Teatro Auditorio Tomás y Valiente - 8 de abril: Manolo Sanlúcar, José Mercé - 9 de abril: Carmen Linares, Javier Barón - 10 de abril: Serranito, Chano Lobato, El Cigala
Revista La Flamenca. Manuel Moraga 11/4/2005
Las XXI Jornadas Flamencas de Fuenlabrada han constituido la primera programación del Teatro Auditorio Tomás y Valiente de Fuenlabrada. El cartel de esta edición ha sido uno de los mejores que nos va a brindar la temporada. El despegue fue casi vertical: Manolo Sanlúcar -que llevaba tiempo sin acudir a la Comunidad de Madrid- nos dedicó su exquisito discurso sentimental. Sus palabras fueron preludiando cada una de sus piezas: cada una de sus músicas iba siendo enmarcada, centrando así su mensaje musical, su ideología sentimental. Sí, Manolo Sanlúcar es un ideólogo del sentimiento y sus experiencias no hacen sino acentuar esa naturaleza en constante evolución. Por su parte, Mercé supo abrir y cerrar heridas la velada inaugural. El jerezano planteó una actuación de corte clásico, alcanzando la máxima temperatura por siguiriyas. El jerezano planteó una actuación de corte clásico, alcanzando la máxima temperatura por siguiriyas. Cerró las heridas por bulerías, pataítas incluidas.
La segunda jornada también nos brindó grandes momentos: los que dibujaron Carmen Linares con su cante y Javier Barón con su baile. Dos maestros en sus respectivas facetas que saben levantar los aplausos -quizás los más sonoros de las Jornadas- tanto del público menos hecho al flamenco como del aficionado más cabal. A Carmen Linares la podemos ver a menudo en Madrid, pero su repertorio siempre dice algo diferente. A Javier Barón llevábamos más tiempo si verle, y su baile no defrauda nunca. Al contrario, vemos cómo gana en gravedad, en el dominio del espacio escénico, en jondura.
La jornada de colofón presentaba tres maneras diferentes de entender el flamenco. Serranito estaba recuperándose de una dolencia en uno de los dedos, pero con todo y con ello, pudimos disfrutar de las originales ideas que Víctor Monje propone con su guitarra. El agua está siempre muy presente en la obra de Serranito y también se dejó sentir en Fuenlabrada. Comenzó en Cazorla con el nacimiento del Guadalquivir; nos llevó al encuentro de éste con el Genil y terminó su recorrido en Triana. La sensibilidad de Víctor Monge quedaba demostrada una vez más, así como su manera de construir su lenguaje, buscando tonos casi imposibles pero que en ningún momento aparecen forzados, sino lógicos y acoplados al sentir y al desarrollo de su mensaje.
Lo de Chano Lobato es digno de tesis doctoral. Con su edad, con su aparente fragilidad, con su diabetes y con todo lo que tenga de añadido, uno se pregunta ¿de dónde saca las fuerzas para cantar así? Se abre el telón y en lugar de las sillas vacías vemos ahí a Chano, con su guitarrista, sentados, esperando... Sembrao sólo en el aparecer... El gaditano gana al público con su sencillez, con su honradez, con su humanidad, con sus chascarrillos y, sobre todo, con su arte. En definitiva es un "saber": saber estar, saber cantar, saber escuchar, saber hablar.
Salir después de Chano Lobato es lo que se suele definir popularmente como un "marrón". Recuerdo que hace algunos meses en la madrileña sala Clamores actuaba tras el maestro un humorista famoso, de esos que salen en la tele. No tuvo nada que hacer. Chano vino a cantar y nos provocó agujetas de tanto reír. El humorista vino a hacernos reír y consiguió que nos salieran agujetas de tanto correr... No es que pasara lo mismo ayer con El Cigala, pero la verdad es que no hubo color. Las cosas como son. Y eso que el madrileño no estuvo mal. Diego hace los cantes muy personales apoyándose en su voz privilegiada (muy flamenca, afinada y con una gran amplitud de registros) en su gran sentido del compás y en su sentir gitano. Y aunque a veces resulta un poco chillón y monótono, también es cierto que reelabora con gran belleza algunos cantes.
En definitiva, las Jornadas Flamencas de Fuenlabrada (organizadas por el Ayuntamiento y el inestimable trabajo del grupo El Planeta) han cobrado una nueva dimensión reimpulsadas por un atractivo cartel diseñado para la primera programación de un nuevo espacio (el Teatro Auditorio Tomás y Valiente) en el que el flamenco ha sido su mejor bautizo.