Miércoles 1 de febrero de 2012 ha dado comienzo el primer acto de las distintas actividades que tendrán lugar en La Casa Encendida.
Todo un lujo comenzar esta edición con la presentación de la biografía de Alonso Nuñez “RANCAPINO” escrita por Pedro Quiñones “ Rancapino:Ronco de andar descalzo”.
La charla estuvo coordinada por el poeta y gran conocedor del Flamenco, Jose María Velázquez-Gaztelu.
Según palabras de J. M. Velázquez-Gaztelu , Pedro Quiñones narra la crónica de la inteligencia natural, la de un hombre que siempre supo ante el drama de las necesidades aplicar el antídoto del humor para convertirlo en arte. Dos años han tardado Pedro Quiñones y Alonso Nuñez (Nuñez,Nuñez,Nruñez,Nuñez) 5 veces Nuñez en relatar las anécdotas de uno de los cantaores más puros de la Historia del Flamenco.
Pedro Quiñones, gran amigo de Rancapino ha intentado hacer un retrato que cree haber conseguido y que resumió en tres puntos: una vida llena de muchas fatiguitas, mucho arte y muy poco “jurdó” (dinero).
Rancapino hizo algunas intervenciones con una humildad y una gracia muy particular como cuando comento que el jurdó sigue sin tenerlo y que él se mira al espejo de vez en cuando y se pide a sí mismo por si algún día tuviera que hacerlo en la calle, para ir ensayando.
La gran categoría humana y sobre todo humildad de Alonso Nuñez impidieron que éste encontrara un incentivo tan fuerte como lo han hecho otros cantaores , pensando más en sus necesidades y en su familia, lo que ha impedido que tuviera el éxito que realmente se merecía, él nunca se lo creyó y no se supo vender.
Pedro Quiñones y Rancapino relataron a una sala llena de público algunas anécdotas de una época dorada del Flamenco, los años 70 en Madrid, en Torres Bermejas, y de sus andanzas con su primo José Monge, Camarón.
El primer acto de estas jornadas terminó con el cante de Rancapino Hijo, acompañado a la guitarra por un genial guitarrista del Puerto de Santa María, Jesús Nuñez.
Alonsito, como dijo su padre, un brillante en bruto que canta sin pulir, interpretó una Soleá, Alegrías, Fandangos de Huelva, Bulerias y Verdiales ante la mirada atenta de su padre que le escuchaba desde primera fila y como punto final padre e hijo cantaron unas bulerías que nos dejaron a todos con ganas de saber mucho más sobre esta familia. Cualquiera que tenga un poco de sensibilidad y ame el flamenco debería tener una parte de este gran hombre en su conocimiento…vayan a las librerías y compren la Biografía autorizada de Rancapino, estoy segura de que aprenderemos mucho de él y del arte flamenco.