La noche del sábado 17 se hizo justicia flamenca en Huércal de Almería con un auténtico vendaval de arte jondo de la mano de la saga cantaora de los Fernández con Toñi y Manuel 'El Titi' que inauguraron el I Festival 'Puerta del Bajo Andarax'.
En la Plaza de la Constitución no cabía un alfiler, los huercalenses tenían hambre de flamenco y de ver a sus paisanos que son auténticos profetas en su tierra. Toñi y 'El Titi' guisaron una salsa flamenca con gusto, temple y cariño que empezó con sabor de cantes de fragua a dueto para abrir el apetito del público.
Tras este buen abrir de boca, Toñi Fernández comenzó su recital acordándose de Caracol con una zambra majestuosa. La menor de los Fernández es ya una promesa consolidada del flamenco y aglutina en su garganta una gran materia prima que puede evocar a ese ser mágico llamado duende. Continuó por tangos flanqueada por las guitarras de Jesús Fernández y David Delgado 'Niño de la Fragua' y las palmas y coros de Daniel Moreno y Saray. La huercalense sentía una mezcla de nerviosismo y ganas de agradar a los suyos como reconoció ella misma: “Estoy más nerviosa que en el Teatro Real”. La audiencia estaba animada, disfrutando de buen flamenco 'made in' Huércal y agradecía la entrega de su paisana. “Como se nota que estás en tu pueblo”, le gritan. Continuó con una soleá llena de solera guiada magistralmente por la sonanta de 'El Niño de la Fragua'. El broche de oro lo puso de nuevo por tangos que encandilaron a la audiencia que abarrotaba la plaza.
La estirpe flamenca de los Fernández, repleta de pedigrí huercalense, siguió con el cante del hermano mayor: Manuel Fernández 'El Titi' que atesora una voz flamenquísima y es puro arte sobre el escenario. Estaba “entregado” de estar con su gente y se quiso acordar de “muchos que me inculcaron la pasión por el flamenco y ya no están con nosotros”. Unas soleares jondas y sentidas que pellizcaron las emociones del respetable sirvieron de preludio a los tangos que llenaron de compás el ágora huercalense. De las seis cuerdas de la guitarra de 'El Niño de la Fragua' emanaban falsetas llenas de flamencura mientras que David 'El Foski', Saray y Daniel Moreno añadían más ritmo con sus palmas.
Continuó el compás en la plaza, pero esta vez por bulerías donde 'El Titi' incorporó una letra que cautivó a su parroquia flamenca: “Manuel mi nombre de pila / llevo Huércal por bandera / y amanece en mis pupilas / mi momaita la Lela”. A capella y con una entrega tremenda brindó su mejor cante a sus paisanos y les abrió todos los recovecos de su alma tras rematar su recital por fandangos.
La gente no saciaba su apetito flamenco a pesar de esas dos grandes tapas con el sello de los Fernández. Y como un festival sin un fin de fiestas es como un potaje sin sal, la sal llegó al escenario para poner el corolario final por bulerías. Un servidor, que se encargó de conducir el festival, presentó uno por uno a los artistas con una forma un tanto poética. El compás se apoderó del tablao, incluso el reloj del antiguo ayuntamiento que dominaba la plazuela parecía marcar los doce tiempos buleareros. El baile lo puso Gloria 'La Kuka', una huercalense que acaba de llegar de Osaka donde ha paseado y enseñado su arte por el país nipón. 'La Kuka' destila jondura en cada desplante y zapateado y lo dejó patente con creces el sábado. A la fiesta se sumaron la bailaora de la tierra Inés y la japonesa Yuko que pusieron también unas 'pataítas' llenas de arte. Una guinda perfecta a un festival que salió redondo en su primera edición y que los buenos aficionados desean que se perpetúe en el tiempo con muchas más. El acto concluyó con la entrega de placas a todos los participantes por parte del alcalde y artífice del festival, Juan José López de las Heras, que premió también la labor de la peña 'El Ciego de la Playa', un auténtico foco difusor del flamenco en Almería.
Larga vida a este primer festival de un pueblo tan amante y conocedor de lo jondo como Huércal de Almería, uno de los municipios con más actividad flamenca en la tierra donde nacen los tempranos.
Texto: Antonio Alcántara
Fotos: Martín Martínez