Los hijos y nietos de Manuel Soto Monge “El Sordera de Jerez” le rindieron homenaje en la Bienal de Flamenco de Sevilla
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. Sevilla (Espacio Santa Clara) 1/10/2016. Archivo Fotográfico: La Bienal de Flamenco. Fotógrafo: Óscar Romero
La casa de los Sordera, una de las sagas de artistas más fructíferas de la historia del flamenco, se presentó ayer en Sevilla con su última producción “Ortodoxia y Vanguardia”, un espectáculo más que rodado en escenarios de media Europa y que anoche se convirtió en un homenaje al gran Manuel Soto Monge “El Sordera de Jerez” (1927-2001), por medio de sus hijos y nietos.
Todos los hijos varones de Manuel, a excepción de El Bo, que el pasado martes recibió en Madrid un merecido homenaje organizado por su primo José Mercé y Estrella Morente; y dos de sus nietos, Maloko y Lela Soto nos iban a traer hasta Sevilla lo más rancio y lo más innovador de la casa. Al final no se cumplieron tanto las expectativas, y el frío del primero de octubre se metió en los huesos del claustro sin dejar apenas hueco a tanta emoción como se esperaba.
Y no fue por falta de aroma, de ello ya se encargaron tres guitarras que por sí solas ya valen una entrada: Manuel Valencia, Miguel Salado y Nono Jero, portentos del consejo regulador del soniquete jerezano, que se asociaron perfectamente al compás del Tripas, el Manunu y Carlos Grilo.
Fue el mayor de los hermanos Soto, Enrique, el que llevó la emoción a su cota más alta. Era su vuelta a los escenarios después de un tiempo enfermo y, aun con las facultades muy mermadas, se peleó con la soleá de Alcalá, y dos veces más con la corta de la Sarneta, para salir más que victorioso en el macho. Aún mejor, y con más fuelle, cantó la taranta de Manuel Torre y la cartagenera, dejando las alegrías programadas para mejor ocasión.
Fue su hermano Vicente Soto el que llevó el peso del espectáculo, por veteranía, por energía y por ganas, intentando sacar al público del congelador. Cantó las alegrías con una fuerza exagerada, aunque muy a compás y con un sello propio que se agradece. Mucho mejor por seguiriyas, con diferencia el mejor cante de la noche junto a la bambera y los fandangos que cantó su hija Lela Soto, quien, pese a su juventud se movió por el escenario como una veterana artista, dejando en el personal la sensación de que se marchaba demasiado pronto.
La parte vanguardista del título del espectáculo quiere justificarse en la actuación de José Soto “Sorderita”, cuya trayectoria desde los tiempos de Ketama es por todos conocida, siempre asociada al concepto de flamenco fusión o flamenquito. Solo así se explica su presencia guitarra acústica en mano en una Bienal de Flamenco cantando rumbitas y canciones aflamencadas o, como él mismo denominó con desgana “unas alegrías o lo que sea esto”.
Un derroche de arte se gastó Manuel Soto Carrasco “Maloko”, hijo de El Bo y sobrino del genial Diego Carrasco. Bajo la etiqueta de vanguardia, aunque solo fuera por el uso de cajón y la ligereza de los cantes, demostró que sabe estar y moverse por un escenario, y traerse al público a su terreno. Tiene el compás de su padre y de su tío, no lo puede negar.
Ficha artística:
Espectáculo: La casa de los Sordera: ortodoxia y vanguardia/La Bienal de Flamenco de Sevilla/ Lugar y fecha: Espacio Santa Clara 30/9/2016
Cante: Enrique Soto “Sordera”, Vicente Soto “Sordera”, José Soto “Sorderita”, “Maloko” Soto y Lela Soto
Guitarras: Miguel Salado, Manuel Valencia y Nono Jero
Percusión: Manu Soto
Palmas: Carlos Grilo, El Tripas y Manunu