandangos fueron el mejor broche posible a todas estas intervenciones que se prolongaron durante más de cuatro horas. Solo faltaba la guinda del pastel, y es que el homenajeado tenía que secarse el rostro cuando nuevamente subió al escenario junto al citado Rafael Andujar, Juan de Madrid como segunda guitarra y su hijo Oscar Salmerón a la percusión. Tras su cante por fandangos todavía quedaban muchos artistas en los camerinos que subieron para arroparle en un emblemático fin de fiesta por bulerías y que pasará a los anales jondos del Johnny.