El hijo de la Faraona quiso homenajear a los Farrucos en la Bienal de Flamenco.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla (Espacio Santa Clara) 23/9/2016. Archivo Fotográfico: La Bienal de Flamenco. Fotógrafo Óscar Romero
Uno de los aciertos de la presente edición de la Bienal de Flamenco es la apuesta por añadir, a la tradicional oferta de salas y teatros de la ciudad, una serie de espacios y edificios con un indudable valor estético y artístico que dan cierta prestancia al festival. El claustro del antiguo Convento de Santa Clara, en las inmediaciones de la Alameda de Hércules es un claro ejemplo. Difícilmente pueda uno elegir mejor lugar para pasar la primera noche del otoño.
Juan Fernández Montoya el Barullo (Sevilla, 1990) es un bailaor joven que tiene más de veinte años de baile cosidos a sus botas. Es nieto del gran Farruco, hijo de Pilar la Faraona y, por tanto, primo de Farruquito y sus hermanos. Su abuelo le puso el apodo en previsión del “barullo” o revuelo que su forma de bailar habría de provocar cuando creciera. No se equivocaba el maestro.
Akharipen (Origen) es un triple homenaje que Juan quiere brindar sobre las tablas a tres personas muy importantes en su vida, y en su baile. Su madre, Pilar Montoya, que tristemente nos dejó el año pasado, fue una bailaora de genio y fuerza hasta el final de sus días. Entre los naranjos y palmeras del claustro vigilaba orgullosa las evoluciones de sus hijos, de Juan y de África, que también formaba parte del cuadro, mientras su propia voz en off se encargaba de relatarnos las virtudes de “su negro” del alma.
Antonio Gades recibió su tributo en forma de farruca, y con ella se mostró Juan como un bailaor que sabe incorporar la elegancia a su arrebato cuando es necesario. Fue quizá el mejor número de la noche, junto con la soleá.
Una soleá amarrada a la tierra de los suyos, el homenaje a su abuelo, el gran gitano. Con el sombrero calado, la figura del Barullo posee un sorprendente parecido con Farruco. Uno no termina de discernir dónde está el límite entre la inevitable carga genética y la copia milimétrica de su baile. De todos modos, que te digan que te pareces bailando a Antonio Montoya Flores, a ver cómo te quedas. “No ni na”.
No se puede escribir una crónica sobre un espectáculo de ayer sin mentar a las cosas por su nombre, sin hablar del cante o del baile gitano, ése que algunos se han empeñado en hacer invisible como reacción lógica al gitanismo de épocas pasadas. Pero es lo que hay, no se puede cantar más gitano que como lo hizo anoche Pepe de Pura, que nos llenó los costados de cardenales desde que desmadejó unos martinetes memorables, enredados a esos cantes de trilla ya olvidados y unas seguiriyas difíciles de encontrar en el cante de atrás. También aquí el Barullo llegó a hacernos creer que su abuelo era el dueño de esos brazos, el inquilino de sus piernas.
Muy bien el cuadro en general. Magníficas las guitarras de Ramón Amador y Pepe del Morao, siempre pegadas a la tierra, y arrebatador el rajo de Angelita Montoya, especialmente en las bulerías y en los jaleos extremeños.
Por lo demás, una idea poco original, y una puesta en escena sembrada de tópicos ya superados, a vueltas con la Inquisición y las Pragmáticas persecutorias de gitanos. Que nos encanta el baile racial, el cante de raíz, claro. Pero no quedan ya sitios donde lavar el pañuelo ni herrar a las bestias en las Tres Mil Viviendas ni en Triana.
Ficha artística
Espectáculo: Akharipen (Origen) /La Bienal de Flamenco de Sevilla/ Lugar y fecha: Espacio Santa Clara 22/9/2016
Baile: Juan Fernández “El Barullo”, Antonio Moreno “El Polito”, Saray García y África de la Faraona.
Guitarras: Pepe del Morao y Ramón Amador.
Cante: Angelita Montoya, Pepe de Pura y Juan de Badajoz.
Dirección: Juan Fernández El Barullo, José Suárez “Torombo” y Miguel Ángel Vargas.
Idea original: Juan Fernández Montoya.